Kioscos escolares: ¿tradicionales, saludables o erradicarlos?

Educación provee refrigerio, pero no regula su actividad. Posiciones distintas ante el dato de que uno de cada tres chicos en edad escolar tiene sobrepeso u obesidad.

Redacción

Por Redacción

Roca, 9:30 de la mañana. Suena el timbre en la Escuela Primaria 275 y veinte chicos corren a la ventanilla del kiosco. Chicles no hay, pero sí alfajores, chupetines y jugos de cajita, entre otras golosinas. Del otro lado trabaja una concesionaria que a veces suma gelatinas, porciones de tarta de manzana y pizzetas que trae desde su casa. A 16 cuadras, en simultáneo otros grupos salen de las aulas de la Escuela 95. En sus minutos libres varios corren a un mostrador. Una maestra saca de un armario un par de cajas con cereales, arroz inflado, alfajores de arroz, tutucas, barritas de cereal, no mucho más. Los chicos eligen entre lo que hay.

En cada escuela la realidad es diferente. En general, la administración de los kioscos escolares en Río Negro no depende del Consejo de Educación sino de los directivos de cada escuela.

“Hemos logrado, al menos, que dejen de vender panchos en los recreos de las 9 y gaseosas”, remarcaron Carolina Caminos y Belén Ferraris, dos de las diez nutricionistas que integran el área de Nutrición y Alimentación Escolar. Ellas hacen base en el Consejo Escolar Alto Valle y se separan del binomio kioscos saludables o kioscos tradicionales. Dan un paso y consideran que directamente “hay que replantear su existencia”. En una escuela de jornada escolar simple, en donde la actividad se extiende 4 horas y en las cuales el Estado suministra un refrigerio de leche y pan con dulce o queso. ¿Es necesario contar con un kiosco?, es el interrogante que plantean.

Uno de tres

Dos años atrás, una encuesta en el hospital Ramón Carrillo de Bariloche arrojó un resultado escalofriante. Uno de cada tres chicos tiene sobrepeso u obesidad lo que explica el incremento de casos de hipertensión a partir de los 5 o 6 años, de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, trastornos hormonales, hipotiroidismo y enfermedades hepáticas severas. La lista continúa.

En Roca, durante el 2018 el Programa Salud Escolar valoró a 3.200 niños de jardín y séptimo grado de las escuelas públicas y privadas. El 33% se encontraba por encima del peso ideal: un 18% -576 estudiantes- con obesidad y un 15% -480 estudiantes- con sobrepeso.

Pocas opciones sanas. “Se hace más hincapié en lo que no se vende”, enfatizó la directora de la escuela 95 de Roca, Mariana Saporiti. Foto: Gonzalo Maldonado

Para hacer frente a la obesidad infantil, resuena el concepto de entornos saludables en la escuela. La presencia de productos bajos en azúcar e hidratos en los kioscos es una de las acciones a implementar, pero son pocas las escuelas que los tienen. Si bien en Río Negro se sancionó el año pasado la Ley N° 5.226 de promoción de kioscos saludables, ésta no se aplica.

La problemática se presenta en las aulas. “Tenemos varios chicos con sobrepeso, en todos los grados”, advirtió Carmen Rosa Díaz, directora de la Escuela 155 de Roca. En tanto, en la Escuela 128 también se acercó a la onda saludable. “Tenemos menor cantidad de alimentos industrializados en el kiosco. Dos personas por turno preparan pizzetas y bizcochuelos. El kiosco más huerta forman parte del proyecto institucional. También prohibimos el consumo de gaseosas y snacks procesados”, indicó Gustavo González, vicedirector.

Cuando lo sano no vende

Los kioscos saludables brillan por su ausencia en Viedma. El cambio de hábitos se resiste y la casi totalidad de las escuelas no pueden predicar con el buen ejemplo de kiosco saludable y educación alimentaria.

