El consumo de drogas y alcohol en Neuquén
La violencia en Neuquén está emparentada con el consumo crónico de drogas. ¿Por qué violencia y drogas son socios naturales? En muchos casos, el recurrente hábito de consumo de drogas se une al daño cerebral, produciendo frialdad y ausencia de empatía que devienen en la suspensión del juicio crítico. La hipofrontalización (el lóbulo frontal del cerebro es la base psicobiológica donde se asienta la cultura) está ligada a ese consumo crónico, conduce al sadismo en perjuicio de la víctima y a la pérdida de la noción y reconocimiento del dolor ajeno. La frialdad lleva a que desaparezca el otro de nuestra perspectiva vital. La voluntad se transforma, se vuelca al consumo, sucumbe. La vida pierde su sentido. Se pierde la biofilia. La epidemia del consumo de drogas aumenta exponencialmente la violencia, el número de delitos y la prevalencia de cuadros psicóticos.
Para el Sedronar, el consumo de marihuana entre los jóvenes se incrementó –entre 2010 y 2017– un 200%, y el de cocaína un 300%. En lo que respecta a la cocaína entre quienes consumieron en el último año, alrededor del 30% ya son dependientes, esto significa que precisan un voraz consumo diario. Uno de cada dos jóvenes de entre 12 y 17 años recurrió al alcohol en forma abusiva. La tolerancia social ante el consumo es enorme: se cree que no es perjudicial y en algún punto se la justifica. También se observa que obtener drogas es bastante sencillo.
Se asiste a una verdadera epidemia que en Neuquén ha trascendido la frontera de la pandemia y ya es endémico en una gran población que ha quedado cautiva. Basta recordar que según información de Sedronar el consumo de cocaína en Neuquén por habitante es superior 4,5 veces a la media nacional. Neuquén es la ciudad de Argentina con mayor consumo de cocaína por habitante. Hace 30 años la droga formaba parte, en general, del circuito nocturno, pero todavía se verificaba la existencia de una ciudadanía con un relevante porcentual de rechazo a la cultura del consumo.
En los últimos años se ha ido consolidando un avance de la oferta, en paralelo con la amplificación del mensaje de aceptación social de las drogas. La política provincial se basó en la promoción de un consumo “cuidado y responsable”, sin tomarse nota de edades ni momentos de la vida, desoyendo el conocimiento científico. Se asistió a la victoria de la tolerancia y la aceptación social de la drogadicción, incluso en las escuelas, lo cual es actualmente un núcleo problemático en relación con el consumo y el impacto que tiene durante la llamada “poda neuronal” de la adolescencia –donde el cerebro sufre alteraciones estructurales irreversibles–. Se habla de drogas peligrosas induciendo la idea de que otras no lo son. “La marihuana no daña” se ha convertido en un peligroso eslogan. Se hace a un lado toda mención a vulnerabilidades y la función de este alucinógeno en la hiperproducción de dopamina, lo cual coadyuva en la apertura del sistema nervioso hacia otras drogas. A pesar de esta realidad, Neuquén permanece inconmovible y no desarrolla una política suficiente de protección para los más vulnerables y de atención para los afectados.
La política de salud local procede como si no existiera un consumo elevado de alcohol, marihuana y cocaína. No se crean suficientes centros de asistencia y prevención y solo se ofrece un modelo hospital céntrico no adecuado para abordar esta problemática. Estamos corriendo de atrás el problema.
Al no haber un sistema que contenga en los centros de salud ni en el nivel familiar y comunitario, cuando la familia claudica –y la sociedad también– la alternativa es concurrir a las guardias hospitalarias aumentando la saturación existente. Pero la crisis también es hospitalaria. En Neuquén hay disponibilidad de 8 camas de internación para adicciones y solo para varones. ¿Acaso las mujeres no padecen el consumo? No hay suficiente apoyo ni acompañamiento a las familias que experimentan una situación que desconocen y ante la cual no saben cómo actuar.
Aquí la estrategia de la APS (atención primaria de la salud) y la cercanía del sistema de salud a la comunidad es lo que da mejores resultados, pero está muy debilitada. Así en una población sin cultura preventiva, con un acentuado déficit asistencial, con vínculos familiares frágiles, abandonos y desapego, se implanta fácilmente el comercio y la venta de drogas.
Los pueblos carentes de cultura preventiva se encaminan velozmente hacia una sobreoferta de sustancias (la venta de drogas es un gran negocio en expansión). La rápida disponibilidad de drogas (oferta) y la promoción de la banalización de los daños y efectos nocivos en el organismo, la abundancia de un marketing orientado a la promoción del consumo, la fragmentación de la familia, la disfuncionalidad de las escuelas, la ausencia general de referentes, etc., son el caldo de cultivo de la pandemia. Tenemos que cambiar. Hay que redescubrir la cultura preventiva como eje de política sanitaria que reemplace a la cultura del “consumo cuidado y responsable de drogas peligrosas”, porque el progresivo aumento del consumo se ha movido en paralelo con la victoria de la cultura de la aceptación social de las drogas y el aumento de la violencia en la comunidad. Podemos hacerlo. Hacen falta objetivos claros y decisión política para implementarlo.
*Equipo de Salud Cambiemos Neuquén
En Neuquén hay disponibilidad de ocho camas de internación para adicciones y solo para varones. ¿Acaso las mujeres no padecen el consumo?
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- En Neuquén hay disponibilidad de ocho camas de internación para adicciones y solo para varones. ¿Acaso las mujeres no padecen el consumo?
Yo Siento, es una campaña de bien público orientada a sensibilizar sobre toda forma de violencia y adicciones. A informar sobre los servicios de asistencia y ayuda disponibles, concientizando y poniendo en valor en los aspectos positivos de la vida. Es una iniciativa de Río Negro y Gobierno de la Provincia de Neuquén. Apoyan esta campaña Canal 24/7 y AM550.
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