Autonomía no es soberanía
Si bien ha sido un triunfo de la sensatez la realización de la sesión del Consejo Superior (CS) de la UNC después de un mes de iniciada la toma no puede decirse lo mismo de lo resuelto por ese cuerpo. Se van perfilando en estas decisiones algunos criterios que poco tienen que ver con alcanzar una institución socialmente reconocida por sus logros académicos y por su inserción real y no discursiva en aportar soluciones a los problemas concretos que tiene nuestro país. Gran parte de la responsabilidad por estas cuestiones la tiene la confusión del término autonomía. Al resolver la cuestión de las acreditaciones en un sentido de rechazo tanto de la Ley de Educación Superior (LES) y la Coneau como de los procesos de acreditación pasados, presentes y futuros a nivel de grado y posgrado, claramente posiciona a la UNC como una institución que identifica autonomía universitaria con soberanía, con la consecuencia obvia de no querer someterse a la legislación nacional vigente, pese a contar ésta con fallos en firme de la propia Corte Suprema. No es novedad que en su trayectoria la UNC ha expresado en numerosas oportunidades su oposición al contenido de la LES. Pero esto no implica que cuando existe dentro de ese marco un proceso de acreditación que objetivamente puede poner en riesgo la validez nacional y el reconocimiento oficial de los títulos que emite nuestra universidad prime la demagogia y el discurso fácil por sobre la responsabilidad institucional. Nuestros egresados no pueden transformarse en rehenes de maniqueísmos políticos. Por eso acreditamos las carreras de Ingeniería pese a que hemos sido y somos críticos de tal ordenamiento legal. Pero, la realidad social es más compleja y sutil de lo que aparece a primera vista. Requiere de análisis profundos y si pretendemos modificarla tenemos que confluir la participación democrática más activa con la responsabilidad y el apego a las normas de convivencia y al estado de derecho. Concedo que estas cuestiones carecen del aire de romanticismo que, en una primera lectura, tienen las consignas que movilizan a las organizaciones estudiantiles. En un país en donde la población recela del poder político de turno apostar al fortalecimiento de las instituciones puede parecer una cosa intrascendente. Pero para aquellos que padecimos las consecuencias de la última dictadura, la vida cotidiana en democracia no es un dato menor, es esencial y en la que los universitarios tendremos que hacer docencia cada día. Lamentablemente, algunas autoridades y ex funcionarios, absortos ante el aplauso fácil y el discurso de barricada, asumen la irresponsable postura de incitar al desconocimiento de las leyes sobre la base del «no me gusta». Los universitarios no estamos por encima de las leyes. La sociedad espera de nosotros mensajes claros, propuestas y actitudes serias. Si no nos satisfacen ciertas normas legales tendremos que elaborar otras alternativas y hacer funcionar nuestros órganos de gobierno, sin presiones ni chantajes. En el pluralismo, en el respeto de las ideas y en asumirnos como ciudadanos responsables están los elementos de la solución a la crisis que atraviesa la UNC. La decisión tomada por la mayoría del CS el viernes claramente eligió otro camino.
Daniel Boccanera
Decano de Ingeniería
Nota asociada: CRISIS EN LA UNIVERSIDAD: Incertidumbre por el futuro de la UNC después de la toma
Nota asociada: CRISIS EN LA UNIVERSIDAD: Incertidumbre por el futuro de la UNC después de la toma
Si bien ha sido un triunfo de la sensatez la realización de la sesión del Consejo Superior (CS) de la UNC después de un mes de iniciada la toma no puede decirse lo mismo de lo resuelto por ese cuerpo. Se van perfilando en estas decisiones algunos criterios que poco tienen que ver con alcanzar una institución socialmente reconocida por sus logros académicos y por su inserción real y no discursiva en aportar soluciones a los problemas concretos que tiene nuestro país. Gran parte de la responsabilidad por estas cuestiones la tiene la confusión del término autonomía. Al resolver la cuestión de las acreditaciones en un sentido de rechazo tanto de la Ley de Educación Superior (LES) y la Coneau como de los procesos de acreditación pasados, presentes y futuros a nivel de grado y posgrado, claramente posiciona a la UNC como una institución que identifica autonomía universitaria con soberanía, con la consecuencia obvia de no querer someterse a la legislación nacional vigente, pese a contar ésta con fallos en firme de la propia Corte Suprema. No es novedad que en su trayectoria la UNC ha expresado en numerosas oportunidades su oposición al contenido de la LES. Pero esto no implica que cuando existe dentro de ese marco un proceso de acreditación que objetivamente puede poner en riesgo la validez nacional y el reconocimiento oficial de los títulos que emite nuestra universidad prime la demagogia y el discurso fácil por sobre la responsabilidad institucional. Nuestros egresados no pueden transformarse en rehenes de maniqueísmos políticos. Por eso acreditamos las carreras de Ingeniería pese a que hemos sido y somos críticos de tal ordenamiento legal. Pero, la realidad social es más compleja y sutil de lo que aparece a primera vista. Requiere de análisis profundos y si pretendemos modificarla tenemos que confluir la participación democrática más activa con la responsabilidad y el apego a las normas de convivencia y al estado de derecho. Concedo que estas cuestiones carecen del aire de romanticismo que, en una primera lectura, tienen las consignas que movilizan a las organizaciones estudiantiles. En un país en donde la población recela del poder político de turno apostar al fortalecimiento de las instituciones puede parecer una cosa intrascendente. Pero para aquellos que padecimos las consecuencias de la última dictadura, la vida cotidiana en democracia no es un dato menor, es esencial y en la que los universitarios tendremos que hacer docencia cada día. Lamentablemente, algunas autoridades y ex funcionarios, absortos ante el aplauso fácil y el discurso de barricada, asumen la irresponsable postura de incitar al desconocimiento de las leyes sobre la base del "no me gusta". Los universitarios no estamos por encima de las leyes. La sociedad espera de nosotros mensajes claros, propuestas y actitudes serias. Si no nos satisfacen ciertas normas legales tendremos que elaborar otras alternativas y hacer funcionar nuestros órganos de gobierno, sin presiones ni chantajes. En el pluralismo, en el respeto de las ideas y en asumirnos como ciudadanos responsables están los elementos de la solución a la crisis que atraviesa la UNC. La decisión tomada por la mayoría del CS el viernes claramente eligió otro camino.
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