El lenguaje inclusivo busca ganar pequeñas batallas todos los días en Neuquén

El uso de la e en el lenguaje oral y la x en la escritura genera enojo en algunos. Los más jóvenes lo incorporan como una forma de protesta y lo naturalizan con rapidez.

La «e» se transformó en la letra maldita . Para algunos escuchar a los adolescentes nombrarse como «chiques» les provoca irritación aguda, que muchas veces deriva en burla. Para ellos, ellas, «elles» no todas las formas de estar y vincularse en el mundo caben en el uso del masculino como universal y por eso hablan sin corsé.

El lenguaje inclusivo es aquel que busca romper con el androcentrismo: la perspectiva que privilegia el punto de vista del varón y lo coloca como la medida de todas las cosas (ver aparte).

Su uso busca romper la jerarquización que conlleva otorgar al masculino la cualidad de representarlo todo. En ese camino han surgido combinaciones: desde las dobles formas (ciudadanos y ciudadanas), genéricos (ciudadanía), hasta la inclusión de la equis y el arroba (que se emplea en la escritura y no tiene correlato en la oralidad).

Las escuelas neuquinas han incorporado el uso del «chicos y chicas» tanto en el saludo de entrada, como en las clases, y esto cosecha cada vez menos resistencias. En cambio la «e», que circula entre adolescentes, sulfura. Quizás porque implica algo más que un plural que engloba a varones y a mujeres: alude a sujetos que no se identifican con ningún género.

«Yo creo que el lenguaje inclusivo cumple con dos funciones: no estar encasillado a nadie en ningún género, sin conocer si la otra persona se sienta cómoda en alguno, porque es un acto político, y también porque deja de invisibilizar a las mujeres que también es incómodo estar diciendo «todos y todas» es más fácil decir «todes.» Vienen a romper con el statu quo, o sea esta cuestión de «vos sos hombre, ella es mujer», asegura Lisandro. Junto a Nicolás y Noa usan la «e» con fluidez en la charla. Tienen 15 años.

Cuentan que muchos profesores los descalifican por emplear lenguaje no sexista. Ese prejuicio si se deja ver.

«Lo único que hacen es atacar, ya sea de forma agresiva, burlesca, irónica, satírica. Siempre que se ataca es para repeler lo que uno no acepta, para quitarnos legitimidad como jóvenes: «esta gente joven, adolescente, que no sabe lo que dice, no sabe el idioma, no sabe hablar.» Se fijan en eso como para quitarle seriedad al asunto», afirma Nicolás.

Coinciden en que no es un fenómeno generacional, exclusivo de «les jóvenes», pero entienden que en esa franja hay mayor receptividad. «Creo que es fácil para nosotres adaptarnos a estas nuevas ideas porque somos nuevos en el mundo, entendemos bien la idea», sostiene Noa. Se define como a-género y por eso dejó de utilizar el nombre que porta en el documento. «No me quiero encasillar en: «soy solamente mujer», señala.

Hablar en femenino y en masculino suele estar internalizado en las prácticas escolares. Las reticencias surgen cuando se rompe la mirada binaria y aparece el arroba, la equis, o la e.
Florencia Salto

«Les chiques» indican que no todos los profesores son reactivos al uso del lenguaje inclusivo, hay algunos que lo fomentan.

«Nosotros desde el Consejo Provincial de Educación impulsamos para que se trabaje en la formalidad y esto sería todos y todas; niños y niñas, algunos y algunas, y la verdad que no reconocemos en la formalidad el tema de la utilización de la «e». Si estamos leyendo lo que está pasando y sobre todo en las redes o en la escritura informal, aparece mucho o la equis, o el arroba, o la letra e reemplazando a la a y la o», explica la ministra de Educación de Neuquén, Cristina Storioni.

La RAE, según consta en su página web, no admite siquiera usar el femenino y el masculino porque los considera un tipo de «desdoblamiento artificioso e innecesario desde el punto de vista lingüístico» (ver aparte). La organización tiene menos reparos a la hora de incorporar neologismos a su diccionario. Tuit, chat, hacker son palabras aceptadas y se les puede encontrar en una búsqueda rápida.

