Muertes evitables con donación de órganos

Hace sólo unos meses, todo el país se conmovió con la muerte de los 44 tripulantes del Ara San Juan. En el 2004, un incendio dejó un saldo de 194 muertos en Cromañón. En el 2012, el accidente ferroviario de Once causó 51 muertos. Fueron todas tragedias evitables. Tragedias que provocaron heridas difíciles de cerrar en nuestra historia y que cambiaron en alguna medida el rumbo cultural o político de nuestro país. Sin embargo, hay otra tragedia que no tiene el mismo eco social, que no produce ninguna ola expansiva, que no mueve las masas clamando un cambio, pero que es igual de desesperante. Me refiero a la tragedia de los miles de argentinos que mueren todos los días esperando un trasplante. Solamente tomando los números del 2017, murió esperando un órgano la misma cantidad de personas que 4 cromañones, 18 Ara San Juan y casi 16 Tragedia de Once. Fueron 799 personas, 799 argentinos murieron esperando un órgano para trasplantarse. Y este número apabullante que se repite año tras año es sólo una parte de la estadística. Las listas de espera crecen y crecen en nuestro país, llegando a cifras actuales de 7.826 pacientes inscriptos en el Incucai aguardando órganos. Hoy esperan un riñón 6.012 personas, un hígado 1.256, uno o dos pulmones 219 y un corazón 121 pacientes. Hoy son casi 3.000 personas las que están esperando tejidos. En lo que respecta solamente al trasplante de hígado, cada dos días se muere una persona esperando que le llegue su donante.

¿A qué se debe esta tragedia? ¿Cómo podríamos salvar a estas personas? No hay dudas de que estamos frente a una verdadera emergencia sanitaria. La misma responde a una serie de causas. La primera es la falta de donantes. En nuestro país, la ley de Trasplantes de Órganos y Tejidos (ley 26066) es la herramienta legal que otorga a todos el derecho a decidir sobre el destino de sus órganos y tejidos después de su muerte, tanto para expresar su voluntad afirmativa como de oposición respecto a la donación. De no existir manifestación expresa, la ley presume que toda persona es donante. A pesar de dicho registro, en el momento de la muerte será la familia la que tomará la decisión final sobre la donación. Éste es el motivo por el cual, si deseamos donar nuestros órganos, es vital manifestar esta voluntad no sólo al Incucai, sino decírselo explícitamente a los familiares y a los amigos. Debe saberse que esta expresión de voluntad podrá ser revocada por nosotros mismos o por nuestros familiares en cualquier momento antes de la donación efectiva.

La segunda causa tiene su origen en los mitos asociados al trasplante de órganos. Ello tiene un impacto potente y muy dañino en la cultura colectiva. Los mitos tocan temas vinculados al tráfico de órganos, la veracidad del diagnóstico de muerte y el descuido o abandono de pacientes en las unidades de Terapia Intensiva para “quitarle y aprovechar sus órganos”. Películas de ficción como la recientemente estrenada “Animal” lamentablemente alimentan estos mitos dándoles entidad urbana. La realidad es que el procedimiento de trasplante de cualquier órgano requiere de una alta complejidad institucional, cada donación está cuidadosamente regulada a nivel nacional y cada trasplante reúne a un grupo numeroso de profesionales expertos. Implica una red coordinada de expertos que dejan cada paso minuciosamente documentado. No hay ningún lugar para procedimientos clandestinos y de origen dudoso. En la historia jurídica de nuestro país no se registra absolutamente ningún caso de robo o tráfico de órganos ni denuncia de trasplante realizado por fuera del sistema de salud. Esto debe estar claro para no dejar ningún margen de duda a la comunidad en cuanto al marco de transparencia ético y legal en donde se realizan estos procedimientos.

El mito asociado a la veracidad de la muerte es otro obstáculo importante que es fundamental aclarar. Gracias a Dios, son miles las familias de donantes anónimos que han “dado vida” aún en el momento de mayor dolor. A pesar de ello, una vez iniciado el proceso de donación, casi la mitad de los familiares entrevistados expresan su negativa a donar. Si bien las causas pueden ser religiosas o culturales, lo más frecuente es enfrentarse con dudas vinculadas al diagnóstico de muerte. No se pone en duda que un paciente en coma o estado vegetativo está vivo. Tampoco se debería cuestionar que la muerte cerebral, la muerte legal, el cese irreversible de funciones cerebrales y la muerte misma son todos sinónimos. Es crucial educar a la comunidad acerca de este punto. Un paciente no está vivo porque el corazón funciona, sólo lo está si el cerebro funciona. La muerte es una sola y siempre se produce a nivel cerebral. Hasta que los profesionales de la salud no transmitamos correctamente este concepto, el miedo a “donar órganos con el corazón latiendo” seguirá estando presente.

Hoy 30 de mayo se conmemora el Día Nacional por la Donación y el Trasplante de Órganos, fecha establecida por el Incucai para promover la donación y el acceso a los trasplantes en un marco transparente, seguro y altruista. El trasplante es un tratamiento que consiste en la extracción de un órgano (o parte de éste) o tejido de un donante para ser implantado en otra persona con un tejido u órgano enfermo en fase terminal. Si bien el trasplante salva muchas vidas, es un tratamiento médico irremplazable que depende únicamente de la voluntad generosa y solidaria de cada una de las personas que se manifiestan a favor de la donación.

Los números hablan por sí solos. No pudimos evitar a tiempo un Cromañón, ni una Tragedia de Once ni un Ara San Juan. Y como sociedad llegará el momento en donde tengamos que hacer nuestro mea culpa. En lo que refiere al trasplante, estas muertes están sucediendo hoy, mañana, la semana que viene. Son todas muertes evitables con la donación. Para generar un cambio tenemos que trabajar todos juntos, aunar esfuerzos para educar, desmitificar, tranquilizar y difundir. Sobre todas las cosas debemos trabajar para poder darle esperanza a todos los que hoy están entre nosotros, descontando los días para que alguien los llame por teléfono y les dé la oportunidad de seguir vivos.

*Cirujano especialista en trasplante hepático


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