Activismo, adolescencia y revolución: Greta y otros ejemplos de «incomodidad»
Greta Thunberg, Ahed Tamimi y Malala Yousafzai son algunas de las jóvenes activistas que, en los últimos años, han “incomodado” a grandes líderes mundiales. Al parecer no está todo perdido, como suelen profetizar erróneamente.
En los últimos días, el nombre de Greta Thunberg volvió a copar cada sitio de internet y cada página de diarios alrededor del mundo. Es que la activista sueca, de 16 años, brindó un discurso en la Cumbre sobre la Acción Climática de la ONU, donde encaró sin ningún reparo a los grandes líderes mundiales y, de frente, dejó clara su sentencia: “si eligen fallarnos, yo les digo: nunca les perdonaremos. El cambio viene les guste o no”.
Es precisamente esa última frase la que pone las cartas sobre la mesa: el cambio está ocurriendo, ahora, ya. Es inherente al avance del tiempo, a la creciente conciencia sociocultural, y sobre todo al hecho de que las nuevas generaciones tengan cada vez más acceso a la información.
Que los “grandes líderes” (entiéndase grandes como adjetivo relativo a la importancia del cargo que ocupan, y no necesariamente de su desempeño) decidan relativizar el poder que puede tener un discurso sólo por el hecho de que la emisora sea una adolescente es, cuanto menos, una señal de alerta.
Greta comenzó con su activismo públicamente en 2018, pero desde temprana edad ya había modificado hábitos de consumo en su seno familiar. Esa iniciativa, apoyada por sus padres, llevó a que comience a tomar protagonismo y ponga voz a un reclamo que cada vez tiene más adeptos.
Así como Greta, hubo otras grandes líderes (otros también, claro) que se caracterizaron por darle una fuerte impronta a sus reclamos.
Recordemos, por ejemplo, el caso de Malala Yousafzai, que con sólo 17 años recibió el Premio Nobel de la Paz. A los 11 años, Malala ya escribía en un blog de la BBC bajo un seudónimo, relatando la ocupación talibán en Pakistán. En 2012 fue baleada como reprimenda por su activismo, pero logró sobrevivir y se mudó a Inglaterra, desde donde continúa siendo una figura de resistencia y revolución.
Greta, el nombre de la incomodidad
En una línea similar encontramos a Ahed Tamimi, la activista palestina que a los 12 años evitó el arresto de su hermano por parte de soldados israelíes, mordiéndole la mano a uno de los captores. Ahed participa en protestas sociales desde los 9 años, y en 2017 fue detenida por las fuerzas policiales. Recién fue liberada siete meses más tarde.
No es natural que sean adolescentes quienes deban poner el cuerpo y la voz en luchas que nos interpelan a todos. Menos aún debiera serlo que líderes como Trump se tomen estas situaciones en broma, como lo hizo con Greta. Ya lo dijo ella: el cambio viene, les guste o no.
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