Familias solidarias: agrandar el hogar por unos meses
Un programa provincial promueve recibir niños separados de sus familias biológicas por maltrato. La historia de Emir y Franca, que buscan “mostrarles otra realidad” a los chicos.
La “piel de gallina” es una respuesta automática del cuerpo expuesto a un ambiente frío o a una emoción poderosa. Se erizan los vellos al contraerse los músculos que están en la base del capilar. También se dilatan levemente los poros. La reacción física es incontrolable. No hay modo de huir cuando el cuerpo habla.
Emir desabrochó el botón de su camisa y mostró el brazo derecho. “Ves, cómo se pone mi piel de pollo. Es tan lindo, es único”, respondió cuando se le preguntó por la experiencia de recibir temporalmente a una niña en su casa, como familia solidaria, junto a su pareja, Franca, y sus dos hijas.
Familias Solidarias es un programa del Ministerio de Desarrollo Social destinado a chicos que son separados de sus familias biológicas, según explicó la psicóloga Samanta Lucero, integrante del equipo, “porque atraviesan circunstancias que vulneran sus derechos”.
Tanto Emir como Franca sabían hace mucho de la existencia del programa, pero recientemente se inscribieron. “Nuestra hija más chica no quería saber nada, lo empezamos a charlar los cuatro, y un día vino sola a decirme: “Mamá, está bien, yo quiero que traigan otra nena acá”, contó Franca.
Desde el 2 de octubre pasado que hay una quinta integrante en la familia. “El primer día que la conocimos la llevamos a tomar un helado. Nosotros pedimos un café, y cuando terminamos se puso a levantar la mesa. En su vida alguien la había llevado, para ella es todo nuevo”, aseguró Emir.
Y Franca completó: “Nuestra motivación siempre fue mostrarle otra realidad a estos chicos que no conocen más que sufrimiento, maltrato. Que existe otra cosa: el amor en una familia, poder estudiar, no tener que trabajar, que se preocupen por mí, no pasar hambre, pensar que puedo ser alguien en la vida.”
Quienes creen que pueden cumplir la función de acogimiento son entrevistados, pasan por un proceso de evaluación, y allí se acuerda para qué situaciones se los va a considerar de acuerdo a sus posibilidades. “Por ejemplo recibir a un bebé demanda una atención full time, que no todos poseen”, explicó Lucero.
Hay un equipo de seguimiento que acompaña a la familia solidaria el tiempo que dure la permanencia del niño en su casa. La ley establece que en 180 días debe definirse si es restituido a su hogar de origen o si será adoptado. Sin embargo muchas veces hay demoras.
“La gran pregunta es: ¿y si te encariñas?”, lanzó Emir. “Es la idea encariñarse”, interrumpió Franca.
“ Ella se va de casa y yo me quedo feliz de que conoce que hay otra vida”, dijo Emir.
“¿Tiene momentos complicados? Sí, como la crianza de cualquier hijo, pero no deja de ser gratificante”, sonrió Franca
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