Quién fue Justina, la niña que inspiró la nueva ley de donación de órganos

Justina Lo Cane fue una niña de 12 años que falleció el 22 de noviembre del año pasado mientras esperaba un trasplante de corazón, tras encabezar durante 4 meses la lista del Incucai. Su caso motorizó una campaña de promoción de la donación de órganos que tuvo repercusión en todo el país.

Desde muy temprana edad, a Justina le habían detectado una cardiopatía que podía agravarse con los años; el 7 de septiembre del 2017 entró de urgencia a terapia intensiva y dos días después, cuando todos su órganos se descompensaron, la joven tuvo que ser conectada a un ECMO -soporte cardíaco y respiratorio-, mientras aguardaba en emergencia nacional un corazón para el trasplante.

Más información: Aprobaron la ley Justina: todos los argentinos son donantes de órganos

Su familia promovió una campaña por las redes sociales bajo el eslogan “Multiplicate x 7”, que apunta a visibilizar la capacidad que puede tener un cuerpo de salvar otras vidas. Hubo al menos 10 intentos de trasplante que no se pudieron llevar a cabo por incompatiblidad o complicaciones de otra índole.

“Por múltiples factores que afectan al sistema de salud argentino nunca llegó la salvación para ella. Todos los que vivieron una situación igual lo saben. El sistema nunca juega a favor de los pacientes”, advirtió la familia en la carta tras el fallecimiento de la niña.

Y en otro tramo del texto, agregaron: “Con sus 12 años soportó y resistió, esperando (…) Siempre apostando a salvarle la vida a los demás que estaban en su misma condición. Justina es un ejemplo de alguien que antepuso la necesidad de otros a su vida misma. Nunca quiso que pidamos un corazón para ella”.

En el marco de la campaña “Multiplicate x 7”, Juan Carr recordó que, según cifras oficiales, “todos los días nacen 2.200 argentinos y mueren 800”, y afirmó que es necesario generar conciencia respecto a que “no faltan personas que mueran sino que faltan donantes”.

“Justina se fue sabiendo que su lucha les salvó la vida a muchos que esperaban un trasplante. No llegó su corazón. No lo encontraron. No podemos parar de llorar. Ninguna muerte es justa. Menos la de un niño. Justina está en el cielo. Desde allá nos está mirando”, expresó la familia de la niña en el final de la carta.


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