La heladera social, una apuesta a la dignidad
Los que tienen suman, los que necesitan sacan. Inédita experiencia con la comida en Tucumán.
Recursos solidarios
La gente que necesita comer abunda en el país. Tucumán no es un escenario diferente. Por eso, el dueño de tres restaurantes de la capital de esa provincia, cansado de presenciar la “obscenidad” de buscar en un contenedor de basura, puso en marcha el ingenio y convirtió la comida que sobra en su local en un atractivo plato para los que menos tienen. La idea prendió rápido y se sumaron los vecinos que, cargados de solidaridad, aportan para que con sólo abrir la puerta de la heladera social puedan almorzar sin siquiera pedir permiso. Fernando Ríos, propietario de los locales, contó la experiencia ayer en el programa “120 Noticias”, de Medios del Aire en Roca.
–¿De dónde surge la idea de la heladera social? –Nosotros somos propietarios de tres restaurantes, producimos diariamente mucha comida, la heladera social funciona en uno de ellos, el volumen de producción es muy apreciable. Nos pareció valioso poder darle un canal a un montón de comida que nos queda, que normalmente forma parte de los residuos, que perfectamente podría ser consumida. La Municipalidad puso un contenedor hace un tiempo frente a nuestro negocio y vimos puntualmente cómo la gente viene a buscar comida a ese lugar. Hasta que hace un mes vimos que un señor metió a su hijo dentro de un contenedor a buscar comida. Virtualmente desapareció ahí adentro. Y ese fue el límite, nos pareció hasta obsceno, y uno, como testigo impávido. Ese fue el click, el empujón a partir de escenas que son un espanto y que uno naturaliza y no debería. Uno ve gente buscando comida en la basura y nuestra piel está tan gruesa que no nos conmueve y encima les pedimos que nos limpien la vereda, estamos locos. Entonces fue eso, sentarnos a trabajar en un papel, en un proyecto, poner esto en palabras, materializarlo, reunirnos con el personal, definir cómo se iba a clasificar la comida entre sobrantes y excedentes. Se trata de lo que no se vendió, lo que los clientes no tocaron. A partir de ahí empezamos una mecánica de trabajo primero con nuestros negocios, pero la sorpresa mayúscula fue la participación de los vecinos de Tucumán.
–¿Cómo es la metodología? ¿La gente retira lo que quiere de la heladera? –Sí, la heladera siempre fue pensada en ese sentido, desarrollamos muchos proyectos con apuestas al comportamiento ciudadano más allá de nuestra situación socioeconómica. Siempre pensamos en tomarnos un minuto, explicar una idea, explicar que no somos un comedor popular, que la heladera a veces tiene mucha comida y a veces no tiene nada. A media tarde a veces los vecinos la llenan de comida y así también muchas veces en minutos se vacía, pero no hay una regularidad en el flujo de la comida. Nosotros hacemos una apuesta enorme a la conciencia de nuestros vecinos y hasta ahora estamos muy contentos, salvo algún episodio de los que nunca faltan en nuestra argentinidad. –En el norte es muy habitual que la gente toque el timbre y pida comida. –Siempre digo que en Tucumán todos tenemos una heladera social en casa, te tocan el timbre y te piden comida y uno va a la heladera y busca lo que tiene, si lo tiene, y lo da. Es muy natural. Y esto fue exactamente lo mismo pero a una escala de tres bares grandes. En vez de esperar que nos golpeen para pedir comida, la seleccionamos, la porcionamos, la envasamos, la etiquetamos y la ponemos a disposición del que lo necesita.
–Para ustedes implica un trabajo extra y al mismo tiempo evitan degradar a la gente cuando va a los contenedores. Ojalá la iniciativa prenda. –Empujar al vecino, al que menos tiene, a buscar en un tacho de basura también es degradarnos a nosotros mismos, porque la vida nos puso de este lado, pero perfectamente nos podría haber puesto del otro. Es imposible no asociar, yo soy padre de una niña muy chiquita y al ver esas escenas y asociarlo con mi hija te aparecen ideas que te golpean la cabeza y reaccionás. –¿Sus vecinos pueden comer casi lo mismo que la gente que paga en su restaurante? –Si hay excedente sí, y si no, lo que hicimos fue una pequeña guía para darle a otros vecinos que tienen más, para cuando les sobra comida en su casa, para que sean ellos mismos quienes la envasen, la envuelvan, la rotulen.
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