Cocina de campamento: pescar mar adentro para luego cocinar en la playa
Recetas con historia. De Covunco a San Antonio Este, Agustín Francisco Sánchez comparte un recorrido por el lugar que eligió para vivir con su familia y poner en práctica una sustentable relación con la naturaleza.
Cocina de campamento: pescar mar adentro para luego cocinar en la playa
Recetas con historia. De Covunco a San Antonio Este, Agustín Francisco Sánchez comparte un recorrido por el lugar que eligió para vivir con su familia y poner en práctica una sustentable relación con la naturaleza.
Vivimos casi todo el tiempo con la urgencia de expresar algo a alguien. A esta necesidad, Agustín Francisco Sánchez (43), creador de “experiencias patagónicas” en el Puerto de San Antonio Este, le suma prolongados silencios para que podamos escuchar la voz del mar.
– ¿Qué es el mar para vos?
– Es todo: está lleno de vida y nos da ganas de vivir; podés interactuar, vos lo cuidás y él te brinda todo lo que necesitás. Da alimento, paz y tranquilidad; la posibilidad de hacer muchos deportes y disfutar; la oportunidad de conocerlo e investigar sobre un mundo maravilloso que funciona sin necesitar al hombre y al que nosotros tenemos el privilegio de acceder. Vivir frente al mar me emociona, me enseña minuto a minuto con su biodiversidad que somos bendecidos por Dios. Cada mañana nos levantamos pudiendo apreciar tanta inmensidad y belleza.
– ¿Sos de tirarte así nomás, por un buen rato, en el mar?
Siempre busco estar en el mar; no puedo pasar mucho tiempo sin mojarme. Si bien mi trabajo implica navegar la mayor parte del tiempo, cuando es baja temporada siempre encuentro una excusa para estar en contacto con el agua. Me fascina lo insondable e inmenso que es el mar; es impredecible y te sorprende todo el tiempo.
– ¿A qué edad descubriste el mar?
Vivíamos en Covunco, Neuquén, así que gracias al esfuerzo de mis padres que nos llevaron a conocer la costa atlántica, tuve mi primer encuentro a los 5 o 6 años. Pero en realidad descubrí que me apasionaba el día que me sumergí por primera vez como buzo marisquero para recolectar vieyras en las aguas del Golfo San Matías, en el ´99.
Son las 9:30 de un día cualquiera de semanas atrás cuando todo estaba listo para salir a pescar en alta mar. La partida fue desde el parador “Serena”, de su propiedad en el Puerto de SAE. Somos varios en la embarcación y después de casi una hora de marcha pareciera que llegamos al lugar indicado para entrar en acción con los reeles. Ni bien nos detuvimos aparecieron los delfines. ¡Cómo maravillan con cada pasada por abajo y los costados de la embarcación! Sacarles fotos es la primera reacción. Mientras agregamos carnada a los anzuelos preguntamos a Agustín cuándo y cómo llegó a vivir a San Antonio Este.
Llegué buscando una forma de vida. La tranquilidad y la riqueza de este área natural protegida eran el marco perfecto para desarrollar las actividades náuticas que realizamos y al mismo tiempo hacer algo distinto e innovador para la región. Fue por el ´94.
Primero fue buzo marisquero. Luego fue evolucionando hacia el servicio turístico haciendo eje siempre en “lo sensorial”. “Desde un primer momento pensé en brindarle al visitante una mirada diferente del destino a través de distintas experiencias. Planteé una navegación en semi rígidos con los motores más ecológicos del mercado. Si bien no hay normas que lo exijan, nosotros marcarmos una tendencia en el uso de estos motores para garantizar la protección del medio en el que trabajamos. Con estas embarcaciones hacemos avistaje de fauna marina durante todo el año y podemos disfrutar tanto de ballenas francas como de delfines comunes y nariz de botella, lobos de uno y dos pelos y pingüinos”.
“Navegamos con grupos reducidos, y con ello ofrecemos una experiencia personalizada y una interacción única con las especies que avistamos. Además, salimos con grupos de pesca embarcada fuera de la bahia. Buscamos zonas de fondos de piedra, ya que en estos puntos hay mucha vida y es donde obtenemos las capturas. Aseguramos la pesca del día con besugos, meros y salmones. Contamos con la única estación náutica de la zona, donde brindamos servicio de guarderia náutica y maniobras de embarcaciones. El parador Serena cuenta con las comodidades necesarias para pasar un día agradable de playa, seguro y confortable. Gracias a la protección natural de la Península Villarino, podemos realizar con seguridad actividades en kayak y stand up.
– ¿Qué papel juega lo sensorial en todo esto?
