Hundimiento del buque: desplazan a jefes navales, Puricelli sigue
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El gobierno ordenó desplazar a dos jefes navales por el hundimiento del buque destructor “Santísima Trinidad”. El responsable del área, el ministro de Defensa Arturo Puricelli, seguirá en el cargo, pese a que antes de que Cristina Fernández regresara al país de su gira por Asia advirtió que “se me va a caer la cara de vergüenza cuando le cuente a la presidenta”. El ministro acumula problemas desde que llegó a Defensa: la retención de la fragata “Libertad” en Ghana por un reclamo de fondos buitres, la corbeta “Espora” detenida largo tiempo en Sudáfrica por una avería y falta de repuestos, la misma situación que sufren muchos navíos de la Armada. Y ahora, el martes pasado, se sumó el hundimiento en la base naval de Puerto Belgrano del destructor “Santísima Trinidad”, que tuvo un importante rol en la guerra de Malvinas. Puricelli ordenó ayer desplazar a dos jefes navales en el marco de la investigación por el último hecho. Se trata del jefe de Mantenimiento y Arsenales de la Armada, contralmirante Alberto Francisco García Grigioni; y el titular del Grupo de Desafectación del buque “Santísima Trinidad”, capitán de navío Lorenzo Veccia, se informó ayer desde la Rosada. En una nota dirigida al jefe de la Armada, almirante Daniel Martín, Puricelli pidió desplazar a estos dos oficiales “con el objetivo de favorecer el curso de la investigación que se encuentra en desarrollo, y garantizar la transparencia y objetividad de lo actuado” en el caso del hundimiento de la embarcación. El ministro reclamó al jefe naval que se garantice “la absoluta restricción de tránsito y acceso al sector donde se encuentra el buque” tanto al personal civil como el militar ajeno a la investigación”. El destructor misilístico “Santísima Trinidad”, que fue la nave insignia en el desembarco para recuperar las Islas Malvinas en 1982, sufrió el 20 de enero último la rotura de una válvula de seis pulgadas, lo que provocó su hundimiento. El ministro había expresado el miércoles que “es raro que, estando amarrado a puerto, se pueda hundir en cuestión de horas sin ninguna razón aparente”. También advirtió que “nadie planteó ‘acá hay un problema en este buque que puede tener una avería y nos falta algún elemento’. No es un problema presupuestario. Este es un problema o de negligencia o es un sabotaje”. Desde el 2004, cuando se lo retiró del servicio activo, se encontraba amarrado en uno de los muelles del asentamiento militar, en una zona de bajo calado, con apenas cinco metros de profundidad. Su último viaje fue en junio de 1989. Pensaban convertirlo en museo. (Red. Central/ DyN)
El ministro de Defensa dijo que se le caía la cara de vergüenza y ahora aplica despidos.
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