Las historias detrás de la peregrinación
Ya sea para agradecer o para pedir, los peregrinos emprendieron el periplo a ese punto de la Ruta 82 desde el norte y desde el sur de la ciudad.
“La situación no es fácil y a veces, ante estas situaciones que nos duelen, este es un momento para encontrar paz”. La frase del obispo de Bariloche, Juan José Chaparro, luego de la misa con la que cerró una nueva peregrinación a la gruta de la Virgen de las Nieves.
Fieles de rodillas sobre la tierra mojada mientras la persistente lluvia daba paso a la nieve. Otros con la mirada perdida en sus pies, rezaban con el paraguas en alto. A pesar de la lluvia y las bajas temperaturas, más de 400 personas se congregaron en la gruta, sobre la ruta provincial 82, frente a la rotonda al cerro Catedral, ayer al mediodía, luego de una extensa peregrinación que arrancó a las 8 desde diversos sectores de la ciudad.
La mayoría de los devotos se concentró en la céntrica plaza Belgrano, para partir por la avenida de los Pioneros hacia la gruta, un tramo de unos 10 kilómetros aproximadamente. Otros llegaron desde los barrios altos por Villa Lago Gutiérrez, donde la nevada era intensa.
Pasadas las 8, Ramona Medina salió del barrio Nahuel Hue acompañada de su hijo y su nuera, que la ayudaba llevándola del brazo. Con un bastón, la mujer caminaba a paso lento por la Ruta 82. No importaba que la misa ya hubiera comenzado. Lo importante era llegar.
“Tengo artrosis en las rodillas pero estoy visitando a mis hijos y quise acompañarlos. Mi nuera hizo una promesa que se cumplió hace unos años y siempre se suma a la peregrinación. En el camino, nos agarró la nieve pero no importa. Vamos a llegar”, remarcó la mujer con un pañuelo que le cubría la cabeza para protegerse del frío.
Orfelia Copto, del barrio 10 de Diciembre, siguió atentamente cada momento de la misa desde su silla de ruedas, cubierta por una manta que resistía cada vez menos la intensa lluvia. “Pese a estar postrada desde hace 5 años, viene a agradecer a la virgen cada año”, relató su esposo, Eulogio.
El obispo Chaparro destacó la participación: “el clima no ayudó pero la gente quiso caminar y nosotros acompañamos. Todo vale: un momento, una oración, lo que hacemos del corazón”.
Estela Muñoz se sentó sobre una lomita, a un costado del predio, junto a su hija y su novio, para poder seguir la misa aunque sin dejar de tomar mate. “No me acuerdo cuántos años hace que vengo. Lo hago para agradecer desde que era chica. Es una costumbre que nos enseñaron nuestros abuelos y es muy emocionante llegar hasta la virgen”, destacó la mujer en relación a la imagen de la virgen que se encuentra sobre una ladera del cerro a la cual se accede a través de una escalinata rodeada de árboles, placas con agradecimientos y velas.
La misa se prolongó por más de una hora y estuvo a cargo del nuncio apostólico Emil Paul Tscherrig, un suizo de 70 años.
“No tenemos al Papa Francisco pero tenemos a su representante desde hace 5 años. Ahora, Tscherrig tiene un nuevo destino que es Roma. Es el primer nuncio no italiano en Italia. Un cambio dentro de tantos que hay que ir haciendo poco a poco. Yo le hice esta invitación hace unos años y pese a tener destino tuvo la delicadeza de venir por un día”, expresó el obispo Chaparro.
“Siempre participé de la peregrinación y desde hace dos años, decidí venir a vender choripanes, tortas fritas y milanesas. Es una forma de ayudar a mi hija que no tiene trabajo. Llegamos a las 7 de la mañana y ya había muchos puestos. Desde acá, seguimos atentamente la misa”, recalcó una de las puesteras, Inés, del barrio Arrayanes.
“La espiritualidad es una fortaleza. Por eso han venido de los rincones de la Diócesis, de Ñorquinco a Jacobacci”.
Juan José Chaparro es el obispo de la diócesis de Bariloche.
La policía interrumpió el tránsito a unos 4 kilómetros del encuentro feligrés y sobre la ruta se instalaron más de 40 puestos de comida.
Las historias detrás de la peregrinación
Datos
- “La espiritualidad es una fortaleza. Por eso han venido de los rincones de la Diócesis, de Ñorquinco a Jacobacci”.
- La policía interrumpió el tránsito a unos 4 kilómetros del encuentro feligrés y sobre la ruta se instalaron más de 40 puestos de comida.
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