A casi un año, el satélite SAC-C opera a la perfección
Fue diseñado por científicos de Bariloche y envía fotografías hacia varios países. La primera imagen que tomó el satélite fue de la región aledaña al lago Nahuel Huapi.
SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Con el satélite SAC-C el proyecto espacial argentino alcanzó su mayoría de edad. Después de una falla en la puesta en órbita del SAC-B y un año de buen funcionamiento del SAC-A, el más grande de los satélites fabricados por Invap en Bariloche para la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) se convirtió en el «mimado» del proyecto argentino para el espacio en función de su extraordinaria utilidad.
Desde su lanzamiento en manos de la NASA en noviembre de 2000 sólo prodigó satisfacciones. Hoy se usan sus servicios en más de cien proyectos distintos, de 20 de las 23 provincias argentinas, además de Chile, Uruguay, Brasil, Venezuela, la República Canaria y los países que formaron parte del convenio de fabricación y puesta en órbita.
«Nunca entró en modo de emergencia, lo que es fantástico» se entusiasmó Carlos Alonso, jefe del Proyecto SAC-C de Invap, mientras describía sus bondades en una de las charlas de divulgación ofrecidas en el marco de la primera Feria de Ciencias Bariloche 2001.
El «modo de emergencia» de un satélite es una posibilidad previsible en actividades espaciales y puede deberse al impacto de un meteorito o una falla en su complejo esquema energético. Pero por mucho que calcularon esa posibilidad, aún no tuvieron oportunidad de ver cómo responde el SAC-C ante la contingencia.
Este satélite fue el más grande de los fabricados por Invap y lanzados por la NASA. Integra la «Constelación Matutina» con el EO1 y el Landsat 7 (de EEUU) y el sueco Terra. Todos «barren» el mismo territorio terrestre en distintos horarios y su objetivo principal es el mismo: examinar la Tierra para realizar estudios ecológicos y económicos de agricultura, oceanografía, prevención de catástrofes, forestación, minería, desertificación, costas, temperatura atmosférica, medición del campo geomagnético y gravitatorio, y otros estudios más técnicos.
El SAC-C lleva además equipamiento especial para el seguimiento de la ballena franca austral, en peligro de extinción, cuyos estudios comenzarán a ejecutarse en breve, cuando terminen de colocar dispositivos específicos en varios ejemplares del cetáceo. En principio era sólo un proyecto de EEUU y Argentina, pero luego se sumaron Italia, Dinamarca, Francia y Brasil, países que aportaron equipos a cambio de usar el satélite para investigaciones propias.
Alonso explicó que el artefacto más importante del SAC-C es la cámara multiespectral MMRS, también fabricada por Invap, que trabaja sobre la base del registro de una imagen en cinco bandas espectrales. Su ancho de barrido es de 360 kilómetros y tiene una resolución de hasta 175 metros. En distintas pasadas alcanza a registrar imágenes de todo el país. También el soft de procesamiento de imágenes fue hecho en buena medida en Invap, en colaboración con la Conae.
Entre otros equipos el SAC-C posee modernos sistemas de posicionamiento, que además de permitirle llevar una adecuada órbita informa su ubicación y la de los compañeros de constelación; sensores para medir el campo magnético terrestre; una cámara fotográfica de alta resolución (de un ancho de barrido de 36 metros y resolución de hasta 35 metros); y una cámara pancromática de gran sensibilidad que sirve para tomar imágenes de noche.
Una corrección todos los días
SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Con su esquema de ocho toberas y el combustible almacenado, cada día el SAC-C se toma unos sesenta segundos para corregir su órbita. Este ejercicio cotidiano apunta a lograr la mejor estabilidad posible para el registro de imágenes, para lo que también se vale de un complejo sistema de sensores y pequeñas cámaras.
El satélite gastó, en casi un año de trabajo, dos de los nueve kilos de combustible que llevaba. El mayor consumo se produjo en su ingreso en órbita en la Constelación Matutina, para lo que debió realizar una apasionante maniobra. «Fue muy interesante ese proceso» relató Carlos Alonso, explicando que en función de la maniobra solicitaron a la NASA que lo ubique un poco por debajo de su órbita prefijada. «Al estar más cerca de la Tierra, giraba más rápido. Pasó a los otros tres satélites, se puso al frente de la constelación y con sus toberas subió unos 10 kilómetros hasta la órbita señalada» relató el científico barilochense.
El satélite pesa 475 kilos y su órbita está a 707 kilómetros de la tierra. Su vida útil es superior a los cuatro años.
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