Caramelos y chocolates en un kiosco de Viedma. Foto: Marcelo Ochoa

En algunos casos puntuales, autoridades colegios primarios les piden a los padres que envíen a sus hijos con alguna fruta como complemento. Otros directivos argumentan que “no hay quien atienda” los kioscos saludables, y al parecer la práctica más negativa se vivió en el colegio Zatti, una institución privada de gestión pública, en donde la realidad superó a la buena voluntad del cuerpo directivo y docente. Su director, Fabio Velázquez, admitió ante “Río Negro” que “no tuvo resultados. Tratamos que tenga alimentos saludables como bananas o yogures pero terminábamos tirándolas y se vencían porque los chicos no las consumían, se nos hizo cuesta arriba sostenerlo”.

Foto: Marcelo Ochoa

Lilian Nieto, está a cargo del kiosco multirubros de la Escuela Secundaria Río Negro (ESRN) N° 8. Allí, se mezclan golosinas, gaseosas con un servicio de fotocopias. Argumentó que resulta dificultoso imponer el verdadero kiosco saludable, a su criterio “los chicos ya vienen de la casa pidiendo productos azucarados como gaseosas, alfajores, papas fritas o caramelos”. Si bien ese pequeño negocio hay ofertas de ensaladas de fruta o gelatinas, “los chicos piden otras cosas, al punto de que en forma diaria se pueden vender apenas cuatro envases de ensaladas de fruta, en un colegio al que concurren un millar de alumnos”.

Sí a las frutas

En Bariloche si bien muchos colegios no cuentan con kioscos, los padres de los estudiantes suelen armarlos en ocasiones especiales para reunir dinero para salidas u organizar las despedidas de séptimo grado. En otros casos (pocos), hay kioscos fijos durante todo el año.

La idea es que los chicos no compren golosinas por fuera de la escuela. Se ofrece cereales y turrones para bajar el consumo de azúcar. No hay caramelos, ni chicles, ni otra golosina que perjudique además la salud bucal que es otro grave problema en Bariloche

Mariana Álvarez, la directora de la escuela 320.

Agregó que además se promueve el consumo de agua “con 8 vasos al día” y “una botellita los días de gimnasia”; por eso, tampoco venden gaseosas, ni jugos. “Sirve mucho hablar con las familias y reforzar, cada vez que un chico se retira por un dolor de muela, que es por el consumo excesivo de azúcar”, aseguró.

Este año, la escuela 298 implementó un kiosco con una amplia oferta de frutas, gelatinas, tartas, muffins “saludables” y comidas sin gluten. “Tiempo atrás vinieron de Salud a hacer charlas con los papás, les pasaron recetas y se decidió armar un espacio para ofrecer esos productos en la escuela. La plata se destina a viajes de egresados, por ejemplo”, detalló Silvia Hollosy, secretaria de la escuela 298. La respuesta ha sido excelente.

La palabra kiosco ya de por sí, estimula a los chicos. Comen lo que se ofrece; por eso si es saludable, mucho mejor

Silvia Hollosy, secretaria de la escuela 298.

Adriana Tolosa, directora de la escuela 273, admitió que también pusieron en marcha los kioscos saludables aunque no de manera permanente. “Solo se hace con algunos proyectos a fin de recaudar fondos. (…) Atendiendo al problema que detectó Salud Escolar con respecto a la mala alimentación y el sobrepeso, buscamos estrategias para sacar las gaseosas, harinas y pizzas de la escuela”, planteó Tolosa.

Cada vez que este kiosco se pone en marcha, los padres de los alumnos reciben un listado de “los permitidos” (barras de cereal, tutucas, copos de cereal, alfajores de frutas, galletitas de arroz, frutas frescas, jugos naturales de frutas, frutas disecadas, nueces, almendras, yogures, ensaladas de frutas, gelatinas).

“Opción saludable” dice una pizarra en el comedor del colegio San Esteban y detalla a continuación “yogur con cereal, ensalada de frutas o una fruta de estación”.

“Los pibes toman cada vez más consciencia de la importancia de comer sano. Yo vendo entre 5 y 6 kilos de fruta por día, comen mucho yogur con cereal, cereales en bolsita y ensaladas de fruta”, puntualizó Silvana Milco, coordinadora del comedor y kiosco de la secundaria.

