Ana García Blaya cuenta su historia con humor en “Las buenas intenciones”
Una comedia, lúcida, tierna y levemente triste para ver en Cipolletti
Ana García Blaya debuta en la realización cinematográfica con “Las buenas intenciones”, una comedia con toques amargos que tuvo su premiere mundial en el Festival de Toronto y se puede ver ahora en el Complejo Cultural de Cipolletti.
La película, que también viajó a los festivales de San Sebastián -donde ganó el premio de la Juventud-, Biarritz, Oslo, La Habana, Zurich y Mar del Plata propone un relato biográfico, en un texto cinematográfico que emparenta y asocia el registro documental del VHS casero con la ficción.
Javier Drolas como el padre, Jazmín Stuart como la madre y Juan Minujín como el nuevo marido de la madre junto a tres chicos: una adolescente, un prepúber y una niña, componen el relato que se vale de los recuerdos sin anestesia de la realizadora, cuando debió enfrentar una situación conflictiva que involucró a sus progenitores, ella y sus hermanos.
“Es una película bastante autobiográfica y escrita sin pensar en un posible rodaje; empezó como un ejercicio, casi una catarsis, que terminó en un guión que luego quedó dormido en un cajón por un tiempo hasta que falleció mi papá cinco años atrás, y con mi hermana decidimos ponernos en marcha para hacer la película”, cuenta García Blaya en charla con Télam sobre el modo como surgió el filme, de una intensa frescura y narrado sin ocultamientos y a piel viva.
P- La película propone algo difícil que es pensar en el protagonismo de tres chicos, ¿cómo fue para una debutante como vos este compromiso?
R- Me ayudó mucho María Laura Berch, que trabajó como coach e hicimos un trabajo previo de dos meses con los chicos. Yo tenía la película bastante clara en la cabeza y lo que quería era explicarles a ellos lo que estaba buscando.
Todo el proceso previo al rodaje fue muy intenso, fuimos encontrando cosas de mi papá desconocidas y rescatando también canciones de él.
P- También es muy fuerte la mixtura que hay entre videos caseros y la producción cinematográfica en el relato y la textura que eso le da a la película.
R- Los videos que aparecen eran de mi padre, en los 90 se compró una cámara y la usó para trabajar, filmaba cosas como las bienales de arte de la ciudad y en el medio nos filmaba a nosotros y se filmaba con amigos.
Hubo mucho material que yo conocía pero otro que descubrí en la etapa de edición.
Creo que fue un material que sirvió para resignificar todo lo que estaba en el guión y también para que el espectador supiera que algo de eso había sucedido.
P- ¿Cómo es la situación desde la dirección de cine de trabajar con un material tan personal?
R- Para mí la película es un viaje emocional, creo además que tuvo mucho valor como proceso, porque fue algo muy genuino donde nos involucramos los tres chicos que aparecemos en la película; mi hermana fue la que insistió para que la hiciéramos y es la productora, mi hermano hizo la música y trabajamos también con música de mi papá, fue como una unión entre el presente y el pasado.
Télam
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