¿Atenuantes en el crimen de Zapala?: la clave está en la historia familiar
El nuevo equipo de defensores cree que la pericia psicológica dará resultados a favor de los imputados. Para la fiscalía, los episodios de violencia habían disminuido en los últimos años.
La fiscalía y la defensa despliegan su estrategia como un juego de ajedrez sobre un tablero delimitado por el dolor. A partir de ahora y hasta un hipotético juicio por jurados futuro, intentarán medir con distintas varas la magnitud de la violencia que desplegaba Orlando Jara sobre su familia.
El caso que cumple hoy una semana puede resumirse así: los hermanos Fernando (27) y Matías Jara (21) asesinaron a golpes y puñaladas a su padre Orlando (55) en la calle Sarquís de Zapala, a las 8.30 de la mañana, a la vista de sus vecinos. Después ocurrió la acción espeluznante que atrae y repele en este caso: Fernando lo decapitó con un cuchillo, se tomó una selfie y se la envió a un amigo. No lo hizo para ocultar su acción criminal; fue el gesto de exhibicionismo como remate. «Este no nos jode más», dijo, en tono de quien necesita comunicar que se libró de una cadena.
¿Pero cuál era esa cadena exactamente?
La defensa, que asumió el viernes el equipo conducido por Gustavo Lucero, se ubica en un extremo del tablero: su hipótesis es que el crimen fue el resultado de una vida sometida a un régimen de violencia familiar. “Será clave la pericia psicológica y psiquiátrica”, adelantó el abogado.
La fiscalía no reniega de la importancia de esa pericia, pero cree que jugará a su favor: “hay testigos que nos dicen que hace cuatro años que no se producían escenas de violencia física dentro de la familia. Tampoco hay denuncias en todo ese tiempo”, dijo la fiscal jefa Sandra González Taboada. Para ella, el motivo del crimen y del show off final pudo ser otro.
"Muy violento"
Los testigos, en líneas generales, hablan bien de Fernando y Matías y mal de Orlando.
Es el caso de Verónica Garrido, quien le dijo a Río Negro: “Los chicos son buenas personas. Yo vi la violencia con la que los trataba su papá. El vecino llegaba ebrio, era muy violento, los golpeaba y a veces en pleno invierno, con nieve; los dejaba afuera”.
Agregó que Hilda Acuña, su pareja, “siempre luchó por sus hijos” y “nadie la apoyaba”.
"Fernando, el que más sufrió"
Teresa Núñez fue maestra de Fernando, Matías y Diego Jara, y conoce a Giuliana. Además de docente jubilada tras 28 años de carrera, es militante social.
Dijo a este diario que “jamás sospeché que ellos pudieran vivir bajo un clima de violencia y esa es una angustia muy grande que tengo. Pero no sólo yo, sino todas las maestras porque cuando esto pasó nos comunicamos y todas sentimos o mismo.”
Muchas docentes de la escuela 114 participaron de la marcha del miércoles, al igual que excompañeros y padres.
Sobre Hilda, señaló que “fue siempre una mamá presente, los llevaba y los iba a buscar… muchas veces se hacía cargo de otros nenes. Se venía caminando desde su casa (ubicada a más de dos kilómetros), nunca faltó a una reunión de padres”.
En cambio Orlando jamás apareció, “ni cuando los nenes egresaron; ella se hizo cargo de todo.”
Teresa señaló que “Hilda siempre buscó lo mejor para sus hijos. Para sacarlos de la violencia los llevó a ajedrez, los anotaba en gimnasia. El mejor refugio para proteger a sus hijos fue la educación y las actividades extraescolares.”
“Fernando era sumamente tranquilo, muy participativo en el aula y muy inteligente. Cuando a Diego lo vi en la entrevista luego de la primera audiencia, vi la carita del nene que fue alumno mío tomando responsabilidades de hombre”, agregó.
Opinó la docente que “estos pibes tendrían que haber tenido la oportunidad de haber seguido una carrera universitaria”.
Reveló también que “Fernando fue el que más violencia sufrió y nunca expresó nada. Los violentos trabajan mucho en la autoestima de las víctimas, los hacen más sumisos con tanta denigración. Hilda no pudo denunciarlo, la víctima denuncia cuando puede y la vez que se animó tuvo que retirarla”, dijo en alusión a una denuncia de 2016.
"Cobraba y al casino"
“Del portón de su casa para acá era una buena persona. No tengo nada que decir”. Así responde Cristian Rivera cuando le preguntan sobre Orlando Jara.
Además, el principal testigo del crimen que conmocionó a Zapala agregó que “pondría las manos en el fuego por esos chicos. Son excelentes personas”, en referencia a Fernando y Matías Jara, imputados por el asesinato de su padre.
Rivera y Jara compartían trabajo a diario arreglando autos. “Si agarrábamos 10 pesos eran 5 para cada uno. Él cada vez que cobraba un mango se iba para el casino”, confesó el hombre.
Justamente esa madrugada, Orlando Jara estuvo en el casino hasta las 5:15. A esa hora, las cámaras de vigilancia registran su salida.
Durante la trágica mañana del domingo 26, a Rivera le tocó llamar varias veces por teléfono a la Policía mientras ocurría el crimen.
“Esa mañana me desperté por los gritos. Jara pasó corriendo para uno de los departamentos que hay acá atrás y cuando salí vi que Fernando y Matías estaban en la puerta de su casa. Parados al lado del portón. Fernando lloraba de manera desconsolada. A los gritos”, afirmó Rivera.
El domicilio del testigo se encuentra entre medio de la casa de los Jara y la de Sara Narambuena, mujer que murió en un incendio ocurrido el mismo día del crimen, a la tarde.
Hasta ahora, se considera un hecho accidental y que no está relacionado. Se investiga si había un vínculo entre Sara y Orlando.
"Perdoné a mis sobrinos"
Otro de los que dialogó con Río Negro fue Belarmino Jara, hermano de Orlando y tío de Matías y Fernando.
“Mi hermano un día me comentó que iba a matar a su familia y que luego se iba a matar él. Más de una vez me lo llevé al campo a trabajar para evitar lo que quería hacer. Se quedaba conmigo cuatro meses pero después se volvía. Yo lo venía a buscar pero él se volvía a ir”, agregó.
Por último, con lágrimas en los ojos confesó que “yo perdono a mis sobrinos. Con ellos no tengo bronca, y si puedo darles una mano se las voy a dar”.
¿Juicio por jurados y en Zapala?
El mismo día que ocurrió el crimen de Orlando Jara, el fiscal general José Gerez anticipó que el caso será resuelto por un jurado popular.
Fue un anuncio razonable: se trata de un homicidio calificado por el vínculo, con una expectativa de pena de prisión perpetua, y según el Código Procesal, corresponde que sea debatido en juicio por jurados.
¿Cuando el legajo llegue a esa instancia la calificación seguirá siendo la misma o para entonces habrá surgido algún atenuante que la modifique?
¿Los jurados serán zapalinos? ¿Queda en esta ciudad alguien que no conozca hasta los mínimos detalles y sea neutral?
Colaboración especial: Sergio Arregui
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