La infancia en los cachorros, esencial para una buena vida
Las vivencias en sus primeros años de vida son primordiales para el animal, pues influirá en sus emociones y desarrollo, por lo que es necesario atender debidamente sus necesidades.
El período de sociabilización o impronta en cachorros caninos comienza en la tercera semana de vida y culmina alrededor del cuarto mes. Este período es fundamental, sostiene Luis Ayala adiestrador canino allense, experto en modificación de conductas e integrante del Proyecto Bien de Perros, porque es cuando los cachorros activan, experimentan y afianzan sus habilidades para interactuar con los de su especie y con las otras incluidos los humanos y estos aprendizajes suelen ser de por vida. En ese tiempo, los cachorros fijan a que especie pertenecen, como comunicarse y aprender y comienzan a observar e imitar. “Es factor definitorio del carácter futuro del cachorro, por lo tanto, de las características comportamentales del perro adulto”, manifiesta.
“Es muy bueno para la salud comportamental del cachorro ser expuesto a experiencias enriquecedoras”
Luis Ayala adiestrador canino, mod. conductas y Proyecto Bien de Perros.
Los estados emocionales en mi perro
Para Ayala, el periodo con la madre es fundamental y existen procesos que se generan en el desarrollo comportamental del cachorro dependiendo de la acción directa de la madre, que despertaran implicancias de por vida. Por ejemplo, el autocontrol de la mordida y ansiedad – explica-. Después de parir, la madre permanece con los cachorros todo el tiempo, pasadas algunas semanas, aunque nunca deja de atenderlos, pero comienza a poner cierta dejándolos solos varias veces al día y les enseña a quedarse solos. Cuando caminan y tienen dientes, ante la insistencia en mamar, duele y les enseña límites.
“El período de impronta debería ser para el cachorro el inicio de un largo historial de experiencias con éxitos, con la sensación de que las dificultades y los miedos pueden ser superados trabajando en manada.
“El destete es la 1° desligazón que el cachorro experimenta y debe contar con su madre para enseñarle a gestionar esa frustración”, manifestó el profesional. A nivel neurofisiológico, según explica Ayala, se producen cambios y la activación de vías neuronales que desarrollan el autocontrol y moderan el comportamiento, en estas redes neuronales se “guardan” todas las experiencias del cachorro y las respuestas ante los estímulos, permitiendo que las secuencias comportamentales se realicen en todas sus fases.
Un cachorro que no modera sus respuestas es generalmente torpe y bruto en sus interacciones, mordisquea, salta, parece no poder quedarse quieto o lograr estados de serenidad. “Esos comportamientos de hiperactividad puede deberse al trastorno llamado síndrome de disocialización primario, que es la falta de una correcta impronta, por la prematura separación de su madre y hermanos”, explicó y añadió que “esa carencia temprana de contacto e interacción con su madre genera en el cachorro, la imposibilidad de lograr una conformación correcta de sus autocontroles de impulsos”. Por esta razón es importante no desmadrar a los cachorros hasta después de 60 días. La madre es su “primer fuente de experiencias para la vida”.
Destete y desmadre no se deben confundir, advierte Ayala. El destete es un proceso que lleva adelante la madre y es altamente saludable para la salud y bienestar de la madre y los cachorros. En cambio, el desmadre es un manejo del criador cuando decide separar a los cachorros de su madre. Si este manejo se hace de forma prematura, antes que la madre haya completado el proceso de destete, existen muchas posibilidades de que aparezcan en el desarrollo comportamental del cachorro algunos de los trastornos antes mencionados, concluyó.
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