Gestión de las expectativas, un desafío inquietante
El diccionario de la lengua española define “expectativas” como la “esperanza o posibilidad de conseguir una cosa”. La teoría económica va un poco más allá. Define las “expectativas racionales” como la capacidad de los agentes económicos para predecir el valor futuro de las principales variables macroeconómicas, en base a la configuración del modelo económico vigente, los datos empíricos con que cuentan en el periodo presente, y los datos que surgen de los periodos anteriores, es decir, la experiencia. La característica principal del desarrollo de las expectativas racionales, es el postulado de que los agentes económicos no se equivocan de forma sistemática en sus predicciones, es decir “aprenden del error”.
El concepto es especialmente valioso en la coyuntura política, económica y social que atraviesa nuestro país al inicio de 2018.
La confianza fue la piedra basal de la llegada de Mauricio Macri al poder a fines del año 2015. Toda la construcción discursiva del gobierno se basa en la confianza. La pregonada lluvia de inversiones, el arreglo con los holdouts, la salida del cepo cambiario y la lucha contra la inflación encuentran en la confianza la base de legitimación en el discurso oficial.
El panorama que ofrece el tablero de la macroeconomía transcurrida la primera mitad del mandato de Mauricio Macri, arroja luces de alerta. La primera indica que la confianza no es insumo suficiente para el pretendido éxito en la gestión económica. La segunda indica que las expectativas de los agentes ya han incorporado el recurrente error de cálculo del gobierno respecto a las principales variables. Ello implica que hará falta algo más que un discurso para convencer a los agentes del rumbo elegido.
Los datos como insumo
Al momento de formar las expectativas, los resultados obtenidos en los periodos recientes, son un insumo fundamental. El peso determinante de la confianza en el rumbo prometido, comienza a perder fuerza cuando los datos desmienten el pronóstico oficial.
En este sentido, la lucha contra la inflación es el ejemplo más acabado. La corrección de las metas de inflación anunciada a fines de diciembre, no hace más que confirmar la percepción de la mayoría: la meta establecida es inalcanzable desde el mismo momento del anuncio. El comportamiento natural de los agentes es formar una expectativa de precios superior a la meta. La mayoría de las consultoras privadas ya estima que la inflación de este año no será menor al 20%.
Existen sin embargo otras variables menos mediáticas que la inflación, pero no menos preocupantes. El déficit fiscal es la primera. Tanto el presidente como los ministros del área económica resaltan cada vez que tienen oportunidad, el sendero a la baja que muestra el rojo fiscal en relación al Producto Bruto (PBI). En efecto, el resultado primario se redujo al 3,9% del PBI en 2017, sobre cumpliendo la meta del presupuesto que exigía 4,2%. Omiten el hecho de que la citada estadística no considera el peso de los intereses. El peso de los intereses producto de la recurrente toma de deuda externa en el periodo 2016/2017, ha provocado que el rojo financiero pase del 5,2% del PBI a fines del 2015 al 6,1% registrado el año pasado.
El déficit de cuenta corriente, es otra variable sensible. A diferencia de lo que ocurre con las cuentas del fisco, las voces del gobierno no suelen mencionar el rojo en las cuentas externas, y si lo hacen, se refieren al comercio exterior. Un reciente informe de la consultora Macroview del economista Rodolfo Santángelo, resalta el punto. La cuenta corriente incluye no solo el saldo comercial, que alcanzó un déficit record de u$s 8.500 millones el año pasado, sino también el gasto en turismo y el atesoramiento. El informe indica que la salida neta de divisas por el gasto en turismo (incluye compras de turistas argentinos en el exterior) ascendió a u$s 10.000 millones en 2017, y el atesoramiento de divisas de parte de los agentes económicos, a u$s 22.000 millones. Si se agrega el rojo comercial al déficit en turismo y atesoramiento, el déficit total de cuenta corriente significa otro 5,4% del PBI. Y si se agrega el déficit financiero al déficit de cuenta corriente, resulta que la macroeconomía nacional muestra un rojo estructural del 11,5% del PBI. El citado documento, indica que a fines de 2015, el mismo ratio llegaba al 8% del PBI.
