Las cantoras de Varvarco rescatan la cultura y la tradición oral
Por el escenario han ido desfilando generaciones de cantoras y cantores populares que intentan que las cuecas y tonadas perduren en el tiempo.
En este rincón de la zona norte de la provincia se celebra el Encuentro de Cantoras y Cantores del Norte Neuquino, un espacio donde se rescata el folclore genuino en su variante y estilo. Cuecas y tonadas, cuyas letras reflejan los quehaceres de las familias campesinas, sus alegrías y tristezas, los amores, las desgracias, los nacimientos, los casamientos, las penas, sus vivencias.
En la zona norte todos los pueblos tienen su fiesta, pero lo que hace de ésta un evento especial es que el pueblo se reúne a festejar, escuchar y bailar la cueca. No se cobra entrada, el lugar donde cantan las mujeres es un escenario improvisado cuyo techo lo constituyen ramas de álamos secos y allí no se rigen por formalismos. El que llega siempre es bienvenido si quiere cantar o bailar.
Antonio “Laliana” Rodríguez un hombre conocedor del campo y de la cultura de la región lo conduce. “He visto a muchas cantoras, rezar a Dios con su canto y van como dispersando en el campo la semilla, pasa una vida sencilla la cantora con su canto” dice al subir al escenario.
La cueca está tan arraigada en las familias, que apenas al escuchar los primeros acordes de una guitarra los bailarines salen al ruedo, pañuelos al viento, grito campesino y un gran polvaderal alrededor de danzantes que aman y disfrutan de lo que hacen. Un baile que no sabe de edades: lo bailan niños, adolescentes y adultos.
Legado familiar
No hay familia en la región que no tenga una cantora. María Viviana Méndez (37 años) vive en Chos Malal, pero es de los pagos de Aquihuecó. Recibió el legado del canto, herencia de sus abuelos Graciela Chandia y Narciso Montecino y en el camino de la vida se encontró con Manuel Rosales, que además de su compañero es quien la acompaña en guitarra. “A Dios me voy para siempre, querida prenda del alma, a ver si faltando yo puedas encontrar la calma”, dice una de sus tonadas.
María Tapia y Ofelia Pardo llegaron con su canto desde Buta Ranquil. Ambas tocan la guitarra, cantan y en esta oportunidad fueron acompañadas por Beto Orellana. “Quiera Dios, quiera la Virgen, que nos volvamos a ver, mi amor tuvo un amor tuvo un amor y se me fue” dicen en su canto, pero también le dedican cuecas a su tierra: “pago de Buta Ranquil, en la fiesta del Arriero, donde se baila la cueca, de bombacha y de sombrero, vamos bailando cueca que se termina, a las cantoras presentes Dios las bendiga, fiesta campera con cuecas y tonadas la noche entera”.
Floriza Pardo cantó una cueca y hubo cuatro pies de cuecas, lo que implica bailar cuatro cuecas seguidas, que en esta oportunidad fue motivo para que unas 50 parejas salieran a bailar.
Pero el canto campesino no es sólo cuestión de mujeres, en la zona norte hay muchos cantores populares que también llegaron a la fiesta para dejar su canto, entre ellos “Negrito” Riquelme de Chos Malal y Servando González de Tricao Malal.
Por el escenario pasaron Teresa Contreras, Marta Barros, Valdemar Torres, Norma Espinoza, Fidelina Retamal, Silvia Canale, Margarita Medel entre otros.
El canto campesino no es sólo cuestión de mujeres: en el norte hay muchos cantores populares que también llegaron a la fiesta para dejar su poesía.
Datos
- El canto campesino no es sólo cuestión de mujeres: en el norte hay muchos cantores populares que también llegaron a la fiesta para dejar su poesía.
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