¿El regreso de los agujeros negros provinciales?

El pasado fin de semana, la mayoría de los programas políticos de televisión realizó importantes informes de investigación.

Editorial

El pasado fin de semana, la mayoría de los programas políticos de televisión realizó importantes informes de investigación, en una dura competencia por el rating. Los más críticos del kirchnerismo ahondaron en tramas de corrupción como el caso López o los crímenes vinculados al tráfico de efedrina. Aquellos más enfrentados al gobierno de Mauricio Macri presentaron novedades sobre los Panamá Papers y las consecuencias del tarifazo.

Entre tanta información, un reporte económico pasó casi desapercibido pero revela una tendencia preocupante para la economía nacional y su futuro. El periodista Maximiliano Montenegro reveló la pauta de transferencia directa de fondos de Nación a las provincias en este primer semestre, donde ocho de los distritos más cercanos al kirchnerismo ortodoxo fueron beneficiados con un millonario sobregiro de recursos, superando lejos a provincias alineadas con Cambiemos y otras opositoras pero con mayor peso poblacional. La lista la encabezaron Entre Ríos, donde el frustrado candidato K a la presidencia Sergio Urribarri sigue teniendo la batuta; Chaco, con fuerte incidencia del exjefe de Gabinete de Cristina Jorge Capitanich, y Santiago del Estero, donde pisa fuerte el radical K Gerardo Zamora. La lista se completa con otros feudos tradicionales del peronismo como el Tucumán de Juan Manzur y Formosa, gobernada por el eterno Gildo Insfrán.

El gobierno confirmó las cifras, pero se defendió argumentando que busca evitar “arbitrariedades” de la gestión anterior, que castigaba a su adversarios políticos, y alegó que bajó el reparto discrecional de fondos a los distritos un 17,5% y aumentó un 41% los envíos automáticos. Justificó los envíos extras en que había una paralización de obras públicas en esas provincias desde el 2015 y era necesario un pago urgente para reanudarlas.

Hasta ahí, poco que reprochar. El gobierno nacional quiere dinamizar la obra pública para sacar a la economía de la recesión. Al mismo tiempo, existe la necesidad política: Macri carece de mayorías en el Congreso y necesita del respaldo de los legisladores de esos distritos. Kichneristas y radicales K de ayer mutan en moderados pejotistas y radicales “M”, si la oportunidad política así lo requiere.

Pero un segundo aspecto del reporte fue más perturbador: según datos de las propias provincias, el grueso de los recursos no se usó para reactivar las obras y fue a parar a las famosas “rentas generales” de los presupuestos, en medio de las urgencias financieras para abonar los sueldos y aguinaldos que enfrentan la mayoría de los gobernadores.

Neuquén y Río Negro, si bien no están dentro de los distritos top con problemas, no escapan a esta realidad. El gobernador Omar Gutiérrez, como históricamente ha hecho el MPN, saca buen rédito de su acercamiento a Macri, con anuncios de fondos para viviendas, un precio del gas que aumenta regalías y el anuncio de inversiones. Alberto Weretilneck también saca provecho económico de su “relación madura” con Nación. Sin embargo, ambos debieron recurrir al endeudamiento, uno colocando bonos en dólares, el otro con los millonarios descubiertos bancarios, para solventar los desajustes de sus gastos e ingresos.

El favoritismo de Nación no ha sido garantía de buenos desempeños económicos provinciales. Lo demostró La Rioja en los 90 y ahora Santa Cruz, la niña mimada de los fondos federales en los últimos doce años, cuyas administraciones se encargaron de dilapidar, por ineficiencia, clientelismo y corrupción, multimillonarios aportes públicos. Hoy mendiga recursos nacionales para pagar sueldos y a sus proveedores.

Si bien la situación no es la misma al colapso de los 90 y el 2001, la tendencia es preocupante. El rojo fiscal y la presión impositiva en las provincias está en niveles récords, según varias consultoras económicas, y se viene un año electoral, donde los gobernadores no son propensos a cuidar la billetera. Esta situación amenaza con transformar nuevamente a los distritos en verdaderos “agujeros negros” presupuestarios, con las consecuencias ya conocidas, a menos que tanto desde Nación como en los propios distritos se impongan patrones de eficiencia y control en el uso del dinero público.


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