Adopciones ilegales, una realidad llena de silencios

El juicio a la ex jueza de Paz de Junín retiró el manto de protección que cubre la supresión de identidad.

Me lo entregó Quiroga, no hubo apropiación”, gritó la ex jueza de Paz de Junín de los Andes, Raquel Briceño, mientras se desarrollaba la audiencia de formulación de cargos el martes 18 de abril. Nadie en la sala se inmutó. En esta instancia no se consideran las declaraciones de los imputados.

Con posterioridad se resolverá qué valor tiene su postura frente a los delitos de los que se la acusa: sustracción de menores, supresión de identidad y falsificación de instrumento público. Se trata de una práctica extendida en todo el territorio nacional vinculada a un deseo de ayudar al niño, de protegerlo de la pobreza, de la ignorancia, de las madres desamparadas, pero no por eso menos ilegal.

Alicia Cifuentes contó a este diario una de las tantas historias. Hermana mayor de 9, dejó la escuela rural en cuarto grado para empezar a trabajar en casas de familia. Ya era madre de Claudia Vergara a los 15 cuando empezó a sentirse atraída por el exjuez de Paz de San Martín de los Andes, Julio “Yuyo” Quiroga, el hombre que llegaba hasta el paraje Pucará en lancha, vestido de traje, sólo para verla a ella.

Tenía 17 años en 1976 cuando dio a luz a Julio Carlos Quiroga en su casa. Una tarde, 4 meses después, el padre se llevó al niño “a un control en el hospital”. “Fue un afano”, afirmó Cifuentes . “Yo me las tenía que rebuscar para ir hasta San Martín, hasta el Juzgado, miles de veces, para preguntarle dónde estaba Carlitos, como lo había llamado yo, cuándo lo iba a poder ver… pero nadie me daba pelota, la gente de antes hacía lo que quería”, relató.

La vida siguió. Cifuentes tuvo 12 hijos más. “A ninguno de ellos le negué lo que había pasado. Todos ellos me ayudaron a seguir buscándolo. Me lo habían dado por muerto, pero yo no lo creía, suponía que estaba en Neuquén capital. No sabía que le habían cambiado el nombre”, dijo. “Lo volví a ver cuando cumplí 57 años, en diciembre de 2015, y después no lo volví a ver”.

El caso forma parte de una realidad tapada, silenciada, frecuente, en una trama que involucra a funcionarios, médicos y a los agentes que detectan esas situaciones de vulnerabilidad social.

El deseo de hacer el bien y colmar al mismo tiempo la necesidad de maternidad y paternidad lesiona derechos humanos. Una adopción legal demanda tal inversión de energía y paciencia hasta el momento de su concreción, que en casos se eligen “atajos” a lo que indica la Ley.

La especialista Eva Giberti refiere al relato sobre el origen de los niños adoptivos como estructurante de la personalidad y en todas sus ponencias lo resalta como un momento difícil pero ineludible en la construcción de la relación parental, porque el ocultamiento puede provocar desórdenes psíquicos problemáticos.

En el relato al niño sobre la verdad de su procedencia, entonces, ¿qué podrían decirle los padres adoptantes que tomaron el “atajo”? ¿Se animarían a contar que violaron la Ley para llevárselo?

“Todo niño trae en su equipaje historias, vivencias, un nombre dado desde el comienzo de su vida que lo designa como sujeto, lo diferencia, y le otorga lo que llamamos identidad”, explicó la directora del Registro Único de Adopción de la provincia de Neuquén, Gisela Maxuell.

“Respetarlo hace al sano y pleno desarrollo del niño como persona. Los procesos de adopción se desarrollan bajo un paradigma de protección integral de los derechos del niño, plasmado en la Convención Internacional de los Derechos del Niño, que tiene rango constitucional”, argumentó.

La agrupación Tugun, que tuvo participación en el descubrimiento del caso de Julio Manzini y Raúl Berisoni, destacó el coraje de Sonia Manzini como denunciante.

Algunos datos

“Conseguir un niño no es lo mismo que adoptarlo. El Registro Único de Adopción le pone un freno al camino paralelo”.

Gisela Maxuell, titular del RUA, que depende del Tribunal de Justicia.

“A mi hijo me lo habían dado por muerto, yo no lo creía. Lo volví a ver cuando cumplí 57 y después no lo volví a ver más”.

A Alicia Cifuentes le quitaron su hijo cuando éste tenía cuatro meses.

Las madres que sufren la sustracción de sus hijos son vulnerables en términos sociales o económicos. No tienen posibilidad de ser escuchadas.

Se conocen casos en los que obligan a firmar documentos donde aceptan dar en adopción a sus hijos a cambio de bienestar económico.

Adopción ilegal

archivo

Gisela Maxuell, directora del Registro de Adopción.

Datos

10 años
tiene la ley que creó el Registro Único de Adopción en Neuquén y eliminó las nóminas por jurisdicciones judiciales.
2 años
dura la inscripción en el Registro Único de Adopción. Luego, se revalida.
90%
de los que se inscriben lo hace para la guarda de niños de hasta tres años. Sólo un 10% pretende adoptar hermanos y mayores de tres años.
“Conseguir un niño no es lo mismo que adoptarlo. El Registro Único de Adopción le pone un freno al camino paralelo”.
“A mi hijo me lo habían dado por muerto, yo no lo creía. Lo volví a ver cuando cumplí 57 y después no lo volví a ver más”.
Las madres que sufren la sustracción de sus hijos son vulnerables en términos sociales o económicos. No tienen posibilidad de ser escuchadas.
Se conocen casos en los que obligan a firmar documentos donde aceptan dar en adopción a sus hijos a cambio de bienestar económico.

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