La parroquia de Villa Regina
El templo espiritual de los inmigrantes italianos, fundado en 1928, fue una de las primeras construcciones de la ciudad. La campana fue donada por Mussolini.
A poco de establecerse en el lugar, los inmigrantes italianos sintieron la necesidad de contar con un templo espiritual. Fue así como se llegó a la construcción de la parroquia que, junto a la estación del ferrocarril, fueron las primeras construcciones de la localidad.
Según cuenta la crónica, la iglesia fue donada por la Compañía Ítalo Argentina de Colonización a los Padres Salesianos en noviembre de 1927 y comenzó a funcionar el 3 de febrero de 1928, mismo día en que se ofició la primera misa de manos del sacerdote Marcelo Gardín, oriundo de Friuli (Italia), excapellán del Ejército de ese país durante la Primera Guerra Mundial.
La elección de este párroco para la administración de la parroquia, por las autoridades de la orden de los Salesianos de Viedma, fue bien recibida por los colonos. Era un hombre muy activo que recorría la colonia, casa por casa, recibiendo el afecto y el respeto de los agricultores italianos. También visitaba las chacras. En una caja llevaba su breviario y un revólver y sobre el pecho el crucifijo.
Como el padre añoraba las campanas del Véneto, se dice que se animó y solicitó al gobierno de Mussolini tres de ellas para su parroquia. Tuvo respuesta y recibió 5.000 liras para comprarlas. Las primeras campanadas se escucharon el 30 de junio de 1928.
La parroquia, además de tener a cargo la espiritualidad de los inmigrantes, también tenía un rol muy importante en lo social. Los primeros trabajos datan de 1959, con otro recordado sacerdote, el padre César Rondini, y llegó a constituirse la Organización de Escuelas Parroquiales.
A partir de ello siguieron otras creaciones que se consideran de vital importancia para sus habitantes, como la primera escuela en 1960, un hogar a cargo de las Hermanas Franciscanas, guarderías infantiles, entre otras muchas obras.
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