Micaela Bravo: pruebas genéticas a Córdoba

El crimen de Micaela Bravo sigue impune. No hay imputados por el macabro homicidio de la joven madre ni tampoco una pista firme. La investigación sigue en marcha a cargo de la fiscal Betiana Cendón, que trasladó muestras hasta un laboratorio de la ciudad de Córdoba para hacer nuevos estudios genéticos.

La expectativa es que los resultados arrojen algún indicio que permita orientar la investigación, explicaron fuentes judiciales.

Se trata de estudios que no se pudieron hacer en el laboratorio regional de genética forense que funciona en Bariloche.

En un comunicado que difundió el área de prensa del Ministerio Público Fiscal se informó que Cendón “se trasladó a la ciudad de Córdoba con el propósito de efectivizar pericias pendientes”.

Explicaron que el objetivo es “someter a otros análisis científicos” el material genético que se recolectó tras hallar los restos de la víctima.

Señalaron que las muestras serán analizadas por científicos del laboratorio, que depende del Ministerio de Público de Córdoba y también del laboratorio de Genética del Superior Tribunal de Córdoba.

Destacaron que las autoridades judiciales de esa provincia “pusieron toda su estructura técnica y de conocimiento al servicio de los requerimientos de investigación” del homicidio de Micaela.

La joven (28 años) desapareció el 23 de marzo de 2016. Fue a dejar a una sobrina al jardín en el barrio 2 de Abril y nunca más volvió a la casa de su madre, ubicada a dos cuadras.

Micaela vivía con su mamá porque se había separado de su esposo Patricio Vargas, con quien tuvo tres hijos. Estaba de novia con un joven del barrio.

Cuando desapareció llevaba su celular que nunca contestó. Hallaron sus restos el 6 de abril, entre unos arbustos de un descampado, cerca del barrio 2 de Abril. Su cuerpo estaba en avanzado estado de descomposición.

La autopsia estableció que la causa de la muerte fue por un edema pulmonar, pero se desconoce que lo causó, explicaron tiempo atrás fuentes judiciales. Un informe de una entomóloga estimó que la muerte ocurrió posiblemente entre 6 y 10 días antes de que hallaran el cadáver.