Análisis: Ahora el desafío de Fernández es el liderazgo
En una Argentina en las que todas son urgencias, el triunfo del Alberto Fernández presenta como primer interrogante cuál va a ser la estabilidad del frente peronista en un contexto de una crisis económica de desenlace incierto. La experiencia indica que esa estabilidad en el peronismo sólo puede ser garantizada por un liderazgo fuerte. Los ejemplos de Menem y los Kirchner hablan de eso.
El conflicto que se presenta es que Fernández llega al poder por delegación de Cristina Kirchner. No hay precedentes si se exceptúa el caso de Cámpora en 1973. Ignoramos los términos en los que Cristina negoció este acuerdo de convivencia con Fernández. Pero no hay duda de que fue un acierto estratégico. Logró la unidad del peronismo y lo devuelve impensadamente al poder.
A la pregunta sobre la sustentabilidad hay que sumar una segunda, implícita: cómo va a enfrentar Fernández los enormes desafíos por delante en materia económica. El próximo presidente tendrá un escenario diferente del que recibió Kirchner después de la transición de Duhalde. Aquel desafío no fue tanto económico como político: restaurar la institución presidencial y recuperar la confianza en la política. Kirchner superó ambos.
Lo que se abre ante Fernández es un reto más difícil. Se perdieron 22.000 millones de dólares de reservas en estos últimos dos meses; defaults selectivos, inflación descontrolada, el regreso del cepo para el dólar y la actividad estancada. Tendrá que ponerse a trabajar hoy mismo con el presidente Macri para que la transición no sólo sea ordenada; necesita dotarla de un rumbo del que hoy carece.
Aunque previsible, la derrota de Macri debe ser resignificada a la luz de los resultados de ayer. El presidente recuperó la competitividad y recortó más de 8 puntos la diferencia de las primarias. Macri logró revertir derrotas en Santa Fe y Mendoza, ratificó su primacía en Córdoba y en Ciudad de Buenos Aires (Larreta alcanzó la reelección) y consiguió triunfos como en San Luis. No le alcanzó para compensar el duro revés en el conurbano bonaerense, donde el peronismo consolidó su triunfo nacional.
También se abre una incógnita acerca de los alineamientos en la oposición. Con el resultado de ayer, Macri puede reclamar el lugar de liderazgo, pero no será fácil: deja de regreso al kirchnerismo y una economía en peores condiciones que la que recibió, una de las claves de la derrota.
Macri se despidió con masivas movilizaciones que representan una señal de atención para el gobierno que viene: parte importante de la sociedad no está dispuesta a aceptar nuevos desvíos autoritarios y defiende una agenda institucional y de transparencia en el ejercicio del poder. No podrá ser desconocida.
Esa noción conduce a preguntarse por el futuro de las causas por corrupción que enfrenta la expresidenta y si el acuerdo con Fernández incluye un capítulo que asegure su impunidad.
Se abre un etapa de incertidumbre, con el peronismo consagrado una vez más como actor central de la política argentina, relegando al espacio no peronis a un papel transicional. Esta vez regresa al poder sin renovación. Sin que se sepa cuál de todas sus caras va a prevalecer.
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