Un preso perdió un ojo y acusaron a un agente penitenciario
El fiscal Guillermo Lista atribuyó al imputado los delitos de lesiones graves e incumplimiento de los deberes de funcionario público. El acusado negó haber disparado al rostro de Maximiliano Bascur. El hecho ocurrió el 2 de mayo de 2016.
Un preso perdió un ojo y acusaron a un agente penitenciario
La tarde del 2 de mayo de 2016, internos del penal 3 de esta ciudad se enfrentaban con armas blancas de fabricación casera. La lucha cuerpo a cuerpo era feroz. Las autoridades de la unidad penitenciaria ordenaron que agentes del Cuerpo de Intervenciones Especiales Penitenciario (CIEP) intervengan para separar a los revoltosos. Pablo Riffo era entonces el escopetero. Entró con sus compañeros al sector donde los internos se peleaban. Pero no pudieron disuadirlos. Peor aún, varios internos se unieron y atacaron a los penitenciarios. Riffo disparó postas de goma. Minutos después, se escucharon gritos pidiendo ayuda desde una celda. Maximiliano Bascur tenía el rostro cubierto de sangre por una lesión en un ojo. Al día siguiente le extirparon el glóbulo ocular izquierdo.
Hoy por la mañana, el fiscal Guillermo Lista formuló cargos contra Riffo por los delitos de lesiones graves e incumplimiento de los deberes de funcionario público.
Relató la situación complicada que se vivió esa jornada. Y atribuyó a Riffo haber sido el autor del disparo que provocó la grave lesión a Bascur, que estaba preso acusado por el homicidio de Miguel Garnica. Hoy, pesa sobre Bascur una condena a prisión perpetua por el brutal crimen de Garnica.
Lista sostuvo que Riffo utilizó el arma de manera antirreglamentaria. Advirtió que disparó de frente a menos de 10 metros de Bascur. Aseguró que violó la ley orgánica de la Policía de Río Negro que indica efectuar los tiros con proyectiles antitumulto con rebote. Recordó que Bascur perdió el ojo izquierdo, que fue reemplazado por una prótesis.
Indicó que el interno recibió otro perdigón de goma de la mejilla izquierda. Y que recién pudieron operarlo el 11 de octubre de 2017 para hacer la extracción. Citó declaraciones de testigos, de médicos oftalmológicos y exautoridades del penal. Y mencionó el informe del perito balístico Roberto Nigris y del gabinete de Criminalística. La abogada por la querella Marina Schifrin adhirió a la formulación de cargos de la fiscalía. Recordó que esa jornada violenta hubo 8 internos heridos.
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Advirtió que Nigris en su informe destacó que no se puede efectuar tiros con el arma Stoppin Power, marca Akkar, cargada con cartuchos calibre 12 UAB antitumulto, a menos de 15 metros porque pueden provocar lesiones letales. Señaló que las postas atravesaron, en una pericia, el 50 por ciento de las maderas de machimbre de pino de 10,5 milímetros.
Lista señaló que Nigris recomendó elevar el estudio a la Jefatura de la Policía para que no usen este tipo de municiones.
Riffo negó haber disparo en forma directa a la cara del interno. “Sé que un disparo a un rostro a una distancia de entre tres y cuatro metros le vuela la cabeza directamente”, señaló. Y aseguró que siempre disparó con rebote.
Recordó que cuando entró al pabellón, los internos se agredían con facas, lanzas. Dijo que a un celador, que trataba de abrir las rejas para que pudieran entrar a dispersar a los revoltosos, no podía porque lo intentan lesionar.
Dijo que efectuó “un disparo con un cartucho de estruendo para que depongan la actitud”. Afirmó que cuando pudieron entrar al pabellón, observó que Bascur estaba al fondo y un grupo de internos lo agredía, “Bascur ya estaba regalado y no sé en qué iba a terminar”, afirmó. Cuando su defensor Estanislao Cazaux preguntó qué hubiese pasado si no intervenían, el agente respondió: “O lo herían feo o lo terminaban matando”.
Describió que cuando el grupo de agentes entró al lugar los quisieron agredir con facas, lanzas, les arrojaron agua y botellas con arena.
Por eso, lanzaron gas lacrimógeno. Pero dijo que los internos no se calmaban. Al contrario, se exaltaban más. Aseguró que sacó a Bascur, herido, de la celda y lo llevó hasta el hospital.
Por eso, el defensor se opuso a la formulación de cargos. Dijo que Riffo sólo cumplió órdenes de sus jefes y que no estaba al tanto del poder de fuego de los cartuchos que le dieron para trabajar. Sostuvo que hizo lo que indica el protocolo.
La jueza de garantías Romina Martini rechazó el planteo del defensor y admitió la acusación de la fiscalía para avanzar con la investigación preliminar durante un plazo máximo de 4 meses.
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