Bandolerismo, «cultura popular de resistencia»

El escritor e investigador Hugo Chumbita estuvo en la región presentando su libro "Ultima frontera. Vairoleto: vida y leyenda de un bandolero". También asistió a un taller propuesto por un grupo de investigación de la UNC. "Río Negro" le realizó esta entrevista.

Hugo Chumbita. Pampeano. Maestro rural. Poeta. Abogado. Preso político. Exiliado en España durante la dictadura. Abogado de la CGT. Académico. Escritor. Desde 1968, estudia el fenómeno del bandolerismo alrededor de la figura de Juan Bautista Vairoleto, de quien se declara «admirador».

¿Por qué? El personaje está anudado a su vida personal:

En ciertos momentos, de algún modo, vivió «en carne propia su historia», y porque en la actualidad «no está agotado el tema de la violencia» y la leyenda sigue tejiéndose. Vairoleto, afirma, es un emergente desafiante para la cultura de los dominadores. En nuestro país, el personaje del bandolero parece actualizarse constantemente, porque las contradicciones sociales no están resueltas.

Se superponen varias nociones en el intento de definirlo: delincuente, salteador, héroe legendario, vengador, anarquista, puntero.

– ¿Quién es un bandolero ?

– Bandolerismo es una forma de llamarle a un género de actividades y a un género de vida que es, históricamente, cambiante, va evolucionando el concepto en el tiempo. Pero tradicionalmente el término se aplica al salteador de caminos, lugares apartados, a la gente que vive en ambientes rurales en los que es difícil que llegue la policía. El bandolerismo no es un delito particular, esto hace que su definición sea un asunto complejo. No aparece en el Código Penal, es una denominación genérica, elástica.

El bandolerismo es una cultura popular de resistencia, de contradicciones y de disputas por los significados entre los dominantes y dominados, cuya tradición es una tradición de rebeldía. Una cultura que tiene sus hitos, sus personajes más fuertes, más chocantes y contestatarios en los bandoleros. Los bandoleros sociales son una especie de emergentes desafiantes para el orden del Estado, la cultura oficial, de los dominadores.

¿El bandolerismo es un fenómeno exclusivamente rural? ¿En nuestro país tienen su espacio recortado de acción?

– Se habla de la Patagonia como el territorio natural del bandolero, que guarda distancia con la cultura gauchesca. Aquí no hay «gauchos matreros», habitantes de la pampa.

Pasa que en la Patagonia se dan las condiciones típicas para el bandolerismo: grandes espacios abiertos, zonas fronterizas, lugares donde no está bien controlado el territorio por el aparato policial.

Sin embargo, el fenómeno del bandolero y del gaucho matrero se entrelaza, es más o menos lo mismo, no hay diferencias de fondo entre el bandolero de la meseta, de la Patagonia y el de la Pampa Húmeda. Lo que pasa es que alrededor de la figura del gaucho hay toda otra línea de un mito que conforma el imaginario colectivo de país, que ha sido rescatado como el prototipo de hombre del país, dulcificando, incluso, al personaje que originalmente es un marginal, un fuera de la ley, un fuera del sistema. El gaucho es casi siempre alguien sin hogar, donde la ilegitimidad de origen familiar es un factor importante: son «guachos», de allí la palabra «gaucho».

La gran paradoja es que, después, sea este personaje ilegal, marginal, incluso un personaje espantoso para la época de la fundación de nuestro país como se ve en el «Facundo» de Sarmiento, quien encarna la idea de identidad.

Creo que la clave, para mí, es pensar que nuestros bandidos son solidarios con una visión gauchesca, una cultura y un código gauchesco que prevalece en el campo. No importa que sean inmigrantes, paisanos viejos o lo que sea. Hay una cultura rural, influida por la tradición gauchesca que es la que define una identidad, caracterizada por valores opuestos a los del Estado, del sistema capitalista, o de esa civilización que avanza sobre los intereses de la gente de abajo.

Hobsbawm habla en este sentido de Salvatore Giuliano como una de las últimas grandes figuras en Europa, pero nosotros tenemos en el 1967 a un tipo como Velázquez y, hasta hace poco tiempo, se pueden encontrar dos o tres líderes villeros que eran muy queridos y protegidos por su gente, serían algo así como una descendencia del bandido rural en las villas miserias.

