“Me adhiero al despertar del PJ”
En relación con la carta del compañero Adrián F. Martín, en su postura de defender lo “indefendible” quizás logre abrir el debate interno que tanto nos “debemos” y podamos salir del letargo en el cual nos encontramos, pues al haber perdido nuestra identidad ante nuestros propios afiliados ya corremos el riesgo de terminar como la UCR, siendo una pequeña minoría prácticamente sin voz ni voto. Fiel a mi estilo, voy a narrar otra experiencia vivida, esta vez dentro de la militancia de nuestro partido, con la intención de dejar al desnudo todo aquello que debemos cambiar, así quienes deben ocuparse de ello pueden legislar al respecto. Allá por 1993, viviendo en Villa Regina y a menos de 60 días de una interna, se presentó en mi casa un grupo de compañeros para informarme que venían de realizar una reunión con la idea de presentar una lista en una tercera posición –como un acto de protesta– para, una vez finalizadas las elecciones generales, que es cuando todos nuestros dirigentes desaparecen, comenzar a realizar un trabajo serio para lograr la unidad del peronismo local detrás de un verdadero proyecto. Agregaron que me habían elegido para liderar el grupo. Ante mi sorpresa, lo primero que pregunté fue cuáles habían sido los motivos. Me dijeron: “En primer lugar, porque venís de una familia verdaderamente peronista y porque, además, la sociedad está reclamando dirigentes con carisma propio”. Les dije que había muchos compañeros con esas características y me respondieron que nadie quería cargar la pesada mochila que sería sacar sólo un puñado de votos y, como a mí eso no me importaba y la idea era “ir a plantar una bandera”, asumí esa responsabilidad. El lunes siguiente a la elección, luego de una reunión –ya que el grupo funcionó siempre en forma horizontal– decidimos ir a la Unidad Básica y que yo fuera el único orador. Recuerdo que mientras nos abríamos paso entre la multitud a medida que nos iban reconociendo la algarabía reinante en unos pocos segundos se transformó en silencio. Pedí la palabra y dije: las elecciones internas han finalizado y, respetando la voluntad del afiliado, venimos a encolumnarnos detrás de la lista ganadora, no sólo para aportar nuevas ideas sino principalmente trabajo, en pos del triunfo de nuestro partido en las próximas elecciones generales. Inmediatamente pidió la palabra el compañero Mario Franco, quien luego de felicitarnos dijo: “Pido como moción que este importante ‘hecho político’ quede registrado en actas; hoy en Villa Regina estamos haciendo historia en el peronismo de Río Negro pues a todos los aquí presentes les puedo asegurar que lo que estamos viendo y acabamos de escuchar jamás ocurrió en ninguna Unidad Básica de toda la provincia”. Y pidió un fuerte aplauso para todos nosotros. Yo no podía creer lo que acababa de escuchar y me pregunté: “¿‘Haciendo historia’ dijo? ¿Habré entendido bien? ¿Y si en ninguna localidad de la provincia se respeta la voluntad del afiliado, entonces para qué carajo nos convocan a votar?”. Pero comenzaron los problemas. Primero tuve que viajar a Viedma a impugnar la lista de concejales pues en un acto irresponsable quien debía ocupar el lugar de la minoría –a través de una misiva– había cedido ese lugar a la lista ganadora. Luego, al comprobar que todo el material para la campaña de nuestro candidato a diputado nacional estaba escondido en una casa, tuve que tomar la decisión de alquilar un local para luego salir a recorrer distintas ciudades para conseguirlo y finalmente amanecer junto a otros compañeros después de estar toda la noche de “pegatina”. ¿Cómo se puede funcionar así? ¿A quién le podemos ganar? Finalizadas las elecciones comenzó nuestro trabajo. Lo primero que hicimos fue formar una agrupación (redacté para ello el “Acta de lealtad militante”). Yo sólo puedo asegurar que a los dos años borraron con el codo lo que firmaron con la mano, desembocando así en una interna más profunda que la anterior, e irónicamente quien se quedó con los mejores cargos tanto partidarios como institucionales fue un minúsculo grupo que nunca quiso integrarse –que más que de compañeros era de amigos–, demostrando así que la estrategia “divide y reinarás” es la más efectiva de todas. Por ello, acéfalos de un verdadero “conductor”, necesitamos legislar en forma urgente. Siendo ante todo el peronismo un sentimiento, nuestra causa, la causa del pueblo, y todas y cada una de nuestras “consignas” tan fáciles de interpretar, ya no puede reinar un desconcierto tal como el demostrado por la nueva conducción partidaria que con un argumento falaz sólo pretende deslindar responsabilidades en otros, expulsándolos del partido. Por todo lo expuesto, me adhiero a todos y cada uno de los conceptos vertidos por el compañero Rubén Ali Yauhar en su carta titulada “Una verdadera desilusión”, ya que los mismos demuestran la realidad que es, en definitiva, la “única verdad”. José De Giorgio DNI 7.629.220
José De Giorgio DNI 7.629.220
