Adrián Iaies en Neuquén: «Soy pianista de jazz, y es lo que me define»
Se presenta esta noche en el Cine Teatro Español de Neuquén, junto al Quinteto de Jazz de Fundación Cultural Patagonia. En esta entrevista con “Río Negro”, repasa su extensa y prolífica carrera.
Cuando los músicos se transforman en verdaderos poetas del instrumento resultan exquisitos. Es el caso de Adrián Iaies, uno de los pianistas más importantes del país que vuelve a la región para recrear junto al Quinteto de Jazz de Fundación Cultural Patagonia alguna de las gemas que este exquisito músico tiene en su extensa discografía.
En diálogo con “Río Negro”, el pianista se refirió al espectáculo que brindará esta noche.
P- Qué te sumó el encuentro con diversos músicos en cada caso. ¿Te sentís un pianista de jazz o de otros géneros del mundo también?
R- Soy un pianista de jazz y eso es lo que me define. Estoy interesado en toda la música, por ende, especialmente apasionado por la música argentina. He tocado tango, tengo un trío que se llama Colegiales Trío, con el que exploramos formas que tienen que ver con nuestro folclore, ritmos que tienen que ver con ese género. Cuento en el trío con un percusionista de la talla de Facundo Guevara, pero soy un pianista de jazz, y todo lo que encaro lo encaro desde ese lugar. La música se tiene que poder improvisar, siempre hay que buscarle la quinta pata al gato, música que tiene un espíritu jazzístico, aunque de pronto pueda escribir una zamba, un bolero, una chacarera, pero lo que subyace debajo de eso, es un jazz.
P- ¿Cuál es la diferencia en tocar música frente a cualquier escenario y hacer música para películas?
R- Cuando uno se sube a un escenario, la diferencia es muy clara. La gran estrella es la música. Uno tiene la ilusión de hacer algo que atraiga la atención de quien lo está escuchando. Cuando uno hace música en club de jazz o en un escenario, o hace música para una película, la música tiene que ayudar a las imágenes. La música realza las imágenes y redondea la historia, pero nunca puede eclipsar o quitarle protagonismo a lo visual.
Hay muchas bandas de sonido que se hicieron famosas y tuvieron vida propia, quedaron registradas en discos y hay una buena cantidad de autores que hicieron música para cine. Lo que han escrito funcionó perfectamente para la pantalla. Uno tiene que saber que la estrella es la imagen y acomodarse a eso.
P- ¿Te sentís un músico joven?
R- Tengo 58. Como decía la frase: “Soy joven para morir, pero viejo para el rock and roll”. Me siento joven. Me siento musical, elijo la vida que hago y me siento con energía. Me cuido y hago una vida sana, en cuanto a la alimentación. Corro tres veces por semana y camino mucho. Me levanto temprano y estudio todos los días. Toco con músicos mucho más jóvenes. Armé un nuevo cuarteto en que los tres músicos tienen 28 años. Eso me mantiene muy vivo. Mi relación con ellos, no es una relación de ida, sino una relación de ida y vuelta. Como director de la Usina del Arte y director del Festival de Jazz de Buenos Aires, estoy en contacto con música nueva. Al menos, no me siento viejo.
P- Compartiste escenario con musicazos con los que también grabaste disco. ¿Hay alguno que te haya quedado especialmente en la memoria?
R- Una de las artistas con las que he compartido escenario y me ha quedado marcada es Liliana Herrero. Tuve un dúo con ella durante varios años, cada concierto era “un tirarnos a la pileta sin red” y nunca grabamos juntos. He vivido uno de los momentos más emocionantes en mi carrera con ella. Siento que me enseñó todo lo musical del Cuchi Leguizamón y me enseñó a quererlo. Otro contrabajista que vive en Barcelona es Horacio Fumero, con quien hicimos muchísimas giras y grabamos bastante (el grabó varios discos míos). Son los que me viene ahora a la memoria.
P- ¿Qué diferencia hay entre los músicos nacionales y los de otros lugares del continente y del mundo? ¿Es una cuestión de género musical o da igual?
R- Para mi es sencillo: hay buenos y malos músicos. Hay músicos apasionados, conocedores, estudiosos y hay otros que se conforman con tocar siempre lo mismo. No hay una cuestión de género ni de lugar. Hay músicos que dicen la verdad y hay otros a los que se les nota que están hablando un poco de prestado. Para mí, esa es la única diferencia.
P- ¿Cómo describirías tu último trabajo “Madera, cuero y unas Campanas”?
R- Es el segundo disco del Colegiales Trío. Es un proyecto en el que estoy invirtiendo muchísimo tiempo, energía, ganas… el disco profundiza en el trabajo que iniciamos en el primer disco del trío que se llama “La paciencia está en nuestros corazones”. Es tocar y explorar en la música argentina. Es un grupo que armé para tocar con Facundo Guevara, que es uno de los grandes percusionistas ya no de la Argentina, sino del mundo, alguien que estuvo muchos años tocando con Mercedes Sosa, por ejemplo. Recién a partir de este grupo empecé a escribir zambas o chacareras. El grupo fue el disparador. El disco está en las redes, en Spotify y en la mayoría de las disquerías grandes del país.
P- ¿Cómo manejás el hecho de tener sello propio, “20 misas”? ¿Cuál es la dificultad de sostenerlo?
R- Ninguna dificultad. Básicamente, la idea del sello termina siendo un sello de goma. Es solo para mantener bajo mi control y mi propiedad toda la música que grabo. Como la industria discográfica está en decadencia, para no pagar regalías y favorecer a otros, prefiero quedarme con mi propio material. Prefiero defender eso de un modo más natural.
P- Siempre pienso que un sello musical debe haber mucha gente, ¿es así?
R- Solo tengo una agente de prensa que trabaja conmigo hace más de diez años. Trabajo siempre con los mismos diseñadores de arte y grabo en el mismo estudio. En los sellos para que sean efectivos, dinámicos y eficientes no puede haber mucha gente.
P- ¿Qué pasó con la docencia?
R- Tuve que dejar de dar clases porque no tenía más tiempo. Físicamente no tenía más tiempo. Desde que dirijo el Festival de Jazz es muy absorbente. La Usina del Arte tiene una programación muy exhaustiva, con cerca de diez conciertos cada fin de semana. Siempre me gustó transmitir el conocimiento, pero entre los discos, los conciertos, el festival, el estudio, la composición sólo me queda extrañar dar clases. Me quedó una gran relación con los alumnos.
P- Docente, arreglador, productor y compositor. ¿Sentís que te siguen faltando facetas por explorar?
R- Uno siempre tiene algo por explorar, no es que me falten facetas. Trato de perfeccionarme como compositor y de ser mejor músico todos los días. La ventaja del arte es que uno nunca termina de tener un título. Uno cambia sus ideas en base a su propia experiencia. Todo el tiempo reconsiderando verdades que damos por absolutas. Es un trabajo infinito, afortunadamente.
La presentación será esta noche, a las 21, en el Cine Teatro Español (Av. Argentina 234).
Las entradas: 200 pesos general y 100 pesos para jubilados y estudiantes. En venta en la boletería.
Músicos: Adrián Iaies, junto al Quinteto de Jazz de Fundación Cultural Patagonia, integrado por Luis Cides (guitarra), Víctor Valdebenito (contrabajo), Alan Tetchiev (saxo soprano y alto), Guillermo Lancelotti (trompeta) y Leonardo Álvarez (batería).
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