“Siempre está el que prefiere el alfajor pero son bastante conscientes. Tengo sandwiches vegetarianos en pan negro, por ejemplo, y les encanta. Hoy hice una torta con harina de algarroba. Parecía de chocolate y a los nenes les encantó”.

La nutricionista infantil del hospital Ramón Carrillo, Ana Lais De Napoli, no se mostró muy optimista en relación al kiosco saludable. “Es difícil vender solo manzanas, frutos secos y agua. El beneficio económico de un kiosco no es compatible con nuestro objetivo de bajar los azúcares. Lo que sí es posible es tener una política de porción controlada y ofrecer entonces las dos cosas. O que directamente se prohiba la bebida azucarada”, recalcó.

“Entorno saludable”: Un caso testigo

Un ejemplo de “entorno saludable” es la Escuela 95 de Roca, que hace años resolvió apostar a la creación de hábitos saludables y los convirtió su eje principal. En el kiosco sólo se limitó la oferta de productos y aplicó cambios a otras áreas. En Educación Física hacen salidas a caminar por la ciudad y luego en matemática trabajan sobre la distancia recorrida y el tiempo; en ciencias naturales sobre la higiene urbana, en lengua sobre descripciones de lo que vieron. Los chicos sólo pueden tomar agua en la escuela y practican deporte en los recreos.

Qué necesita un kiosco para ser saludable

  • Es el que ofrece frutas frescas y secas, lácteos descremados, cereales sin azucar, agua.
  • Debe cumplir condiciones de higiene, espacio físico y equipamiento para garantizar el frío principalmente.
  • Si se manipulan alimentos, quien lo atiende debe certificar curso habilitante y exhibir libreta sanitaria vigente. De esta manera se evitan inconvenientes en la salud del consumidor.

En Neuquén una resolución obliga a implementarlos

El Consejo Provincial de Educación sancionó en 2016 una resolución que obliga a las escuelas a implementar “kioscos saludables”. En 2017 se contabilizaron 73 de estos espacios en la provincia de Neuquén.

Foto: Florencia Salto

“La propuesta nuestra no es que el kiosco venda solo frutas, cereales, y demás. Sino que tenga variedad de alimentos. Pero como mínimo tienen que ofrecer 10 productos saludables. Que el chico pueda elegir una fruta por sobre un chocolate o una golosina”, explicó Carina Morales, de la Dirección de comedores escolares, del ministerio de educación.

Estos kioscos limitan la venta de alimentos con alta densidad de energía, azúcares, grasas y bajos en nutrientes esenciales.

“El kiosco lo maneja cada escuela. Depende de cada realidad”, señaló y dijo que desde el área de educación se acompaña estos espacios con capacitación y asesoramiento.

Además se les brinda un instructivo para llevar adelante el espacio saludable.

Morales precisó que en el último relevamiento que se hizo se contabilizó en 2017 que había kioscos saludables en 73 escuelas y que está en proceso la actualización de los datos de este año.

No hay una norma específica provincial ni municipal que regule estos espacios. Solo se los menciona en uno de las artículos de la Ley Provincial 2.616 que trata sobre los trastornos alimentarios, control y prevención, la cual adhiere a una norma similar a nivel nacional.

Explicó que en el caso que el kiosco escolar cuente con heladera, agua potable y libreta sanitaria puede elaborar y ofrecer ensalada de frutas, gelatinas con frutas, licuados, batidos de frutas, sándwich de carne magra y con verduras y ensaladas de vegetales crudos.

La encargada del kiosco de la escuela primaria 121 comentó que funciona hace tres años el espacio saludable y que los productos se unen a los refrigerios que se dan en la institución que mantienen el perfil saludable.

Dijo que los alumnos compran sobretodo jugos naturales, gelatinas, pochoclos sin TACC, y frutas.

En el espacio hay una variedad de 40 elementos saludables. Entre las opciones hay manzanas, bananas, turrones, barra de cereal, pochoclos, mantecol, productos con arroz, ensalada de fruta, powerade, sandwich, agua, entre otras.
Marcó que la única excepción entre toda la diversidad son las magdalenas que cuestan 10 pesos cada una.



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