Esclerosis múltiple: visibilizar una dolencia con mil caras

Vladimiro Sinay*

En la mayoría de los pacientes, esta enfermedad crónica se manifiesta con síntomas fluctuantes, es decir, que aparecen y desaparecen

Todos los animales contamos con un sistema para defendernos de las infecciones, los glóbulos blancos son el ejército que contrarresta el ataque. Por otro lado, existe una gran cantidad de células y moléculas que colaboran con ellos de distinto modo, ya sea facilitando la defensa o deteniéndola cuando la batalla ha terminado.

Esta introducción nos sirve para comprender a la Esclerosis Múltiple (EM), una enfermedad autoinmune que en nuestro país tiene una prevalencia de 38 pacientes cada 100.000 habitantes. Esto sucede cuando el sistema inmunológico no reconoce un tejido propio, produciendo una autoagresión a un órgano. En este caso, el ataque inicial es contra la mielina, con lesión colateral a las neuronas.

La mielina es el aislante de la conducción de la información transmitida por las neuronas. De este modo, se producen problemas secundarios: las neuronas están más expuestas a daños y mal manejo de su energía, pudiendo perderse progresivamente por un fenómeno independiente de la inmunidad.

La pérdida de mielina y neuronas la provoca justamente una transmisión incorrecta de la información, generando síntomas neurológicos.

Estos pueden ser brotes asociados a las oleadas inflamatorias, o bien lentamente progresivas relacionadas a la degeneración secundaria ya mencionada.

La esclerosis múltiple es más frecuente en mujeres y su inicio suele ser en la juventud. Respecto a sus causas, podemos decir que es una enfermedad multifactorial.

Existen factores genéticos y, paralelamente, hay factores ambientales que se han investigado, por ejemplo relacionados a la vitamina D o algunos factores de riesgo vascular. Sin duda una persona predispuesta en un contexto determinado es quien en ciertas ocasiones puede desarrollar esclerosis múltiple.

En la mayoría de los pacientes, se manifiesta con síntomas fluctuantes, es decir, que aparecen y desaparecen (llamados brotes o recaídas). En otros pacientes, luego de muchos años de enfermedad, los síntomas pueden progresar muy lentamente. Las manifestaciones pueden ser visuales (disminución de agudeza o visión doble), debilidad, trastornos sensitivos, inestabilidad, incoordinación, problemas para orinar entre otros. Ante cualquier síntoma inhabitual, se debe consultar a un especialista.

¿Cómo se trata esta enfermedad?

El tratamiento de la esclerosis múltiple debe ser interdisciplinario. Los tres pilares fundamentales son el tratamiento con corticoides ante una recaída, las terapias modificadoras de la enfermedad para las recaídas y la evolución a largo plazo. Por último, el tratamiento de los síntomas con rehabilitación y medicaciones que los mejoren.

Hoy en día existen grandes centros especializados que trabajan de forma integral con neurólogos, kinesiólogos y fisiatras, terapistas ocupacionales, psicólogos y psiquiatras, neurocognitivistas, médicos clínicos, enfermeras y grupos de apoyo.

Siendo una enfermedad crónica, compleja y con múltiples síntomas debe ser encarada de forma integral para que los pacientes puedan rehabilitarse y reinsertarse en la sociedad, su trabajo, sus actividades sociales y familiares sin inconvenientes.

*Jefe de la Clínica de Enfermedades Desmielinizantes del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco)


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