En relación con la carta del compañero Adrián F. Martín, en su postura de defender lo “indefendible” quizás logre abrir el debate interno que tanto nos “debemos” y podamos salir del letargo en el cual nos encontramos, pues al haber perdido nuestra identidad ante nuestros propios afiliados ya corremos el riesgo de terminar como la UCR, siendo una pequeña minoría prácticamente sin voz ni voto. Fiel a mi estilo, voy a narrar otra experiencia vivida, esta vez dentro de la militancia de nuestro partido, con la intención de dejar al desnudo todo aquello que debemos cambiar, así quienes deben ocuparse de ello pueden legislar al respecto. Allá por 1993, viviendo en Villa Regina y a menos de 60 días de una interna, se presentó en mi casa un grupo de compañeros para informarme que venían de realizar una reunión con la idea de presentar una lista en una tercera posición –como un acto de protesta– para, una vez finalizadas las elecciones generales, que es cuando todos nuestros dirigentes desaparecen, comenzar a realizar un trabajo serio para lograr la unidad del peronismo local detrás de un verdadero proyecto. Agregaron que me habían elegido para liderar el grupo. Ante mi sorpresa, lo primero que pregunté fue cuáles habían sido los motivos. Me dijeron: “En primer lugar, porque venís de una familia verdaderamente peronista y porque, además, la sociedad está reclamando dirigentes con carisma propio”. Les dije que había muchos compañeros con esas características y me respondieron que nadie quería cargar la pesada mochila que sería sacar sólo un puñado de votos y, como a mí eso no me importaba y la idea era “ir a plantar una bandera”, asumí esa responsabilidad. El lunes siguiente a la elección, luego de una reunión –ya que el grupo funcionó siempre en forma horizontal– decidimos ir a la Unidad Básica y que yo fuera el único orador. Recuerdo que mientras nos abríamos paso entre la multitud a medida que nos iban reconociendo la algarabía reinante en unos pocos segundos se transformó en silencio. Pedí la palabra y dije: las elecciones internas han finalizado y, respetando la voluntad del afiliado, venimos a encolumnarnos detrás de la lista ganadora, no sólo para aportar nuevas ideas sino principalmente trabajo, en pos del triunfo de nuestro partido en las próximas elecciones generales. Inmediatamente pidió la palabra el compañero Mario Franco, quien luego de felicitarnos dijo: “Pido como moción que este importante ‘hecho político’ quede registrado en actas; hoy en Villa Regina estamos haciendo historia en el peronismo de Río Negro pues a todos los aquí presentes les puedo asegurar que lo que estamos viendo y acabamos de escuchar jamás ocurrió en ninguna Unidad Básica de toda la provincia”. Y pidió un fuerte aplauso para todos nosotros. Yo no podía creer lo que acababa de escuchar y me pregunté: “¿‘Haciendo historia’ dijo? ¿Habré entendido bien? ¿Y si en ninguna localidad de la provincia se respeta la voluntad del afiliado, entonces para qué carajo nos convocan a votar?”. Pero comenzaron los problemas. Primero tuve que viajar a Viedma a impugnar la lista de concejales pues en un acto irresponsable quien debía ocupar el lugar de la minoría –a través de una misiva– había cedido ese lugar a la lista ganadora. Luego, al comprobar que todo el material para la campaña de nuestro candidato a diputado nacional estaba escondido en una casa, tuve que tomar la decisión de alquilar un local para luego salir a recorrer distintas ciudades para conseguirlo y finalmente amanecer junto a otros compañeros después de estar toda la noche de “pegatina”. ¿Cómo se puede funcionar así? ¿A quién le podemos ganar? Finalizadas las elecciones comenzó nuestro trabajo. Lo primero que hicimos fue formar una agrupación (redacté para ello el “Acta de lealtad militante”). Yo sólo puedo asegurar que a los dos años borraron con el codo lo que firmaron con la mano, desembocando así en una interna más profunda que la anterior, e irónicamente quien se quedó con los mejores cargos tanto partidarios como institucionales fue un minúsculo grupo que nunca quiso integrarse –que más que de compañeros era de amigos–, demostrando así que la estrategia “divide y reinarás” es la más efectiva de todas. Por ello, acéfalos de un verdadero “conductor”, necesitamos legislar en forma urgente. Siendo ante todo el peronismo un sentimiento, nuestra causa, la causa del pueblo, y todas y cada una de nuestras “consignas” tan fáciles de interpretar, ya no puede reinar un desconcierto tal como el demostrado por la nueva conducción partidaria que con un argumento falaz sólo pretende deslindar responsabilidades en otros, expulsándolos del partido. Por todo lo expuesto, me adhiero a todos y cada uno de los conceptos vertidos por el compañero Rubén Ali Yauhar en su carta titulada “Una verdadera desilusión”, ya que los mismos demuestran la realidad que es, en definitiva, la “única verdad”. José De Giorgio DNI 7.629.220
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