Lo sensorial es lo más importante en la experiencia. Poder transmitir a la gente lo que uno siente es lo que le da al producto un valor agregado y lo hace irrepetible. Cuando uno habla desde lo vivido y con sentimiento puro y positivo por el entorno, el turista se lleva una experiencia diferente.
Ya era mediodía cuando Agustín decidió volver a la costa. Había que cocinar algunas de las piezas alcanzadas. En un momento desvió el rumbo hacia una playita donde juntó unas ramas de salicornia, que más tarde las pasaría unos minutitos por vapor para hacer una ensalada exquisita. Parecen pequeños arroces verdes jugosos que parecen explotar en la boca.
Una vez desembarcados hicimos un fuego en la playa donde clavaron unos pinchos para asar los besugos. Hecho a las llamas durante 15 minutos, más o menos, el pescado queda crocante… ni hablar de la piel que queda transformada en una cascarita tostada. Acá se come todo. Hasta la vinagreta que salsea la carne, hecha con dos cebollas cortadas en cuadraditos pequeños, un diente de ajo, un tomate casi triturado y una remolacha cruda rallada. Todo esto se mezcla con jugo de limón natural, aceite de oliva made in Las Grutas y pimienta. Más la salicornia, vedette de esta salsa.
En el parador, Majo, la esposa de Agustín, había hervido unas papas que luego las llevó al horno con un poco de aceite y ramitas de romero.
Una cerveza bien helada riega esta cocina de campamento.
“Esto es lo que hago siempre y me gratifica: compartir una experiencia. Acá no hay reloj. Esto puede terminar con la última porción del plato o bien cuando el atardecer se esfume”. Son las 4 de la tarde y dan ganas de hacer un avistaje de aves. O de caminar por el monte que está ahí nomás. O llegar al puerto caminando por la playa. O descorchar un vino en el deck. O de… Las opciones son infinitas.
“Buscamos uno de los lugares más impactantes de la bahía de San Antonio para poder obtener los permisos y llevar adelante nuestro sueño. Pudimos demostrar que la actividad es viable y que no es necesario destruir los puntos más bellos y conocidos, que suelen ser los más frágiles. Ahora es el momento de buscar acompañamiento para que se divulgue que este tipo de proyectos favorece no sólo a una familia sino que podría ser muy productivo para toda una región”, cuenta Agustín.
– ¿Cuál pensás que es tu aporte desde tu trabajo a la comunidad en que vivís?
– Creo que con nuestra actividad podemos enseñar mucho sobre las riquezas de la región, las posibilidades que nos brinda el lugar en el que vivimos, y al mismo tiempo cuidar de nuestros recursos y del medio ambiente mientras disfrutamos de tanta belleza. Uno no cuida lo que no conoce, por eso creo que es fundamental que colaboremos con esta difícil tarea. Tenemos las puertas abiertas de nuestro negocio y hemos logrado que tanto jóvenes como no tanto hayan accedido a una experiencia náutica por primera vez en su vida.
– ¿Cómo definirías hoy al lugar donde elegiste vivir con tu familia?
– Es un lugar único, con mucho potencial y muy delicado, donde la falta de planificación podría perjudicarlo y hasta destruirlo. Es inmensamente bello.
– Cuántas anécdotas tendrás con turistas que pintan de algún modo lo que puede suceder en una “experiencia patagónica”…
– Ahora recuerdo los momentos compartidos con chicos con capacidades especiales que invitamos a navegar y hacer avistaje de fauna, sus manifestaciones y alegría, y especialmente recuerdo a un chico no vidente que durante la navegación reconocía el tamaño de los lobos marinos por el sonido de su desplazamiento en el agua y describía la belleza del lugar mejor que cualquiera de nosotros.
Si bien, disfrutar con los niños de distintas escuelas de la línea sur o de los parajes rurales de la cordillera ver por primera vez el mar y navegar es inigualable, ver el rostro de los abuelos de estos lugares y recibir sus abrazos de agradecimiento me deja sin palabras.
Trabajar de lo que a uno le gusta y compartirlo con la familia es lo mejor que uno tiene, pero esta “experiencia patagónica” te dan fuerzas para seguir adelante y luchando por tus sueños.
Agustín está casado con María José Denápole, que también es de Mercedes, el pueblo natal de nuestro entrevistado. Traductora de inglés y después de trabajar muchos años en las principales sucursales de multinacionales en Buenos Aires, un santo día plantó bandera y partió para la Patagonia junto al “amor de su vida”. Ambos son padres de Joaquín, de un año. De su matrimonio anterior, Francisco (13) y Juan Martín (8) intensifican su compromiso con la paternidad. “En estas playas, ellos tres son mi faro. Iluminan mi rumbo para llegar siempre a destino”, dice Agustín en la despedida, abrazando a Majo.
Twitter: @HoracioLara
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Producción: Martín Brunella
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