Acento K en el recambio generacional

Con un perfil bajísimo, sin hablar con la prensa, Máximo Kirchner va tomando un papel más relevante.

Redacción

Por Redacción

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En medio de la tragedia de la familia de Carlos Soria y antes de su internación para una operación de tiroides, la presidenta Cristina Fernández instruyó a su principal operador en Río Negro, Miguel Pichetto, y al vice del Frente Grande Alberto Weretilneck –en camino entonces a convertirse en gobernador– para que no cometiesen el desatino de desatar una lucha sucesoria por fuera de los carriles institucionales fijados por la Constitución de la provincia. Hubo otras órdenes bajadas desde ese sistema de poder personalista. Sus interlocutores acataron a pie juntillas: ordenar con seriedad las cuentas públicas y promover un recambio generacional como a nivel nacional ella impulsó a través de “La Cámpora”, el nucleamiento que conduce su hijo Máximo Kirchner, de 35 años, llamado a redimensionarse cada vez más sin por ello convertirse “en una especie de monje negro como especuló el diario de la derecha monárquica española”, según señaló un alto exponente de la administración K. “¿Es Máximo la nueva figura, que está por encima de los ministros?”, se le preguntó el viernes al ex jefe de Gabinete Aníbal Fernández. Tras un no rotundo, el senador se prodigó en elogios hacia el hijo de la presidenta. “Es un pibe de nivel de ubicación superlativo, al que nunca le escuché decir estupideces. Es un argentino y un militante del movimiento nacional peronista que sabe de lo que habla y se ha ganado el derecho de opinar como nosotros”. “La mochila que carga podría ser gravosa”, aventuró Aníbal, quien no dejó de hacer hincapié en el ascenso de “cuadros” jóvenes que también tienen como referente a su sucesor en la Rosada, Juan Manuel Abal Medina, del sub 45. Exponentes de participación destacada en la tumultuosa década del 70, como el hoy legislador porteño Juan Carlos Dante Gullo, reivindican la rápida reorganización de la JP en sus diferentes variantes, como herramienta para “profundizar las transformaciones” y “poner en caja a las corporaciones”. En ese contexto, tras la sorpresiva desaparición de Néstor Kirchner hace poco más de un año, Máximo se convirtió en “un sostén importante” para su madre. Apegado al bajo perfil, sin contacto con la prensa, los dirigentes que lo frecuentan lo definen como “lúcido y con un nivel de análisis político interesante”, y convencido de que hay que producir una renovación. “Un canal nuevo”, de acuerdo con la caracterización del filósofo Ernesto Laclau, quien machaca con la necesidad de encarar desde el progresismo “tareas históricas muy distintas de las que se planteaba el peronismo clásico”. Los procesos se van dando con distinto grado de dificultad. En La Pampa provocó que se relegara malhumorado el senador Carlos Verna, un justicialista tradicional. En Santa Cruz, donde el déficit fiscal alcanza los 400 millones mensuales, el gobernador K , Daniel Peralta, sufrió el hostigamiento de empleados estatales y la deserción de camporistas, en una crisis todavía irresuelta y que pondrá a prueba la ductilidad del timonel Máximo. En la estatizada Aerolíneas Argentinas, enfrentó a Mariano Recalde con avezados sindicalistas ortodoxos. En Río Negro, con menos traumas, se produjo el ascenso al Ministerio de la Producción de Juan Manuel Pichetto, el hijo del senador, de tan sólo 34 años. A su asunción asistió una nutrida delegación de la Anses, encabezada por su titular Diego Bossio. “Máximo goza de la confianza total de Cristina. Lógicamente, cada vez irá ganando más espacio y se proyectará hacia futuras compulsas electorales, pero no tiene la influencia en las sombras que le asigna el diario de la derecha más extrema de España”, dijo la fuente consultada. El vocero se refirió así a lo publicado por el Mundo, que al referirse a una reunión del gabinete realizada el 3 de enero, en los momentos previos a la internación de Cristina, y haciéndose eco de lo supuestamente difundido por “un ministro”, indicó que Máximo “no sólo ofició de portavoz de la presidenta, sino también de ángel guardián y de intérprete de su voluntad”. Si bien, hoy por hoy, parece desproporcionado asignarle a Máximo el papel de “súper ministro”, como insinuó “El Mundo” y desechó Aníbal Fernández, sí es cada vez más evidente que las diferentes organizaciones juveniles serán un eje decisivo en la segunda etapa cristinista. Como remarcó Laclau, tendrán por misión “repolitizar la protesta social difusa”.

ARNALDO PAGANETTI arnaldopaganetti@rionegro.com.ar


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