Los niños con autismo no pasaron una linda Navidad

“Cuando hay tanto dolor, a veces para que cese el sufrimiento los chicos o adolescentes se golpean la cabeza contra el piso o la pared, entonces los padres ponemos el cuerpo entre la pared y nuestro hijo, como último recurso para que no se lastimen”, explicó Cynthia Tobares, integrante de Lazos Azules, agrupación de padres con niños con autismo que imperiosamente buscan concientizar entre sus vecinos la necesidad de pasar las fiestas sin pirotecnia.

Para el 24 y 25, muchos padres con niños autistas se autoexiliaron en chacras o en viviendas alejadas de la urbe para disfrutar en familia de una fiesta navideña. “Río Negro” contó en su edición del domingo la conmovedora historia de Maximiliano, quien el año pasado se refugió en la barda y esta Navidad en la zona rural con su hijo autista.

La estadística de la Organización Mundial de la Salud indica que son 1 cada 68, los chicos que padecen hipersensibilidad auditiva. Para este fin de año, buscan concientizar aún más a sus lazos cercanos y vecinos para que no compren ni usen pirotecnia.

Muy pocos, optaron por medicar a sus hijos y darles un descanso obligado pasadas las 21. “No es justo, porque ellos trabajaron mucho durante todo el año, con terapia, deportes y se esfuerzan mucho para socializar con sus afectos y disfrutar como otros niños”, insistió Cynthia.

A la crisis por el estruendo se agrega el estrés del resto del entorno familiar, que con impotencia busca cómo hacer cesar la angustia que se instala en un abrir y cerrar de ojos en la mesa familiar, mientras el cielo se llena de explosiones y luces de colores.

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Para este 31 de diciembre, la campaña de concientización se centra en el contacto punto a punto de Whatsapp (que se suma a las que están en vigencia en redes Facebook o Twitter), para dar a conocer de la manera más cercana, que en cada barrio hay familias que sufren mientras otros tiran petardos.

#CelebraSinPirotecnia o #MasLucesMenosRuidos en la red de redes, son los hashtags que abren una ventana a la búsqueda imperiosa de que todos se pongan en lugar de otra familia que también quiere festejar con alegría la llegada de un nuevo año.

La campaña teléfono a teléfono se hace porque el estallido causa dolor inconmensurable en personas de hipersensibilidad auditiva, porque desestabiliza e impide que uno de cada 68 o 100 niños pueda disfrutar de un regalito, o de la fiesta con sus primos y les imposibilita el momento de encuentro y felicidad con tías o abuelos, debido a que está en medio de una crisis.

La pirotecnia está prohibida por ley provincial y fue reforzada con ordenanzas municipales en Neuquén y localidades lindantes que la multan severamente.

“Buscamos que les llegue a los más conocidos e impacte de otra manera; apuntamos a la toma de conciencia, porque aunque la legislación está, si no somos conscientes de que estamos lastimando a un vecino y causamos dolor, no sirve la ley. Alcanza en casos puntuales para llamar a la policía y pedir que cese en su actitud un vecino. Pero no es posible patrullar en tantos sectores como gente que usa la pirotecnia”, ejemplificó Cynthia.

Por esta razón, se busca que se entienda que “no es que estamos en contra del ruido, sino que causa un dolor muy intenso e insoportable en personas con hipersensibilidad auditiva”, describió.

Para Navidad, notaron que “hubo más consciencia y menos estallidos”, pero lamentablemente se convive con la tensión de que no se produzca la crisis severa durante el brindis .

La cifra que duele

Abuelos y excombatientes también son vulnerables

Son muchos los grupos minoritarios que padecen con angustia y dolor los estruendos de la pirotecnia: los adultos mayores, los ex combatientes de Malvinas, los bebés, personas con parálisis; y todas las personas con hipersensibilidad auditiva. Además de la afectación al medio ambiente y el escarnio para las mascotas o animales silvestres.

“En algunos barrios el trabajo de concientización llegó, y en otros el estruendo fue terrible”, contabilizaron informalmente organizaciones de personas con discapacidad.

De acuerdo a la descripción, el estruendo provoca un dolor intenso en los oídos, sorpresa, desorientación y angustia que en ocasiones canalizan en carreras alocadas y a ciegas para que cese el ruido y el episodio traumático.

Sumado a la desorientación, muchos no encuentran el regreso a casa ni conocen cómo pedir ayuda. “Por ahí por la situación de las crisis ante los cambios de rutina, la falta de información, el duelo familiar; el vecino no sabe que en el piso de arriba tiene un niño con autismo: se piensa que es una familia bochinchera, o con un nene caprichoso”, describió la presidenta de la organización civil de niños con autismo en Neuquén, Cynthia Tobares.

Lazos Azules busca que los vecinos tomen conciencia del daño que implica la explosión y el retroceso que produce en los grupos vulnerables.

Se vendieron petardos en viviendas particulares y por redes sociales