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Especialistas consultados por “Río Negro” coinciden en que deberá adaptarse a una mayor apertura en el Mercosur. Y aceptar el liderazgo de su principal socio comercial en la región.

Jair Bolsonaro ya asumió la presidencia de Brasil, pero los planes de su gobierno y sus posibilidades de concretarlos –considerando la difícil situación económica, el déficit y la fragmentación del Congreso- siguen siendo una gran incógnita, y por lo tanto lo es también qué efectos puede producir en Argentina y la región. “Río Negro” consultó a cuatro expertos en la materia: el ex vicecanciller argentino Andrés Cisneros; el analista internacional Jorge Castro, y los doctores en Ciencia Política, María Esperanza Casullo y Germán Feierherd. Para bien o para mal, lo que suceda en términos económicos en Brasil –que viene de dos años de recesión y otros dos de muy leve recuperación- afectará, evidentemente, a la Argentina, pero no en el cortísimo plazo. En términos geopolíticos, Brasil podría recuperar el liderazgo regional que, ilusoria o realmente, venía intentando llevar adelante Argentina: el Mercosur, en vías de reforma. En el terreno de la política local, ningún experto prevé un efecto contagio, discursivo o real, ni la aparición de un Bolsonaro, con sus posiciones de ultraderecha extrema, por fuera de los partidos tradicionales.

De proteccionista a liberal y aperturista, el discurso de Bolsonaro fue mutando y sigue siendo difícil definir cuál será la posición de su gobierno. El nuevo ministro de Economía, Paulo Guedes, advirtió que promovería reducción de alícuotas de importación e impulsaría nuevos tratados bilaterales. Al mismo tiempo, Bolsonaro mantuvo desde el principio una posición proteccionista, propia históricamente de los populismos de derecha y de izquierda.

“El gobierno de Bolsonaro va a abrir la economía brasileña que es la más cerrada del mundo después de Sudán. Hay que tener en cuenta que Brasil no es la mayor economía de América del Sur, sino que es una de las 10 primeras economías del mundo. Tiene un PBI superior al de Italia, equivale al de la India, que tiene 1200 millones de habitantes más. Esto significa que lo que suceda en Brasil afecta a la región y por lo tanto a la Argentina, que tiene un vínculo estructural, y que deberá adecuarse”, afirma Jorge Castro.

Cisneros, vicecanciller de Guido Di Tella entre 1992 y 1996, se muestra más cauto: “Aparentemente el superministro Guedes procurará un sistema monetarista sumamente abierto como el que instaurara Hernán Büchi en Chile, con mucho éxito. Pero las Fuerzas Armadas, que influyen en el nuevo gobierno, son más proteccionistas. El tiempo dirá”, sostiene.

En los últimos meses se habló mucho sobre lo que podría ocurrir con el Mercosur, la idea de “modernizar” el bloque parece compartida por varios países miembros, incluida Argentina, pero el problema estaría en la forma.

“La así llamada ‘modernización’ del Mercosur sería, básicamente, retrocederlo a Zona de Libre Comercio, de gran éxito en los ‘90 y renunciar o congelar los escalones superiores de Unión Aduanera y Unión Política. Con o sin acuerdo de sus socios, Brasil jugará por su cuenta. Los más perjudicados seremos nosotros porque tenemos una economía en terapia intensiva, nunca nos ocupamos de desarrollar una industria verdaderamente competitiva, y nos gastamos los enormes ingresos de la soja en otras cosas, y nuestra industria tendrá que competir con otros jugadores internacionales. El Mercosur fue creado en los ‘90 como un trampolín para saltar al mundo y venderle. El kirchnerismo invirtió la idea, lo transformó en una fortaleza para que no entrase ningún competidor y, al mismo tiempo, no mejoró nuestra competitividad. Ahora pagaremos esos platos rotos”, pronostica Cisneros.

Castro asegura que el Mercosur hará lo que haga Brasil (“el 74% del producto bruto del Mercosur es Brasil. Allí donde va Brasil va el Mercosur, por necesidad”, dice), pero no considera que los productos argentinos vayan a tener que competir demasiado: “Esto no es así, el principal producto que la Argentina exporta a Brasil son unidades de la industria automotor, y las dos industrias automotrices, la brasileña y la argentina, tienen un grado de integración y complementación prácticamente completo”, sostiene.

Para Cisneros y para Castro, Brasil recuperará ahora el lugar de líder regional que por “peso objetivo” le pertenece. Según Cisneros, el liderazgo regional argentino fue apenas ilusorio, un “poder vicario”, “un delirio de protagonismo de Cambiemos”.