Yo estoy trabajando en esta dirección, con unos jóvenes amigos que me ayudan en esto, en este espacio social de las villas de Buenos Aires. No es casual que se pueda dar un fenómeno en esa «comunidad de transición» que es la villa miseria, el suburbio, que parece ser una frontera con la ciudad, donde permanece quien no tiene vivienda, trabajo o quien opta por vivir en una comunidad más protectora.

Se declara admirador de Vairoleto, y vincula esta admiración a su historia personal, a su exilio ¿qué le pasó con este personaje?

– Cuando Vairoleto regresa a La Pampa y vuelve al pueblo donde se crió, recuerdo mis propios regresos a La Pampa. Me metieron preso, me corrió la policía por mi actuación en la universidad de La Pampa y, después, cuando volví del exilio en España, había gente que no quería que volviese. Yo fui un rebelde a mi manera, en otra época, como éramos los estudiantes en los '50. Un rebelde más pacífico que Vairoleto, pero que también sufrió castigo.

-¿Qué trabajos académicos recuerda sobre esta temática, conoce enfoques teóricos diferentes a la de Hobsbawm que aborden el tema ?

– Hay varios trabajos, por ahora publicados en forma de artículos en revistas, que van dando panoramas del asunto en diversas regiones.

La teoría de Hobsbawm suscitó toda una serie de discusiones académicas. Réplicas que se corresponden con la idea, por ejemplo, de que en realidad el buen bandido, o el ladrón, encubiertamente servían a los patrones, a la policía, a los terratenientes. Hay una escuela de historiadores norteamericanos latinoamericanistas, que han publicado críticas a la idea de Hobsbawm. Hay una producción riquísima sobre el bandolerismo en México, en Brasil. Hay ya un corpus teórico denso y muy importante en Latinoamérica. En Argentina estamos recién en una etapa exploratoria de casos y de estudios al respecto.

Hay toda una corriente muy crítica, revisionista de Hobsbawm, que tiende a desmitificar caso por caso, muchos personajes.

Se cuestiona, entonces, la efectiva solidaridad del bandido con los pobres. Un segundo punto que cuestiona esta tesis, y que aparece en muchos estudios, sobre todo referidos a México, es el tema del campesinado tradicional. En algunas poblaciones latinoamericanas, pero también en Australia y en el medio oeste norteamericano, aparecen bandoleros sociales en sociedades de avanzado proceso de desarrollo capitalista y¿dónde está el campesinado tradicional? En Argentina hay otro caso que cuestiona la hipótesis de la naturaleza pre política o pre sindical de bandido social. Aparecen los Velázquez en los años 60, después del peronismo. O Mate Cocido, aparece cuando los sindicatos de la FORA están en todos lados.

Esto muestra que nosotros seguimos una evolución más compleja que los países europeos. Ellos estabilizan sus sistemas políticos, consolidando su economía capitalista y su estado moderno a un nivel que en Latinoamérica no ocurre ni siquiera hoy.

En Argentina, sostengo una idea mía sobre este tema, hubo muchos bandidos que efectivamente, arreglaban con la policía, o con sectores del poder. Vairoleto, inclusive, en su época final, arregla con la policía de Alvear, del sur de Mendoza; y después de su primer crimen arregla con un cacique yrigoyenista que lo protege, sin dejar, por eso, más tarde, de embarcarse con los anarquistas para dedicarse a repartir panfletos. Hay que matizar este fenómeno de la solidaridad con algo que también Hobsbawm ha dicho: con la idea según la cual se afirma que si el bandido quiere sobrevivir, si sobrevive mucho tiempo es porque ha hecho algún arreglo con los sectores del poder.

Personalmente estoy intentando demostrar que la importancia del bandolerismo social en el país es tan grande como en México o Brasil. Estoy trabajando este punto en mi próximo trabajo. En él intento hacer una especie de recorrido tendiente a demostrar la importancia del bandolerismo social vinculado con las luchas políticas.

– ¿Va a seguir con Vairoleto?

– Yo no lo voy a dejar nunca, en realidad él nunca me dejó a mí.

Voy a seguir completando líneas históricas desde otros personajes, trazando un panorama más amplio de estas expresiones de la cultura popular. Me gustaría poder contar a través de gente como él, La historia de este pueblo.

Susana Yapert


Hugo Chumbita. Pampeano. Maestro rural. Poeta. Abogado. Preso político. Exiliado en España durante la dictadura. Abogado de la CGT. Académico. Escritor. Desde 1968, estudia el fenómeno del bandolerismo alrededor de la figura de Juan Bautista Vairoleto, de quien se declara "admirador".

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