Egresados: un negocio de números asombrosos

Moverá 2.100 millones de pesos este año y 3.000 millones en el 2017, ya vendido al 100%. El 67,7% queda en la ciudad. La Municipalidad quiere obtener más renta.

Los ciclos turísticos de Bariloche se mueven cada vez más al ritmo de los grupos estudiantiles. Una frontera nítida marca el inicio de cada temporada, en la tercera semana de junio, y el cierre en pleno enero, después de la fiesta de Año Nuevo, cuando la ciudad ya suele estar colmada de familias en plan de vacaciones.

Son siete meses en los que el ruidoso deambular de egresados por las calles céntricas con las camperas distintivas de cada empresa se adueña del paisaje urbano.

Tampoco pasan desapercibidos para nadie los hoteles con ventanas embanderadas, la invasión nocturna de lunes a lunes en la calle de los boliches y la presencia masiva de jóvenes en las chocolaterías, en el cerro Catedral y en los principales circuitos turísticos.

Del mismo modo, la ausencia de los chicos deja un vacío reconocible cada vez que la temporada estudiantil llega a su fin.

El secretario municipal de Turismo, Marcos Barberis, destacó el ordenamiento alcanzado por el segmento estudiantil en los últimos años y el rol que cumple como dinamizador de la economía local. El sector factura en conjunto unos 2.100 millones de pesos anuales, de los cuales el 67,7% quedan en Bariloche.

La disponibilidad del año próximo ya está vendida en un 100% y generará unos 3.000 millones de pesos. Más del doble de los ingresos totales del municipio previstos para ese ejercicio.

Alguna vez el crecimiento del sector fue motivo de polémicas intensas y llegó a haber propuestas para limitarlo porque supuestamente era incompatible con el turismo individual. Pero hoy todos reconocen que la tracción generada por el turismo estudiantil es imposible de despreciar.

Sus defensores subrayan que “nunca dejó en banda en Bariloche” y que tiene una fidelidad a toda prueba. El caso más citado es el de 2011, cuando la erupción del volcán Cordón del Caulle y el consecuente cierre del aeropuerto generaron una crisis turística fenomenal. Aquel año el único dato alentador fueron los más de 100 mil jóvenes que igual llegaron a Bariloche para cumplir con su viaje de egresados.

El presidente de la Asociación de Turismo Estudiantil, Néstor Denoya, aseguró que los chicos eligen este destino porque hay “una mística gigantesca que tiene 60 años de historia” y que los trae a Bariloche a “buscar lo que no encuentran en ningún otro lado”.

Refirió además que “es muy fuerte el impacto económico en toda la ciudad, en los frigoríficos, las verdulerías, los comercios de la Mitre, los prestadores de servicios. Para ellos es central el consumo estudiantil”.

Igual reconoció que el segmento refleja “como ningún otro” la situación socio económica del país. “Hoy bajó bastante el gasto en ‘opcionales’, los chicos no compran más ahumados y llevan chocolate de menor calidad. Todo se achica, y se nota en seguida”, afirmó.

El gerente de la empresa Alliance (propietaria de las principales discotecas de la ciudad), Roberto Bruzzone, dijo que en alguna época los estudiantes venían encandilados por los boliches, que eran únicos en cantidad, tamaño y tecnología. Algo que ahora ya no es tan así.

“Siguen eligiendo masivamente a Bariloche porque se da una sinergia muy especial: es una fiesta todos los días de miles de chicos que tienen la misma edad y están en lo mismo. Hay mucha seguridad, y no hay discriminación como en otros lados. Acá a las discotecas entran todos. Hasta tenemos 80 ó 90 chicos en sillas de ruedas por temporada”, aseguró Bruzzone.

Grupos más chicos

Sin embargo, toda esa buena onda tiene también su contracara. En el último tiempo el “producto” se encareció, el viaje se alargó a ocho noches (antes eran seis o siete) y ya no se anotan cursos casi completos, como ocurría en los 90, sino fragmentados en pequeños subgrupos.

Es común encontrar que en un solo micro viajen por ejemplo ocho chicos de una escuela, veinte de otra y doce de una tercera, mientras el resto de sus compañeros eligió un destino más accesible o se quedó en casa.

