Recorremos el Camino de la Costa

La Ruta Provincial Nº 1 tiene 210 km que se extienden a la vera del río Negro, primero, y sobre las playas del Atlántico después, uniendo Viedma con Puerto San Antonio Este.

Allí donde el río se encuentra con el mar nace el Camino de la Costa, en El Cóndor, una playa amplia de arena al lado de la desembocadura. El faro, el museo y mucho deporte a vela caracterizan el balneario, además de la pesca, que se concentra en la zona conocida como El Pescadero.

Desde El Cóndor hacia el oeste comienza una sucesión de playas amplias de arenas finas y acantilados. Un amigo las recorrió este verano con su familia y compartió con nosotros sus fotos e impresiones del trayecto.

El Espigón es la primera parada. Debe su nombre a un espigón natural que se interna unos 80 metros en el mar. “Justo en estos días inauguraron las pasarelas. No llegamos a verlas”, cuenta Germán. Las piedras y las grandes olas hacen del lugar un favorito para surfers y pescadores.

Uno poco después, La Lobería ofrece una playa muy original por los piletones naturales que se forman entre las restingas que se descubren en la bajamar. Para acceder desde los acantilados, cuenta con escalinata y cablecarril.

A sólo 3 km de esta playa se encuentra la Reserva Faunística Punta Bermeja, la colonia de lobos marinos de un pelo más importante de la costa patagónica.

Más adelante en el recorrido aparece Bahía Rosas, un paraíso para los pescadores por la profundidad de sus aguas. Pejerreyes, róbalos, corvinas y hasta tiburones pueden sacarse desde la costa, sin necesidad de embarcarse.

Avanzando por la ruta hacia el oeste, en Bajada de Echandi se accede a la playa por una escalera tallada en los acantilados.

Una vez en Bahía Creek los acantilados van perdiendo altura. Una pequeña villa de unas pocas casas, en general de veraneo, convive con médanos y amplias playas de arena. Hay allí un club de pescadores.

Unos 15 km después se encuentra Caleta de los Loros, una reserva natural protegida que en bajamar deja visible un ecosistema de flora y fauna que se puede recorrer. “Duna, arena y playa, pero sorprende el pasto en la orilla del mar”, agrega Germán.

Un poco más adelante reaparecen los acantilados. En Pozo Salado –también llamado Punta Mejillón– hay algunas viviendas y un área protegida de la provincia con baños públicos. Allí se puede acampar, entre dunas y tamariscos. “Te piden principalmente que cuides el agua, porque sólo hay un tanque”, dice Germán, y continúa: “Como en todo el recorrido, son playas enormes de mar abierto a las que básicamente van los pescadores. Las diez carpas que había estaban con lanchas”.

Un poco después la costa se vuelve blanca por las conchillas y el agua es más transparente. Así hasta el final del Camino de la Costa, en Puerto San Antonio Este.

Allí puede visitarse playa Perdices, “que está en una especie de herradura, lo que hace que el mar esté muy calmo y sea un lugar sumamente tranquilo para los chicos”, cuenta Germán. Como en todas las playas de conchillas, se puede llegar con el auto casi hasta la orilla.

A unos kilómetros de SAE se está formando una colonia de lobos marinos, otra visita obligada. “Son animales que emigraron de la lobería de Viedma, uno o dos, y hay ahora entre 150 y 200 ejemplares. Es una zona cercada y desde una duna a unos 30 metros de la playa se puede mirar y sacar fotos”, concluye el viajero.

Zona de conchillas próxima a Puerto San Antonio Este.

Durante la travesía, es posible observar choiques, guanacos, martinetas, perdices y maras, entre otras especies de la zona.

Reserva Faunística

“Todo el trayecto vas pegado al mar. Están el mar, el camino y el resto es todo arena, médanos, sin nada de vegetación”,

nos cuenta Germán sobre
el paseo que realizó con su familia este verano.

Para tener en cuenta