Algo más que una imagen
La "ofensiva" de los satíricos y el burdo ataque emprendido por el gobierno son síntomas de un mal muy profundo.
Cualquier persona decente sentirá simpatía por el presidente Fernando de la Rúa que, para su propio desconcierto y aquel de sus asesores, se ha visto convertido en objeto de burla por diversos medios de difusión, pero, como sin duda ya entiende, los intentos oficiales de convencer a los satíricos de la conveniencia de tratarlo con más respeto no pueden sino resultar contraproducentes. En efecto, la consecuencia más notable de las protestas oficiales ha consistido en propagar la impresión - es de esperar que sea falsa -, de que tanto el protagonista involuntario de este show denigrante como los miembros de su gobierno viven pendientes de las bromas de un conjunto abigarrado de comediantes televisivos y caricaturistas, lo cual, obvio es decirlo, ha servido para difundir aún más la idea de que el presidente es un hombre irremediablemente vacilante, torpe y verborrágico. Puesto que los publicistas gubernamentales se habían esforzado tanto por proyectar una imagen totalmente distinta, es comprensible que muchos miembros del entorno delarruista no hayan podido disimular su amargura: entre otras cosas, Marcelo Tinelli, Nik y otros profesionales se las han arreglado para desenmascararlos como los aficionados que son al derrotarlos en el campo de batalla que ellos mismos habían elegido.
Registrate gratis
Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento
Suscribite por $2600 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Comentarios