El dato no hace más que mostrar el deterioro de la sustentabilidad de la economía nacional en el mediano plazo, y constituye un dato certero en la formación de las estimaciones que los agentes realizan de cara al futuro.
Formación de expectativas
En su reciente visita a España, el Ministro de Hacienda Nicolás Dujovne indicó que la deuda seguirá siendo la principal fuente de financiamiento al menos hasta 2023. Fue en la misma intervención en la que cometió un desliz al admitir que el gobierno “tiene escasas herramientas para combatir la inflación”. Tanto las palabras del Ministro, sugieren que no habrá un cambio de rumbo en lo inmediato.
En ese marco, el principal desafío que se presenta para la administración Macri de cara a 2019, es la gestión de las expectativas. El éxito en los últimos dos años del gobierno, será directamente proporcional a la capacidad del equipo económico de convencer a los agentes que el rumbo elegido es el correcto. Tarea titánica si las hay.
En el plano interno, la desconfianza en la gestión se ha multiplicado en los dos primeros meses del año. El impacto negativo de la reforma previsional, sumado al impulso del dólar tras la corrección en las metas de inflación, y el rebrote inflacionario de enero y febrero, hicieron mella en la imagen del gobierno. Una encuesta nacional del analista Ricardo Rouvier realizada durante la última semana de febrero es reveladora. Indica que la imagen negativa de la gestión Macri asciende al 54%, diez puntos porcentuales por encima de la evaluación negativa registrada en diciembre de 2017. Agrega además que solo el 29,9% de los consultados tiene expectativas favorables respecto a la economía en 2018, frente al 43% que tiene un pronóstico negativo. Por último, indica que el 62% de los encuestados cree que la inflación de este año será igual o mayor que la del año pasado.
En la misma línea, otro estudio realizado por la consultora Query Argentina y publicado esta semana, indica que el 68% de los encuestados espera que su situación económica personal en 2018 sea igual o peor que durante el año pasado.
En el plano externo, el panorama todavía es favorable, aunque comienzan a observarse señales de alerta. El mercado financiero global aceptó el mensaje de cambio y confianza que el gobierno de Mauricio Macri predicó desde el primer día de la gestión. La expresión más acabada de ese tácito aval, es el flujo de capitales extranjeros observado en el periodo 2016-2017. En ese lapso, Argentina colocó deuda por u$s 130.000 millones, y según el Ministro Dujovne planea emitir u$s 100.000 millones más en los próximos dos años. Toda una señal.
En este sentido, pecar de inocencia, sería el error más grave. El motor del flujo de capitales desde el exterior, ha sido y es, el formidable spread de ganancia que ofrece el carry trade vía Lebacs. Pero las mismas inconsistencias macro que observan los analistas locales, son advertidos por los inversores que comienzan a mirar de reojo la sustentabilidad y la capacidad de repago. Los especialistas advierten que la suba de tasas que ha comenzado a aplicar gradualmente la Reserva Federal de los EEUU, ya tiene impacto sobre las posiciones de los inversores en los bonos argentinos. En promedio, se estima que en lo que va del año los “bonos largos” han perdido un 15%, mientras que los “bonos cortos” (a 5 años o menos) un 5%. La evolución del riesgo país es otro indicador. Mientras en la región el riesgo país se redujo un 2,8% en promedio en los dos primeros meses de 2018, el riesgo argentino creció 14%. Una señal que no debiera pasar inadvertida en el gobierno, cuyo gabinete económico está poblado de funcionarios con pasado en el mundo de las finanzas.
Los expectativas, tanto internas como en el exterior, comienzan a reflejar cierta desconfianza en el rumbo elegido por el gobierno.
Datos
Datos
- Los expectativas, tanto internas como en el exterior, comienzan a reflejar cierta desconfianza en el rumbo elegido por el gobierno.
- 14,4%
- El incremento los dos primeros meses del año del diferencial que pagan los bonos argentinos por riesgo país.
- 20%
- La estimación de la mayoría de las consultoras privadas respecto a la inflación 2018.
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