¿Adictos a la tecnología? El dilema de los padres
El psicólogo español Marc Masip, experto en adicciones a las nuevas tecnologías, plantea que los dispositivos móviles son “la droga de este siglo. Señales de alarma, la preocupación de los padres y los consejos del especialista.
La adicción a los dispositivos móviles es igual de peligrosa que la de las drogas. Así lo entiende el psicólogo español Marc Masip, experto en adicciones a las nuevas tecnologías.
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“Como toda adicción, afecta a tu vida, el trabajo, el estudio y las relaciones. Es la droga del siglo XXI”, dijo en diálogo con RÍO NEGRO y, agregó: “Se considera una adicción cuando hay un síndrome de abstinencia, cuando te cambia el humor porque no puedes consumir -y quieres- o bien, cuando hay una sustitución de actividades y se deja de hacer algo por estar con la pantalla, como dormir, estar con amigos o estudiar. En suma, cuando se ve afectada tu vida personal”.
La mirada está puesta especialmente en los chicos de 10 a 17 años. El especialista aclara que no se trata solo de una cuestión de tiempo, sino del uso que se hace de los dispositivos.
¿Cuáles son las señales de alarma? Los cambios de humor, notas más bajas en el colegio, las relaciones familiares e incluso, la poca higiene.
Noelia Gutiérrez tiene dos hijos, de 15 y 12 años, que destinan entre cuatro y cinco horas por día a los dispositivos móviles. Reconoce que es preocupante el tiempo que le dedican. “Es difícil porque la más grande usa aplicaciones para leer. Por otro lado, le cuesta mucho los vínculos en persona y en las redes sociales, encuentra comunidades de sus pares con las mismas inquietudes. Entonces, es difícil cortárselo”, advirtió Gutiérrez.
Su hijo menor, en cambio, prefiere jugar. “Los jueguitos en red le permitieron mantener su vínculo con amigos, durante la pandemia. Pero la red social que más me preocupa es Tik-Tok por los segundos y la falta de contenido. En YouTube, miran un documental o aprenden a jugar, pero Tik-Tok genera un nivel de ansiedad y es tiempo muerto, además de superinvasivo”, agregó.
Gutiérrez aseguró que intenta limitar el uso de dispositivos: a la hora de comer, por ejemplo, está prohibido usar el teléfono. “Se trata de buscar momentos donde no haya teléfono. Pero no algo tan restrictivo. Tratamos más bien de hablarles a conciencia”, planteó.
Romina González, madre de un varón de 12 años y una niña de 10, también se mostró alarmada por la constante conexión a los dispositivos, apenas regresan del colegio. “Mi hijo juega con la Play, unas tres a cuatro horas. Lo mismo la nena con la tablet. Si tienen alguna actividad, el tiempo de uso es menor”, dijo. Y reconoció: “Es preocupante el tiempo que usan los dispositivos, pero la realidad es que mi esposo y yo trabajamos todo el día y no podemos armar ningún plan con ellos. Hacemos lo que podemos”.
Erika Fernández tiene tres hijos, de 13, 11 y 8 años. El mayor, detalló, “podría pasarse el día con diferentes dispositivos”. “Con la pandemia, se hizo habitué de juntarse a jugar con sus amigos, al Fortnite o juegos de ese estilo. Mira muchos videos de YouTube que traen información, o lo divierten y son interesantes, como documentales”, dijo y acotó: “Con las más chicas es diferente. Con la pandemia, empezaron a usar tecnología, aunque no tanto. Usan el teléfono para comunicarse con sus amigas y hacen juegos. Charlan, dibujan juntas y se muestran lo que hacen”.
Fernández y su esposo decidieron implementar la aplicación Family Link, de Google, para bloquear el uso de los celulares a partir de las tres horas. “De esta forma, tienen disponible el uso del celular para cualquier aplicación durante tres horas. A partir de ahí, el celular se les bloquea. Los días de semana no llegan ni a dos horas. Algunos fines de semana, hacemos excepciones y lo desbloqueamos, más si el día está feo”, detalló. Fernández reconoció que cuando no usan los dispositivos, su hijo mayor lee y las nenas juegan entre ellas, dibujan, pintan y juegan mucho en el patio. “Me encantaría que todo el tiempo jugasen así”, indicó.
¿Cuál es la edad ideal?
Masip advirtió que los chicos no deberían recibir un teléfono celular, antes de los 16 años. ¿Por qué? Antes de esa edad, recalcó, “no tienen el cerebro suficientemente desarrollado a nivel madurativo, no lo necesitan (para tener amigos o ir al colegio) y basta con mirar todos los problemas que existen por regalarlo antes”.
El especialista contó que comenzó a trabajar como psicólogo de adolescentes en España y, al ver la problemática vinculada al uso de las pantallas, se abocó a “un tratamiento cognitivo y conductual. Son terapias individuales de grupos”. El director del Programa Desconecta que funciona en Barcelona y Madrid dijo que “es el primer método en Europa sobre las nuevas tecnologías”.
Masip insistió en señales de alerta. Que los chicos pasen mucho tiempo en su habitación, que hablen o interactúen con el móvil y que lo utilicen en sitios inadecuados (durante las comidas, en el baño, cuando estudian y hacen deportes) o “a deshoras”. También, advirtió, hay que prestar atención a la falta de comunicación con la familia, a los cambios emocionales, al bajo rendimiento escolar y si se enfada o cambia de humor cuando se les restringe el uso de las nuevas tecnologías.
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Enumeró múltiples consecuencias en el abuso de dispositivos, como “el aislamiento progresivo del mundo real, la falta de interés en otras actividades, conflictos familiares y problemas de sueño”. También recalcó que los dispositivos “son una puerta abierta hacia otros peligros”.
Al ser consultada sobre la edad ideal para habilitar el teléfono celular en los más chicos, Gutiérrez consideró que es “difícil de manejar”. “Quizás no les hubiera dado el teléfono tan pronto, pero si no tienen teléfono, se quedan afuera de situaciones con sus pares”, señaló.
La mujer advirtió que, en un principio, intentaba tener el control sobre lo que hacían sus hijos con los dispositivos “hasta que entendí que debe haber una cuestión de confianza. Con tantas redes sociales y formas de comunicarte es imposible saber qué están haciendo”.
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