Bajo el signo de la perfección
"La Madonnita" de Mauricio Kartún, una puesta brillante con actuaciones destacadas.
CIPOLLETTI (AC).- El ser humano es tan imperfecto que odia, aborrece la condición que lo hace hombre. Desde tiempos inmemoriales ha perseguido con obsesión mordaz la idea de apresar en una sola forma aquello que en un momento determinado fue -desde su óptica- perfecto. "Embalsamar instantes" perfectos significa escaparle al deterioro del tiempo y manifestarse en contra de la vulgaridad de la cotidianidad. Fosilizar en las retinas la imagen más exquisita de una persona o un momentos deseado no es una oferta para descartar. Petrificar bajo los párpados aquello que alguna vez fue hermoso antes de tornarse imperfectamente humano es el deseo de los soñadores.
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