Aquellos ojos negros

Inmensos ojos negros. Pechos jóvenes, turgentes. Estilo decidido.

Esta fue la batería con que la entonces muy joven Mercedes Marina Aragonés sedujo un tórrido mediodía del '49 al también joven abogado Carlos Juárez. Ella, docente. El, gobernador en nombre del muy flamante peronismo.

Ella había entrado en la Casa de Gobierno y, en términos cercanos a una orden, solicitó una entrevista con el mandatario.

– Y la quiero ahora- reclamó.

Cuando Juárez la vio, intuyó que su destino afectivo pegaba un brinco. Poco pasó para que «Nina» se convirtiera en su secretaria privada. Y no mucho más para que él abandonara a su esposa y dos hijas.

Así nació el régimen político que por acción directa e indirecta signa más de medio siglo de la vida institucional de Santiago del Estero.

Una estructura de poder que siempre funcionó mediante la aplicación simbiótica de autoritarismo – paternalismo para obtener la obediencia del grueso social de la provincia.

No fue una tarea compleja. Abrevó en la fuerte dependencia que del aparato y acciones del Estado tiene desde lejos la sociedad santiagueña.

Y aquella tarea fue también abonada por el sólido tradicionalismo de usos y costumbres que, para relacionarse con el poder, definen a la provincia desde tiempos que se remontan a la colonia.

Porque desde su conformación social, Santiago del Estero es más el resultado de antiguos patrones de sumisión y resignación, que la consecuencia de una estructura abierta, contradictoria y de fuerte personalidad.

Ajena a lo largo de casi toda su historia a procesos de modernización de su economía, su sistema político siempre fue expresión de ese atraso.

En el vértice superior del régimen, un liderazgo firme del matrimonio Juárez.

Serpenteando sobre el conjunto de la sociedad. Condicionando conductas. Desdibujando el límite entre lo público y lo privado.

Controlando y regulando la existencia y acción de la sociedad. Anulando el espacio público como creación del conjunto. Y legitimando esa quita desde un discurso donde don Carlos y doña «Nina» siempre emergieron como los hacedores excluyentes del destino de los santiagueños.

Esta es la lógica y mecánica con las que el matrimonio aplicó y reprodujo su poder político. Lógica compleja de desarticular.

Pero sobre la que torna imprescindible arremeter.

  Nota asociada: Los Juárez reunieron su gente y hoy el Congreso trata la intervención  

  Nota asociada: Los Juárez reunieron su gente y hoy el Congreso trata la intervención  


Inmensos ojos negros. Pechos jóvenes, turgentes. Estilo decidido.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $2600 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Certificado según norma CWA 17493
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Certificado según norma CWA 17493 <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios