Adriana Barenstein «Prefiero la ruptura de volver a empezar» 18-06-00

Adriana Barenstein: "Prefiero la ruptura de volver a empezar"

-La tarea de organización y de docencia está muy ligada a vos: en la década del «80 creaste y dirigiste la escuela de danza de la UBA, y actualmente estás coordinando los distintos talleres y la escuela de danza del Centro Cultural Borges.

-Para mí el trabajo de coordinación está relacionado con convocar gente especializada para dar los cursos (en diferentes áreas, no sólo en danza), con abrirme constantemente y no ser mínima, chiquita y recaer siempre en llamar a los amigos, a los conocidos.

Con respecto a la docencia, encuentro la enseñanza como un espacio para luchar, para trasmitir lo que pienso en torno a la danza, en contra de cierta frivolidad que persigue sólo lo que está de moda.

Intento ayudar desde mi lugar para que pasen cosas que sorprendan, y que realmente se geste un espacio participativo.

El período en que dirigí la escuela de danza de la UBA en el Centro Cultural Ricardo Rojas, fue muy importante para mí, fue un momento vertiginoso, luego empecé a buscar otros rumbos.

¿A qué estética te parece que corresponden tus espectáculos como «Disculpen este prolongado silencio con música» de Ezequiel Grimson (1992)?

-A mí no me gusta definir corrientes y decir mis espectáculos pertenecen a … Si yo digo que mi creación corresponde a determinado canon no puedo pertenecer a otro, me tengo que quedar ahí encerrada, y no me gusta ese tipo de elección. Prefiero metodológicamente definir en lo pedagógico.

Pero en esta obra «Disculpen…» había un enfoque plástico.

-Sí, se trabajó con la obra de Edward Hopper, sobre todo con el tema de exterior-interior, esa manera de conexión entre el espacio interno y externo que plantea este pintor en sus cuadros, la idea de desolación a través de los huecos, agujeros que aparecen en su producción. También, abordamos lo que aparece y no aparece, el ocultamiento que surge por ejemplo, en esas mujeres que se insinúan, que sólo se dejan ver por partes. Además, tomamos del mundo de Hopper el silencio, el despojamiento, la sencillez. Hay una teatralidad implícita en los cuadros de Hopper que invita a desplegarla. El silencio en los cuadros de Hopper es una silencio en tensión.

-Es un riesgo no enarbolarse en determinada estética, porque significa hacer un trabajo constante de armado y desarme.

-Pero es poder partir en piezas un todo, y para mí esto es lo importante. Es fundamental que en el ámbito de la Universidad, a través del Rojas, en su momento haya habido una escuela de teatro-danza con un elenco que hizo giras y viajó al exterior. O sea que generó cosas importantes…

Para mí es trascendente porque dejó huellas que no sólo están emparentadas con la creación, sino con la investigación más allá de los resultados y de fijarse si va a ser exitoso o no. Pero esta escuela formó gente que hoy emprenden proyectos personales, y que permitió que entren y salgan personas. De esta forma, el espacio de la danza se fue transformando. Me parece que la cuestión es cómo uno se enfrenta a esta profesión: si uno la mira sin perspectiva te podés llegar a quedar peleándote por si hacés teatro, teatro danza, danza contemporánea, o por quién pertenece a este movimiento y tal estética, por ponerle un nombre. Después te van a ver los bailarines y para ellos lo que hacés no es danza, y te van a ver los actores y te dicen que no es teatro. Es la historia la que le da un lugar a lo que uno hace.

– La música de muchos de tus espectáculos la compuso Edgardo Rudnitzky. ¿Partían de la creación musical para armar las obras?

-No, la música era parte del armado de la pieza, así como el trabajo de improvisación siempre fue muy importante, o sea que hay una labor del intérprete que es fundamental, no es cualquier intérprete. Este es el que está escribiendo la obra arriba del escenario, y el grupo participa de una estética implícita o que no se manifiesta de modo consciente. Es primordial que en una agrupación exista una conexión perceptiva y de coincidencia de la mirada, en todos los aspectos escénicos, desde la iluminación hasta el vestuario. Es darle un lugar a cada creador desde cada disciplina para que saque lo máximo, lo mejor que tiene a través de la improvisación. Es la manera de poder estructurar y pensar un espectáculo.

-¿En qué consiste la presentación mensual de teatro Danza en las estaciones de subte?

– La dinámica consiste en trabajar un esquema coreográfico en un vagón de subte o en un andén. También, se hacen otras presentaciones, como conciertos y grupos de música.

En los espectáculos de teatro-danza participamos alrededor de diez bailarines. Lo más interesante de este proyecto es la relación con el público, porque la gente que pasa o permanece un rato en la estación no va preparada para ver una obra,está presente este clima de tránsito, de movimiento.Y para nosotros también es fuerte este sistema, porque no estamos en una sala en donde los espectadores tienen el plan de ir a verte.

Lo más inquietante de este emprendimiento, es que el pasajero de pronto se encuentra con un grupo de gente bailando.

¿Cómo surgió la idea de hacer espectáculos subterráneos?

-Partió de la presentación de un espectáculo en el marco del Festival en el Subte organizado por Metrovías en 1997. Con el Grupo del Borges -del cual formo parte- realizamos la pieza Reloj, basada en el bolero Reloj, interpretado por el Trío Los Panchos. La obra apuntaba a esta cuestión un poco kitsch que tiene el bolero como género musical, y más aún fuera de contexto. En el espectáculo proponíamos una estética de los años cincuenta, con esa artificialidad que caracterizó a esa década.

Y más artificialidad por efectuarse en el marco de un vagón de subte.

-Sí, porque además hay una cuestión espacial interesante en donde no te ven sólo desde un plano, sino desde varios puntos de vista. Además, hay toda una gama de obstáculos propios de la estructura del coche del subte. Aún la gente por momentos se constituye en una traba o en un impedimento para atravesar, porque la gente de Buenos Aires en general camina y no presta demasiada atención al entorno; y además está todo este temor a la inseguridad en las calles.

De todas formas, mi experiencia haciendo las piezas, es que primero te miran de reojo, como diciendo «estos tipos y tipas se están metiendo en mi espacio, me están invadiendo». Hay algo de choque, de generador de conflicto entre los pasajeros y los bailarines, que resulta atractivo desde el ángulo artístico. A su vez, trabajamos de acuerdo a lo que el público expresa.

La gente en general presenta cierta aversión al roce humano.

-Por eso el aspecto más interesante para encarar de este proyecto, es esta idea de estar en un ámbito con mucha gente, en donde hay que entrenarse en el campo de la comunicación, porque en los últimos años tengo la sensación de un aislamiento generalizado entre los sujetos que lo vinculo a lo informático, que por otra parte es inevitable, no digo que esté bien ni mal, pero hay una enorme distancia que se va creando entre las personas.

El arte me parece una oportunidad para acercarse a lo sensible, quizá no ocupa el lugar necesario, porque se tendría que constituir en un movimiento más fuerte desde la docencia, desde las instituciones, en el trabajo con los chicos, con adolescentes.Es una tarea que hay que llevarla a cabo con paciencia.

-¿Sos paciente para manejar tu carrera?

-Soy adaptable. No tengo una aspiración desmedida. No estoy desesperada porque me vean, que la desesperación por ser considerado es una característica del artista, todos tenemos una pizca de ese fulgor.

Pero yo estoy en una búsqueda que tiene que ver con descentralizarme, de no pensar sólo en los resultados. Puedo empezar de cero, porque nunca es comenzar de la nada, porque hay un montón de experiencias que me permiten poder partir del comienzo, para retomar siempre proyectos pero desde otra perspectiva, y no desde un solo lugar que tal vez yo ya no comparto o que dejaron de funcionar. Prefiero la ruptura de volver a empezar.

¿Cuál es tu próximo proyecto con el Grupo del Borges?

-Estamos ensayando un espectáculo en donde en parte vamos a tomar ciertos escritos de Samuel Beckett, sobre todo algunas zonas de los cuentos cortos como El despoblador… Me gustan mucho sus escritos, y me interesa partir de un texto que no es dramático sino literario para luego transformarlo en la escena.

Cecilia Propato


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