Renzo y Anto, de Neuquén al Caribe en bici con su perra Ona: un año en 10 fotos

Antonella y Renzo tienen 28 años, son de Plottier, partieron desde Zapala y llegaron a Cartagena de Indias junto a su perra Ona. Tras un año de viaje, aquí eligen 10 de los mejores momentos en el camino. La historia: ella trabajaba en una librería en Neuquén, él, en una compañía eléctrica. Un día se decidieron a ir por su sueño.

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Primer día de viaje

1 Camino a las Lajas, Argentina

Nos subimos a las bicicletas sin saber mucho, tratando de hacer equilibrio por que cargadas se sienten raras, el cuerpo no entiende muy bien como acomodarse. Lo único que teníamos en claro era nuestro primer destino y las primeras comidas, fideos, arroz, fideos, arroz. Hicimos las primeras pedaleadas y pensamos ¿en que nos metimos? Pero salimos llenos de todo y empujados por el entusiasmo y alegría logramos completar nuestro primer día de viaje .

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Fin de día

2 Payogasta, entre las rutas 40 y 33, Argentina

Terminar el día de pedaleo significa un momento especial para nosotros, armamos nuestra casa-carpa, acomodamos el living (lona donada por nuestro amigo Mauro) y nos sentamos a tomar unos mates. Mientras preparamos la comida de la noche, observamos caer el atardecer entre las montañas y entre mate y mate nos damos cuenta que en este punto dejamos atrás la mítica Ruta 40 para ir a Salta por la Cuesta del Obispo.

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El océano blanco

3 Salar de Uyuni, Bolivia

Nos dijeron que por lo menos una vez en la vida había que ir al Salar de Uyuni. Así que allá fuimos, no fue fácil llegar, tuvimos viento en contra durante toda la mañana, pero mientras íbamos ingresando el viento empezo a desaparecer y la paz del lugar nos comenzó a abrazar. El océano blanco apareció ante nosotros, parecía no haber horizonte, las nubes tocaban el cielo. No podíamos creer lo enorme que era y lo pequeños que nos sentíamos en ese momento.

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Donde no nevaba hace 20 años

4 Ruta a Copacabana, Bolivia

Finalizando nuestro ultimo tramo por Bolivia mientras pedaleábamos uno de los lagos mas altos de mundo, pudimos ser parte de un momento especial, un momento que hacia 20 años no ocurría. La nieve comenzó poco a poco a cubrir cada pedacito de la montaña hasta la orilla del Titicaca  como si fuera un gran  manto blanco.

Ese mismo día nos cruzamos con una señora que arriaba sus ovejas, la saludamos,  nos contesto en Qechua y siguió su camino. sin darle demasiada importancia a la nieve caminando con sus ojota y su poncho. En ese momento nos dimos cuenta de que Bolivia es un país que no perdió sus orígenes, sus costumbres, su idioma y el esfuerzo del trabajo.

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Abra la Raya, 4400 msnm

5 Acampe en el río Pucara, Perú

Nuestro primer Abra, es decir pasábamos por el primer punto más alto. Fueron cuatro días en ruta, con viento en contra, lluvias y granizos. A lo lejos estaba la montaña que teníamos que cruzar, se escondía detrás de las nubes y por momentos desaparecía, parecía inalcanzable.

Así nos recibió Perú, con sus majestuosas montañas y pastos dorados. Paisajes sacados de cuentos e historias lejanas, que hicieron que todo esfuerzo valga la pedaleada.

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Llegada al Pacífico

6 Playa Tuqillo, Perú

Después de mucho tiempo de montañas llegamos a la costa del Pacífico Peruano, donde el desierto se abraza con el mar para dar lugar a paisajes inhóspitos. Dejamos el esfuerzo de subir cuestas interminables para darle paso a la llanura, para que nuestros cuerpos puedan tener un pequeño descanso. Pero como todo, siempre hay pequeños desafíos, en este caso era empujar las bicis por la arena suelta hasta llegar a la orilla del mar, una vez logrado esto, la recompensa era poder armar las carpas frente a esa gran masa de agua y ver el sol caer allá en el horizonte. Acá tuvimos la suerte de encontrarnos con un cicloviajero argentino de Jujuy, Juanma, con el recorrimos varios kilómetros por la costa de Perú hasta el Norte donde nos despedimos.

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Volcanes

7 Laguna Quilotoa, Ecuador

Ecuador se caracteriza por sus volcanes y playas, asi que decidimos hacer la mitad por la costa, con sus pueblitos tranquilos que tienen una mezcla rara entre pescadores y surfers y la otra mitad por sus montañas donde sus rutas atraviesan grandes volcanes y nevados donde uno puede observar las nubes desde arriba. Cuando llegamos a Quilotoa nos sorprendió su laguna en el crater, era la primera vez que veíamos algo así y por suerte llegamos temprano para poder quedarnos sentados un rato largo contemplando lo maravillosa que es la  naturaleza, y la suerte que tenemos de poder vivirla.

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Navidad en el páramo

8 Refugio en la reserva El Ángel, Ecuador

Fue la primera vez que pasamos Navidad solos, sin familia ni amigos, pero ahí estábamos, nosotros solos, en un refugio de montaña a medio terminar en el ultimo páramo de Ecuador a 4000 msnm con frío y mucha humedad, pero por suerte los guardaparques nos habían dejado un fuego prendido y leña. Con toda esta escenografía nos pusimos a preparar la cena de navidad, aprovechando el fuego hicimos unos panes caseros con harina que nos quedaba y unos fideos con verdura y fetitas de jamón, no hubo vino ni cerveza ni fuegos artificiales, pero si tuvimos el mejor regalo, estar haciendo el viaje que tanto queríamos.