«Seguramente estos movimientos, que son movimientos sociales sobre todo, requieren un análisis un poco más concreto, en este caso del Consejo de Educación, para poder regular o normar esta utilización. Seguramente es un debate que nos debemos dar y mientras tanto en la informalidad existe. Nosotras como autoridades no podríamos avalarlo. Pero evidentemente deberíamos estar pensando y atentos a estos movimientos sociales que obviamente hacen que actualicemos los formatos también», suma Storioni.

¿Pero qué pasa cuando las personas trans, aquellas que no se identifican con el sexo asignado al nacer, llegan a la escuela?

«El lenguaje inclusivo viene a irrumpir, a mostrar lo invisible, lo que no existía, lo que no se nombraba. Poder visibilizar a personas que tienen su vida, sus derechos. Hacia adentro de la escuela existen normativas que tienen que ver con cómo se usa la lengua, pero también la posibilidad de pensar que la lengua es una construcción constante», manifiesta Verónica Allaria, mamá de una niña trans y directora de la escuela domiciliaria y hospitalaria. Enfatiza en que es vital trabajar con las familias y explicarles de qué se trata.

«Tenemos que construirlo en conjunto. Hay algunas personas que empiezan a impulsarlo, pero no es que haya algo que se baje jerárquicamente, no existe desde el Consejo de Educación, del equipo de supervisiones. Hay una mirada no censuradora, pero en algunas escuelas es más restrictiva con este tipo de lenguaje», insiste.

Agregó: «lo binario mínimamente está reconocido. El «todos y todas». Ahora cuando hablamos de no binario entramos en un terreno que pone nerviosa a la gente. Si no te defines en uno u en otro es como que entramos en un nerviosismo. Lo que se está poniendo en juego es un sistema, por eso es tan fuerte la «e», por eso está tan combativa. Por eso genera tanto enojo. Mucha gente te lo dice: «hasta todos y todas me lo banco». Bueno lo que no se bancan es lo otro que trae aparejado.»

La «e» desborda. Y para algunas personas resulta tan revulsivo que generan acciones violentas: en el hospital Castro Rendón la arrancaron directamente del cartel que decía «felíz día del maestre.» La letra ya fue repuesta.

Las maestras de la escuela primaria 154 de Parque Industrial usan activamente lenguaje inclusivo en sus clases. ¿Por qué lo hacen? Rosa Flores, docente de primer ciclo, responde: «es para empezar a reconocer la diversidad misma que nos compone a todos y a todas. Entendemos que el lenguaje desde el masculino ha segregado a un montón de infancias, un montón de niñas en la historia inclusive, que no han sido parte ni reconocidas. ¿Qué infancias ocultamos si sólo mencionamos a las nenas y a los nenes?»

Sobre el enojo y la ridiculización que provoca en algunos sectores, Flores no titubea: «es por ignorancia. El sentido común que está instalado en la familia, en las mismas escuelas, es difícil de revertir pero hay que darle batalla, hay que conflictuarlo en todos los espacios. Es una transmisión. A mí me costó en principio romper con el prejuicio que yo tenía por eso te digo lo que planteo en primera persona, porque es ignorancia. Porque yo decía «ahora las, los, les. ¿Cómo voy a escribir en el pizarrón?» Las trabas las ponía yo y no el grupo de nenes. Cuando me empecé a forma, a aprender, empecé a interpelar el machismo que yo traía conmigo pude construir otra manera escribir, de nombrar, de hablar.»

En contra:

* La Real Academia Española es la organización que custodia la norma lingüística y ha cuestionado el uso del lenguaje inclusivo, o también llamado no sexista.

*En su sitio web oficial se refirió al tema y planteó que “la actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse estas repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la redacción y lectura de los textos”.

A favor:

*Quienes usan lenguaje inclusivo sostienen que la lengua es propiedad de los hablantes. Cambia y está en construcción.

*El androcentrismo es la perspectiva que toma a los varones como la medida de todas las cosas. En el plano lingüístico se revela en los usos de la lengua que invisibilizan a las mujeres y a las personas trans, por ejemplo.

*Usar el masculino de manera genérica jerarquiza y excluye. Al decir “los niños” son ocultadas las niñas y las personas que no se identifican ni como varones ni como mujeres.


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