Ofertas por fin de temporada
LA SEMANA ECONÓMICA
Nadie puede asegurar cómo se traducirán en la intención de voto. Pero a medida que se acercan la fecha de elecciones y el final del mandato de Cristina Kirchner las ofertas de la política electoralista de Axel Kicillof no dejan de ser aprovechadas por muchos argentinos, ya sea para anticipar compras, viajes o dedicarse a la especulación cambiaria. No tanto por convencimiento de que para el “proyecto” habrá reelección, como suelen corear los militantes de La Cámpora, sino más bien por la presunción contraria: que no podrá mantenerse por mucho tiempo así como está. Este clima de fin de temporada económica fue reflejado incluso por la presidenta en uno de sus constantes discursos de campaña por cadena. “Si quieren saber cómo está la economía, fíjense en el aeropuerto de Ezeiza”, sostuvo. Lo mismo podrían haber dicho Domingo Cavallo en 2001 o José Martínez de Hoz a comienzos de los 80. Aunque en esas épocas no se vendían pasajes en pesos a 12 ó 18 cuotas sin interés, quienes peinan canas saben que el atraso cambiario genera un bienestar transitorio que termina mal cuando se acaban las reservas. Y las reservas contantes y sonantes del Banco Central apuntan a llegar a fin de año en niveles mínimos. Por eso los miles de pasajeros que colman los vuelos al exterior usan al máximo la tarjeta de crédito para pagar sus gastos a la cotización del dólar-turista ($12,90) y esta operatoria creció 60% en lo que va de 2015. A la inversa, los turistas extranjeros –especialmente de países limítrofes– optan cada vez más por guardarse las tarjetas y aprovechar la brecha cambiaria de 67% con el paralelo para hacer rendir sus dólares. Claro que éstos no refuerzan las reservas del BCRA Central. Según la consultora Abeceb, el déficit del sector turístico y las ventas de dólar ahorro sumarán este año unos 14.000 millones de dólares. Más que una demostración de fortaleza económica, como sugiere CFK, la demanda de dólares indica lo contrario. Cualquier oportunidad de hacerse de dólares más baratos que el paralelo ($15,83) es vista como una oferta y todos los que pueden compran. La única certeza es que el dólar oficial no podrá mantenerse debajo de los $10 más allá de diciembre; pero cuanto más es una incógnita. Una prueba es la demanda por dólar-ahorro, que en lo que va de octubre ya supera los 400 millones. Pese a que la AFIP redujo el monto individual de las autorizaciones, más de un millón de contribuyentes pudieron comprar a $11,35. Y el BCRA debió vender en el mismo lapso unos 600 millones de dólares, después de que en septiembre la cifra superara los 1.500 millones ante la virtual ausencia de oferta y ya quedara agotada la línea de swaps chinos en yuanes para disimularla. Hasta el propio Banco Popular de China respondió al pedido oficial de ampliación de esas “reservas prestadas” (a un año de plazo y 6% de interés), con una promesa de negociación en noviembre cuando ya se sabrá quién será el próximo presidente. La posibilidad de comprar dólares a alrededor de $ 13 vía Boden 2015 había generado también en las últimas semanas una fuerte demanda por este título, que el gobierno de CFK canceló con el pago de 5.900 millones de dólares y un retroceso de 4.700 millones en las reservas del BCRA. Cristina lo calificó de “histórico” aunque se trataba de un vencimiento largamente anunciado y descontado. Y que sólo entró en duda por la polémica resolución de la Comisión Nacional de Valores que cambió las reglas de valuación de los títulos en poder de los Fondos Comunes de Inversión. Más dudas mostraron los inversores individuales e institucionales que optaron por recibir el pago cash en lugar de reinvertir los dólares en el Bonar 2020 que ofreció Axel Kicillof a una alta tasa de 9,45% anual para preservar las reservas y que sólo le permitió captar 670 millones de dólares. Casi lo mismo que ya debió vender el BCRA en el mercado cambiario oficial. Tanto las ventas de dólar-ahorro como el pago del Boden permitieron hacer diferencias en el mercado paralelo, donde debido a la mayor oferta las cotizaciones retrocedieron transitoriamente menos de 20 centavos Pero ya en septiembre se advirtió que otros transformaron sus dólares en bienes cuyos precios bajaron en términos de dólar blue: por caso, los patentamientos de autos 0 km subieron 9,5% con respecto a un año atrás y los de camiones 2,6%. Y quienes optaron por ladrillos dispararon 15% la demanda de materiales de construcción. No fue ajeno a esta tendencia el mayor ritmo de adjudicación por sorteo de préstamos subsidiados a través del plan Procrear, que el gobierno promueve para reforzar la actividad de la construcción, una de las que escaparon más rápido de la recesión. Para consumidores con presupuestos más estrechos, el plan Ahora 12 ofrece la posibilidad de comprar ropa, calzado, línea blanca y muebles, entre otros bienes, con tarjeta de crédito en otras tantas cuotas sin interés y ganarle a la inflación o a una futura devaluación. Pero como ocurre con los pasajes, se trata de una anticipación de consumos que resiente la capacidad de compra a futuro. La razón es que el monto total de cada compra se deduce del límite de financiación en cuotas con tarjeta y sólo se recupera gradualmente a medida en que vayan cancelándose. De ahí que convenga tener en cuenta el importe final y no sólo el monto de cada cuota. Sin perjuicio de que algunas marcas aprovechen este sistema de venta para recargar los precios, diluidos por el pago en cuotas a lo largo de un año, varios rubros enfrentan la competencia desleal que significa la proliferación de “saladitas” y la venta callejera (manteros), donde brillan por su ausencia las facturas y, por consiguiente, el pago de impuestos. Según un relevamiento de la CAME en 454 ciudades, el comercio ilegal virtualmente estalló: en agosto se detectaron 560 saladitas y 78.000 vendedores ilegales en el país, con operaciones calculadas en 4.400 millones de pesos, que proyectan un total anual superior a 52.700 millones. La experiencia indica que en épocas electorales las autoridades suelen hacer la vista gorda, no tanto con los vendedores, que al fin y al cabo son el último eslabón de la cadena, sino con las empresas que los abastecen clandestinamente. En el canal formal, por su parte, la alta inflación de los últimos años viene transformando los hábitos de compra. Se estima que 90% de las ventas en grandes cadenas de supermercados se concentra en los días en que ofrecen descuentos por cantidad (tipo 3 productos al precio de 2 ó 4×3), que no incluyen a productos con “precios cuidados”; o bien promociones por pago con tarjeta. Pero esta modalidad reduce la actividad en los días “normales” y, por ende, no eleva los volúmenes totales de venta de productos de consumo masivo. Habrá que ver si las políticas para bajar la inflación que prometen los candidatos presidenciales serán efectivas y permitirán corregir estas distorsiones. Pero también cómo quedará el poder de compra de los consumidores ante la previsible suba de tarifas de energía para reducir los subsidios estatales y achicar el déficit fiscal. Aunque la más afectada sería el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA), otras zonas no estarían exentas según la política que se aplique. El problema es que, a diferencia del dólar, los pasajes aéreos y productos con créditos subsidiados, no es posible anticipar compras de gas natural ni electricidad.
NÉSTOR O. SCIBONA
LA SEMANA ECONÓMICA
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