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Puerta de la Amazonia

9 Via Trampolín de la muerte, Colombia

Nuevamente bajábamos de las grandes montañas de la cordillera, pero esta vez hacia el lado de la selva por el trampolín de la muerte, un camino estrecho donde los derrumbes son frecuentes. Este momento nos quedo muy grabado. Al entrar al Putumayo, a pesar de ser ceja de selva, la vegetación, los arroyos y rios abundan en cantidad, y casi no hay lugar al costado de la carretera, los arboles y plantas comen el asfalto, el calor y la humedad te sofocan obligándote a parar al medio día a descansar, tomar mucha agua y seguir.

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Calor insoportable

10 Desierto de la Tatacoa, Colombia

Atravesar el desierto de la Tatacoa, fue uno de los momentos más duros, el calor y la humedad eran insoportables. A Ona le teníamos que poner un pañuelo mojado en la cabeza para que no se sofoque y todos los días al rededor de las 12 AM parar y descansar en alguna sombrita que encontrábamos, resguardarnos del sol hasta que se ponga mas al horizonte y seguir hacia el norte. Este paisaje se nos hizo familiar, tenia un parecido a las bardas de Neuquén con sus colores rojizos y amarillentos. Recordamos que ese día nos encontramos con otro cicloviajero, Javier de Colombia, que estaba yendo hacia el Sur, nos pusimos de acuerdo y acampamos juntos en una noche estrellada como solamente el desierto te puede dar. Al día siguiente acomodamos todo temprano y seguimos cada uno su viaje, fue solamente una noche la que compartimos con Javier, pero nos saludamos y abrazamos como si fuera un amigo de toda la vida, eso tiene el viaje, creás amistades con un sentimiento muy fuerte, capaz por que extrañas a tus amigos y están lejos o por que estas compartiendo el mismo sentimiento, no lo sabemos, pero sí sabemos que es una de las cosas más bellas de viajar: conocer gente, sus historias, sus gustos, sus fracasos y sus risas, su vida. Por eso creemos que viajar es vivir.

Si querés ver más fotos y videos y saber más sobre Antonella, Renzo y Ona, en Facebook e Instagram los encontrás como Ciclovoladores

El viaje en números

Salieron el viernes 6 de abril del 2018, desde la ciudad de Zapala, Neuquén. Desde ahí llegaron hasta Cartagena de Indias, Colombia, a principios de febrero. Atravesaron cinco países, Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia. Recorrieron en total un poco más de 10 mil kilómetros. El máximo en un día: 140 km. El mínimo, 20 km. La velocidad promedio fue de entre 15 y 20 km/h, con una máxima de 75 km/h en bajada y 5 km/h en subida. La temperatura más baja fue en Salta, antes de llegar a Cafayate: -20 C°. La temperatura máxima fue en Colombia: 40 C°.

«Ahora estamos en Playa del Carmen en México. Acá es donde queríamos que termine el viaje en Bici. En Colombia nos asaltaron, fue un momento muy feo y un trago reamargo pero ya está, ya pasó», cuenta Renzo.

Continúa: «Ya habíamos llegado a Cartagena de Indias el último punto al Norte en Colombia, en el Caribe. En este lugar teníamos la posibilidad de cruzar a Panamá en velero haciendo un voluntariado, el único problema era esperar a que nos confirmen, si no nos confirmaban nos íbamos hasta Necocli que es un pueblo que queda en el Caribe pero en la parte oeste pegado al Tapon de Darien y de ahí cruzábamos en una serie de lanchas a Panamá».

Desierto de la Tatacoa, Colombia.

«Como había que esperar nos fuimos unos días en bici hasta Baru, son unas islas y playas que están como a 50 km de Cartagena y son hermosas, agua cristalina, la temperatura del agua es tibia, muy lindo, así que nos fuimos. El primero día acampamos en una playa que se llama Playa blanca (por su arena suponemos) y estuvo todo bien, al otro día nos vamos a averiguar para pasar a una isla y nos cobraban muy caro, entonces decidimos quedarnos en una playa chiquitita que habíamos cruzado en el camino que se llama Playeta, y acá fue donde paso lo que alguna vez pensamos que podía llegar a pasar en el viaje pero nunca queríamos que pase».

Desierto de la Tatacoa, Colombia.

«Estábamos solos, ya estaba atardeciendo y cuando voy a buscar la cámara de fotos a la bici veo que había una persona sacando las cosas del bolso del manubrio, salgo corriendo gritándole (estábamos a 10 mts de las bicis más o menos) y cuando me ve que voy llegando mira para el costado y le dice a otro «apuntale! disparale!» y en ese instante sale otra persona de atrás de un matorral y me apunta con un arma, atrás mío llega Anto y Ona se pone como loca a tal punto que casi le disparan a la perra, así que ahí nos calmamos y se llevaron la cámara con dos lentes, los celulares, unas baterías externas y otras boludeces». 


Saliendo de Chos Malal

«Nunca habíamos estado ni cerca de una situaron así, así que decidimos en ese momento, súperamargados, bajoneados y con miedo, volar directo a México desde Cartagena. Tuvimos que quedarnos en un hostel hasta conseguir un vuelo económico, hacer papeles y volar. En fin, ya estamos acá, mas tranquilos, descansando un poco y lo más seguro que hasta fin de año nos quedamos acá y volver después definitivamente Argentina, nos queda pendiente hacer la Patagonia… ya veremos!»


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