El énfasis ya no está puesto en abaratar costos y eso influyó mucho en ese recorte. Pero también tuvo que ver la creciente sofisticación en las técnicas de venta aplicadas por las empresas. Es habitual que los promotores desembarquen en las escuelas el primer día clases con flotas de vehículos 4×4, videos espectaculares, variado merchandising y propuestas de organizar reuniones de padres.

Estos últimos serán los que “pongan la firma” y paguen las cuotas, que en algunos casos llegan a los 1.500 pesos mensuales. Pero la opinión/presión de los chicos es decisiva.

Una empresa que nació hace poco en esta ciudad –BRC Fan– intenta cambiar el paradigma y ofrece paquetes más baratos por internet. Pero no consigue hacer pie.

Denoya dijo que el mercado por ahora funciona así y que los mismos padres que contratan sus vacaciones por la red, en el caso del viaje de sus hijos prefieren el contacto directo y “a la antigua”.

En la modalidad de comercialización actual tuvo mucho que ver la aprobación de la ley 25.599, promulgada en julio de 2002, que impuso la “cuota cero” a modo de garantía, fijó estrictas reglas para las agencias de turismo estudiantil y las obligó a tramitar una certificación especial.

La consecuencia fue una mayor “profesionalización” del rubro. Ahora hay menos aventureros, pero también subió el precio relativo de los viajes y se consolidó la elitización.

Comparaciones

A diferencia de otros productos turísticos, en el diccionario de los viajes estudiantiles no entra la “post financiación”. Todo se cobra de antemano. Y hay comparaciones de precios que hacen ruido. Por ejemplo un viaje con siete días a un “all inclusive” en Punta Cana o en las playas mexicanas (aéreo incluido) se puede conseguir hoy por 33.000 pesos o menos. Lo mismo que un viaje estudiantil a Bariloche para el año próximo, con traslados en micro.

Denoya dijo que son conscientes de esa particularidad y por eso trabajan en el diseño de un viaje más corto y más barato “para escuelas públicas”, en un tácito reconocimiento de que hoy la inmensa mayoría los estudiantes que acceden a viajar a Bariloche provienen del sector privado.

“Pensamos en siete días y cinco noches, con los mismos hoteles, la misma comida, pero con menos boliches y excursiones. Vendrían en noviembre, cuando ya no hay esquí, que también encarece el paquete”, explicó Denoya. Dijo que de ese modo los chicos pagarían 40% menos que en el viaje estándar.

Aseguró que un proyecto parecido ya habían gestado con el ministro de Turismo del gobierno anterior, Enrique Meyer, pero no terminó de prosperar porque “el Estado también iba a poner algo” a modo de subsidio, “se le armaba lío sí lo hacía sólo con Bariloche”.

Barberis subrayó “los cambios para bien” que tuvo el turismo estudiantil en el último tiempo. “Hoy es el único segmento con médicos permanentes a disposición y que tiene protocolos para todo: para situaciones de drogas, de alcohol, accidentes, agresiones sexuales, lo que sea”, explicó.

En el debe mencionó “la necesidad de mayor capacitación de los coordinadores y una mejor organización del transporte interno en la ciudad”, ya que hoy los micros estudiantiles se mueven todos en los mismos horarios, esperan en doble fila y provocan colapsos de tránsito.

Denoya, en tanto, observó que la competencia en el sector estudiantil es mucha y los cambios son permanentes. Estimó que en el futuro crecerá el transporte aéreo.

Dijo que hoy alrededor de 25% de los chicos viaja en avión, a un costo algo mayor, y vaticinó que esa opción a futuro “va a ser cada vez más fuerte”.

También refirió que “algunos chicos ya saben esquiar y se aburren con las clases de iniciación”, por lo cual habrá para ellos propuestas más exigentes.

En números

Datos

$ 1.500
es el monto al que puede llegar la cuota mensual que pagan los egresados para cancelar el viaje por anticipado.
34%
de la oferta hotelera absorbe el turismo estudiantil. Genera 5.000 empleos temporarios.
20%
del total de visitantes en Bariloche representan los viajes de egresados desde la década del 90.

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