Feierherd, doctor en ciencia política por la Universidad de Yale y profesor adjunto de tiempo completo en la Universidad de San Andrés, considera que cualquier efecto de la nueva política brasileña dependerá “de la capacidad de Bolsonaro, de un gobierno inexperto, para gobernar, para generar consensos políticos en un sistema donde las alianzas son débiles e inestables, y con un PT todavía vivo y fuerte”.

Casullo, doctora en ciencia política de la Universidad de Georgetown y profesora de la Universidad Nacional de Río Negro, es enfática al señalar que “ante la necesidad de acumular pronto un gran apoyo popular, es posible que Bolsonaro se radicalice. Los gobiernos que sobrevinieron a populismos de izquierda tienen que sobreactuar el rechazo a ese gobierno porque esos populismos de izquierda siguen vivos”.

La situación brasileña puede recordar, en este sentido, a la polarización argentina y a la situación de minoría legislativa del gobierno macrista. ¿Qué posibilidades hay, entonces, de contagio y del surgimiento de un Bolsonaro argentino? Según los consultados, muy pocas.

Responde Feieherd: “Por un lado, estos liderazgos tan extremos surgen en una crisis fenomenal en la clase política de Brasil. En Argentina las cosas andan mal, pero no hay una crisis profunda de los partidos. Por el otro, no hay demasiado espacio para que surja un candidato con un discurso tan extremo. El espacio de la derecha está más o menos ocupado por el gobierno. El espacio más populista también parece ocupado. Los gobiernos de izquierda fueron muy distintos, aunque en los dos casos hay un espacio duro “anti” K o PT. Pero en Argentina existió una opción más seria, mucho más moderada, mucho más moderna, para enfrentar al kirchnerismo, que ejerce una especie de límite a que surja un candidato de derecha, extremo, que ocupe ese espacio”.

Responde Casullo: “El gobierno de Macri hasta ahora hizo un equilibrio, si bien viró hacia la derecha en varias posiciones como Seguridad, parece tener bastante claro que en su coalición conviven sectores de derecha con sectores de centro, de centro izquierda, y esto lo vimos en el debate del aborto Si el gobierno imitara a Bolsonaro y se volcara más a la derecha, yo creo que ese equilibrio podría romperse. Teniendo en cuenta que la sociedad argentina históricamente ha mantenido posiciones más progresistas que la brasileña, puede que el votante que aceptó un discurso de centro derecha o derecha, diga, ‘esto ya no me gusta’”.

Jair Bolsonaro durante su asunción en Brasilia, el martes 1º. A donde vaya Brasil, irá el Mercosur, dicen los especialistas.

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“El gobierno de Bolsonaro va a abrir la economía brasileña que es la más cerrada del mundo después de Sudán”.
Jorge Castro, analista político

“Con o sin acuerdo, Brasil jugará por su cuenta. Los perjudicados somos nosotros, porque tenemos la economía en terapia intensiva”
Andrés Cisneros, vicecanciller

“Ante la necesidad de acumular pronto un gran apoyo popular, es posible que el gobierno de Bolsonaro se radicalice”.
María Esperanza Casullo, politóloga UNRN

“Aquí no hay espacio para un candidato con un discurso tan extremo. El espacio de derecha está más o menos ocupado por el gobierno”.
Germám Feierherd, politólogo Universidad de San Andrés

En el terreno de la política local, ningún experto prevé un efecto contagio, ya sea discursivo o real, ni la aparición de un Bolsonaro argentino.

Las primeras polémicas medidas

Apenas asumió, Bolsonaro tomó una serie de medidas polémicas:

Aunque se había previsto aumentar el salario mínimo para este año de 954 a 1006 reales, como la inflación fue menor de la esperada, se aumentó a 998 reales.

Mediante la Medida Provisoria 870/2019 el gobierno excluyó a la población LGBTI como beneficiaria de las políticas y programas destinados a la promoción de los derechos humanos.

Bolsonaro decidió que la delimitación y protección de las tierras de indígenas quede a cargo de la cartera de Agricultura, y no de la institución que había sido creada para ello, algo muy criticado por las comunidades.

El nuevo presidente anunció también un plan de privatizaciones por u$s 1900 millones, que incluyen la concesión de aeropuertos, puertos y ferrocarriles.

Datos

En el terreno de la política local, ningún experto prevé un efecto contagio, ya sea discursivo o real, ni la aparición de un Bolsonaro argentino.

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