Este es el restaurante más hermoso del mundo
Es una verdadera obra de arte. No solo por su arquitectura y diseño interior sino también por su cocina de altísimo nivel. Dónde queda. De quién es.
Este es el restaurante más hermoso del mundo
Es una verdadera obra de arte. No solo por su arquitectura y diseño interior sino también por su cocina de altísimo nivel. Dónde queda. De quién es.
Este es el restaurante más hermoso del mundo
Es una verdadera obra de arte. No solo por su arquitectura y diseño interior sino también por su cocina de altísimo nivel. Dónde queda. De quién es.
El restaurante Alkimia del chef Jordi Vilà, en Barcelona, acaba de ser reconocido como el mejor restaurante de diseño SBID 2017.
El galardón lo conceden los International Desing Adwards, que es algo así como los Oscar británicos del diseño de interiores.
Y como si esto fuera poco también recibió el título de mejor restaurante de autor de INARCH Nazionale, un reconocimiento que otorga el Instituto Nacional de Arquitectura Italiano.
Uno de los arquitectos que ideó el proyecto, Carmelo Zappulla, un italiano radicado en Barcelona, dijo ni bien supo la noticia del premio: “Solo pueden hacerlo obras creadas en Italia o por un italiano en el extranjero”. Zappulla dirige el estudio External Reference, equipo que -junto al director artístico Chu Uroz- es responsable del diseño de Alkimia.
Tanto Zappulla como Uroz coinciden, al describir su obra, en una cosa: la entrada del restaurante, en la que las probetas son las protagonistas –“simbolizando la alquimia que el comensal vivirá”, cuenta Uroz–, es el eje central para entender el resto de espacios. También ambos señalan el gran reto que ha supuesto trabajar en un local que pertenece a un edificio modernista: “Habían trascurrido 50 años desde la última vez que se abrieron sus puertas y encontrar esos frescos del techo tan bien conservados fue toda una sorpresa”, señala el director artístico, que ahora se encuentra inmerso en la escenografía de una ópera con La Fura dels Baus.
“Alkimia es un proyecto muy único. Tuvimos que crear un diálogo constante entre la tradición de la arquitectura del edificio y un interiorismo muy contemporáneo hecho de forma paramétrica, es decir, sobre variables que se pueden cambiar constantemente”, comenta Zappulla. Porque la idea es que Alkimia sea “un espacio vivo en cambio constante”, remarca también Uroz. De ahí que la iluminación de las tres salas que responden a la propuesta gastronómica de Jordi Vilà, por ejemplo, cambie dependiendo de la estación (ahora en otoño, según Uroz, es “muy espiritual”).
La otra gran inspiración que el restaurante respira por los cuatro costados es el mundo marino. “Muchos de los ingredientes que emplea Vilà en su cocina vienen del mar, de ahí que hayamos tratado de recrear los bancos de peces o una gran espina vertebral que conecta unos espacios del restaurante con otros”, explica Zappulla.
Todo el diseño se apoya en tecnologías digitales de última generación: proyecciones de mapping, materiales cortados a láser para construir elementos geométricos, trabajos de diseño creados con fresas de control numérico. Pero también en la artesanía milenaria como el vidrio soplado o el trabajo manual del aluminio para demostrar, como el propio espacio demuestra por sí mismo, que lo antiguo y lo moderno pueden convivir en paz.
Los arquitectos también resaltan al chef y dueño del lugar como coprotagonista de estos premios recibidos. Es que Jordi Vilà lleva ya casi 20 años en la cocina y aún así mantiene las ilusiones del cocinero que recién empieza en los fogones. Una muestra de ello es la dedicación y respeto con los que recibe y atiende a los clientes de Alkimia, que funciona en una vieja fábrica de la cervecería Moritz.
“Vilà gana su prestigio y el respeto de sus clientes cocinando para ellos día a día en Alkimia, poniéndole su personalidad a cada una de sus creaciones”, afirma la prensa especializada. “Esto es como un montaje teatral: la gente paga una entrada por ver a un elenco determinado. Si asiste y el protagonista no está, se sentirá estafada, parte de una mentira; por eso, yo siempre estoy en mi cocina”, afirma el cocinero español.
De su mano, Alkimia se ha convertido en uno de los más grandes ejes gastronómicos de Barcelona, pues además del restaurante hay en el lugar una cervecería, un bistró francés, un bar de vinos, un restaurante de tapas, una panadería y una tienda que incluye, placer de placeres, una librería.
Moritz quería transformar su viejo complejo industrial en un recinto culinario. La remodelación arquitectónica empezó en 2011.
Cuando Vilà llegó a un acuerdo con Moritz, allá por el 2002, decidió trasladar su restaurante personal al nuevo complejo gastronómico. Por ello, cerró temporalmente su espacio en agosto de 2015 con la idea de reabrirlo en diciembre. Como suele suceder en estos campos, las obras se retrasaron y recién puedo abrir sus puertas, con el alucinante interiorismo diseñado por Chu Uroz, en junio del 2016.
El espacio cuenta con seis mesas y alberga un máximo de 14 comensales. Como bien lo denomina Vilà, “es un micro restaurante”, por eso, quienes hemos sido acogidos en el lugar debemos sentirnos unos verdaderos privilegiados pues cada plato que sale de la cocina –que, en un ejercicio de transparencia culinaria, está a la vista– tiene nuestro nombre y apellido.
¿Qué se sirve en Alkimia? Comida catalana revisitada con creatividad y buen gusto. La esencia de Alkimia es la cocina popular, esa que se come con cuchara y se acompaña con pan, sobre todo para rescatar los jugos y los caldos y las salsas de las preparaciones. Es una cocina golosa, gustosa, generosa.
El restaurante tiene dos opciones de menú degustación: uno corto, llamado Alkimia y otro largo, llamado ‘Especial del día’. La carta de vinos cuenta con más de 700 etiquetas, básicamente españolas y francesas. Hay una clara tendencia hacia los vinos naturales y de agricultura biodinámica.
Agencias y La Vanguardia
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