“Las manos del artista han rendido su homenaje”
El ábside es el útero sagrado que contiene lo inefable. Es roca y piedra, no carne; pero ambos, útero y ábside, dan socaire a lo místico que, de un modo u otro, el grupo humano ha decidido conservar.
Las manos del artista han concluido su trabajo.
Los cien años que corrieron como corre el tiempo, que fluyeron como fluye el río, impiden absterger los cuerpos, pero vale la abrigante epifanía que labró Coniglio y que se inclinará, en las frías noches de Zainuco, sobre el tallo de esos cuerpos insepultos, todavía instalando en la memoria colectiva una certeza de razón indescifrable: que a los ocho fusilados por Staub se los quiso borrar de la memoria y no pudieron.
Ahora hay que seguir. Hay que derogar la exposición de motivos de ese ofensivo proyecto devenido ley que para homenajear a Chaneton hace suyos los argumentos de los asesinos.
Ha reconocido, por fin, el Ejecutivo neuquino que aquel fue un crimen de Estado. Y ha entendido que hay que borrar de las efemérides al fusilador de presos rendidos.
Hay una contradicción dura aquí. Por la boca de un diputado el Legislativo dice que Staub no tuvo otro remedio que matar; y por la boca de una subsecretaria de Estado el Ejecutivo dice que el nombre de la Escuela de Policía tiene que ser otro. Es una contradicción que hace ruido al interior del organigrama institucional del régimen.
Hay que seguir ahora. Talero por Staub, ése es el punto. Y nadie lo propone en la provincia. Hacen silencio en ese punto. Pero es el comienzo real y concreto de una solución para el problema moral que hoy afecta a la sociedad neuquina pero que deflagrará en el futuro injuriando los valores de generaciones nuevas. Y Zygmunt Bauman tiene dicho que el valor moral de la acción no sólo lo configura el efecto de esa acción sobre el otro próximo y contemporáneo sino, también, las lastimaduras o el bálsamo que se causan o derraman sobre la piel y el alma de los que hoy son niños o no están pero que estarán mañana, el legado. Nuestro legado es lo que importa, dice Bauman.
Es mucho lo que hay que decir todavía. Hay que abogar. Es mucho lo que queda por hacer, aun cuando están los que no quieren que lo que falta por decir se diga en este diapasón sin partitura que yo entono hace ya demasiado tiempo.
La clave debe ser otra, no la de este Chaneton. Así ha pensado las cosas de este mundo el progresismo residual que profita en rincones honorables, y ello ha sido así porque las opiniones son, desde el fondo de los tiempos, verdaderas o falsas, pero también aceptables o inaceptables para grupos y capillas.
La casa ha sido tomada pero no voy a tirar la llave por la alcantarilla para abandonar el lance sin exponer mis razones. Como Abenjacán, el Bojarí, yo no estoy muerto pero sí preso en el laberinto que me deparó esa falacia que solemos llamar destino. Nadie, sin embargo, podrá borrar mi rostro.
Pero es un despropósito exigirme a mí que les haga la venia a ciertas venerables nulidades que jefean, en la parroquia, un partido trémulo y embotado que empezó muy bien para muy pronto desperdiciar su última oportunidad histórica. Es, digamos, no conocer el paño, no entender de qué se trata, no saber, en suma, con quién están tratando. Ni sospechar lo que les espera, el olvido.
Juan Chaneton
DNI 4.622.487
“Es mucho lo que queda por hacer, aun cuando están los que no quieren que lo que falta por decir se diga en
este diapasón sin partitura que yo entono hace ya demasiado tiempo”.
Juan Chaneton
DNI 4.622.487
Datos
- “Es mucho lo que queda por hacer, aun cuando están los que no quieren que lo que falta por decir se diga en
- este diapasón sin partitura que yo entono hace ya demasiado tiempo”.
El ábside es el útero sagrado que contiene lo inefable. Es roca y piedra, no carne; pero ambos, útero y ábside, dan socaire a lo místico que, de un modo u otro, el grupo humano ha decidido conservar.
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