Aimé Painé: de la salita al gran salón

Daiana Faath junto a a Sheila Pérez armaron el proyecto “Auca Zomo” que con sus retratos es parte de la cuarta Bienal Neuquén Contemporáneo (NC4).

Daiana Faath siempre dibujó, pero mucho cambió desde aquellos comienzos de papel y lápiz en mano. El blanco y negro de entonces se llenó de color de la mano de su pequeño hijo Tahiel, aparecieron una técnica y una estética que reformularon definitivamente su arte.

De a poco hizo públicos sus particulares retratos de artistas populares hasta llegar a Aimé Painé. Una serie de retratos de la cantora mapuche fueron seleccionados para ser parte de la cuarta Bienal Neuquén Contemporáneo (NC4) recientemente inaugurada en el Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén.

Reginense del 86, milonguera y profe de historia, Daiana se entusiasmó con la convocatoria a la bienal y resolvió que había que aprovecharla.

Se reunió con Sheila Pérez, docente del Jardín Independiente 96, de Huergo, y juntas dieron forma al proyecto “Auca Zomo”, del que también fueron parte unos treinta niños de las salas de cuatro y cinco años y las docentes Aimará Di Salvo y Gabriela Fernández.

Hora de pintar. Los chicos del Jardín 96, de Huergo

“Auca Zomo” está conformado por una serie de retratos de Aimé Painé hechos a partir de las pinturas y los dibujos de libre creación de los pequeños alumnos del jardín huerguense.

Ese material es utilizado por Faath para el collage que dará color a sus retratos en lápiz de cantora popular.

Pero la inclusión de este trabajo colectivo, colaborativo y comunitario en el NC 4 no habría sido posible sin la curaduría de Kekena Corvalán.

Activa militante feminista, Kekena le dijo a Río Negro, durante una reciente entrevista, antes de la inauguración de la bienal, que cada curador tiene un corte propio y el de ella es “federal y feminista”.

“Trato de llevar adelante una curaduría afectiva, inclusiva. Entonces, mi corte fue abrirnos a la comunidad con proyectos relacionados con los intereses colectivos”. En esa tesitura, “Auca Zomo” encajaba perfecto.

La idea de Daiana y Sheila fue trabajar la interculturalidad y materializarla a través de obras de arte, intervenir hojas con temperas a través de diferentes recursos. Esa materia prima se utilizó para conformar las obras seleccionadas para la bienal.

El proyecto artístico tuvo su correlato curricular en el aula donde se trabajó la interculturalidad a partir del idioma y la música, entre otros elementos centrales de la cultura mapuche que, desde la plástica, se resumen en la figura de Aimé Painé.

Aimé, en una de las versiones seleccionadas para la bienal NC4.

Daiana quería ampliar las técnicas mixta utilizaba con su hijo, le comentó a Sheila idea de generar obras colectivas y así surgió la posibilidad de trabajar con los chicos de las salas del Jardín.

Sus dibujos, hechos con témperas, crayones y lápices sobre papel, fueron transformados en collage también sobre papel. Al final, la unión del retrato de Aimé y las intervenciones en color se colocaron sobre placas de fibro fácil. Cinco de esas obras colectivas pueden verse en la sala principal del Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén.

Los motivos por los cuales este proyecto fue incluido en esta bienal, una de las más importantes del país, fueron que, según la curadora, este año habían tenido mucha fuerza los proyectos colectivos.

La importancia de la cultura mapuche y, a propósito del concepto de puente que define a esta bienal, Daiana y Sheila buscaron trazar puentes para llevar la cultura mapuche a diversos sectores de la comunidad, tal como lo hacía Aimé con su música y su canto.

Reivindicar la figura de una mujer como Aimé y que del colectivo artístico hayan sido parte niños y niñas de un jardín de infantes también fue decisivo para la selección de “Auca Zomo”.

Daiana Faath no tiene formación artes plásticas: es autodidacta.

“Busco, exploro y experimento”, revela.

Su vocación siempre fue el dibujo con lápiz y papel, en blanco y negro. A pesar de ser una admiradora de la obra de Vincent Van Gogh, sus trabajos no tenían color hasta que llegó su hijo Tahiel.

Al año y medio de ser mamá se le ocurrió agregar a sus dibujos las intervenciones que el niño hacía jugando que pinturas y colores.

Lo hizo sobre “Los girasoles”, una obra clásica de Van Gogh. El resultado no pudo ser mejor y desde entonces coloreó cada retrato con un collage.

Resuelta a desarrollar la técnica mixta junto a Tahiel, Daiana comenzó a hacer retratos de íconos del tango, desde Ástor Piazzolla a Osvaldo Pugliese, pasando por Tita Merello y Pichuco Troilo, en parte porque su otra pasión es bailar el tango.

El año pasado, la coreógrafa y bailarina de tango neuquina Laura Sidera la invitó a mostrar sus trabajos en un festival importante que se hacía en Neuquén. Dudó, pero aceptó.

Así fue como, de a poco, se animó a mostrar sus trabajos.

Desde entonces, las exposiciones se sucedieron en la región y también en los espacios más destacados de la milonga porteña.

Entusiasmada por la buena recepción de su obra, amplió el universo de los retratados para incluir a John Lennon, Atahualpa Yupanqui, Rodolfo Walsh, Julio Cortázar y Eva Perón, entre tantos otros. Y en ese contexto de amplitud aparecieron la bienal neuquina, Aimé Painé, los alumnos del jardín huerguense y una obra que comienza a ver su techo cada vez más alto.


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