La banca le pone freno al negocio de la marihuana en EE. UU.
Hannes Breustedt DPA
Quien no sepa lo que se vende en el edificio llamado Medicine Man, lo confundirá fácilmente con una farmacia. Sin embargo, en este caso, la cruz verde simboliza algo distinto. El comercio, situado en un suburbio de Denver, rodeado de restaurantes de comida rápida y apartado en la esquina del típico centro comercial estadounidense, vende marihuana. El menú, en vez de contar con las clásicas hamburguesas o batidos, incluye aquí marihuana cultivada para catadores gourmet. Se trata de un negocio totalmente legal en el estado de Colorado, también conocido como el “Highest State” por las Montañas Rocosas y cuyo apodo ha cobrado ahora un nuevo significado (“to be high” significa estar colocado). La industria de la marihuana legalizada en Estados Unidos crece a un ritmo enorme. Y no sólo en Denver, donde ya hay más comercios de marihuana que establecimientos de Starbucks. Actualmente son 23 los estados que han legalizado la venta de esta planta de forma total o parcial, y casi siempre con fines médicos. En torno a la marihuana crece un millonario mercado. Sin embargo, y a pesar de que los negocios suben como la espuma, hay problemas con la financiación. Y, paradojas de la economía, los problemas no vienen porque no haya suficiente, sino por abundancia. Los vendedores de marihuana legal acumulan muchísimo dinero en efectivo en sus locales debido a que los bancos, de momento, no han querido abrir sus puertas a esta industria. Abrir cuentas de empresa para esta clase de negocios es casi imposible. Por culpa de esto, los dólares se amontonan. Líneas de crédito, transferencias bancarias o pagos fraccionados en plazos, considerados de primera necesidad para cualquier otro tipo de “start-up”, en este caso no se contemplan. Aunque en Colorado y otros estados la droga haya sido legalizada, a nivel federal sigue siendo considerada ilegal, y por ello los bancos se mantienen al margen. No ha servido de nada que un comité del Senado votara en julio a favor de permitir operaciones comerciales con el sector: el peligro del lavado del dinero y el riesgo que implica mantiene a los bancos en guardia. Una excepción a este panorama es el Fourth Corner Credit Union de Denver. A finales de 2014 llegó a un acuerdo con el estado de Colorado para poder atender rápidamente las necesidades económicas de estos negocios. Sin embargo, no tardaron en darse de bruces contra un muro cuando la rama competente de la reserva federal de Kansas City rechazó la llamada “master account”. Y con ello denegó el acceso al sistema de pagos de la Fed. A pesar de que la legalización de la droga debería alejar el dinero de los ambientes criminales e introducirla en canales serios y legales que deberían repercutir positivamente en el fisco en forma de ingresos por pago de impuestos, los observadores consideran que el riesgo de adelantar o prestar dinero a una industria que aún no ha demostrado su viabilidad en el tiempo y que, a nivel federal, sigue siendo ilegal, es demasiado alto. Mientras haya más de una forma de acceder al producto (legal o ilegal), la Reserva Federal está en una encrucijada. La Fourth Corner Credit Union no ha aceptado la negativa y se querelló contra la Reserva Federal y el organismo responsable de admisión en la banca NCUA (National Credit Union Administration). “Cuanto más dinero dirijamos hacia áreas legítimas tales como los ingresos fiscales, más ayudaremos a mejorar nuestras comunidades” afirma Mark Mason, abogado de la Fourth Corner. Pero para ello los inspectores de Hacienda tendrían que ponderar mucho la situación. La admisión al sistema de la Reserva Federal sería la entrada a obtener garantías de depósitos, y mientras los intereses de, por ejemplo, Colorado, que ha aprovechado la coyuntura para elevar muchísimo los impuestos para recaudar del turismo, no coincidan con los de Washington, la situación, y su desenlace, seguirán siendo un misterio. Para los que han abierto negocios como el “Medicine Man”, esta situación no trae más que problemas, desde la acumulación de efectivo en el local a la necesidad de tener que pagar a proveedores y clientes de la misma manera. Además, han de contemplar la posibilidad de robos, por lo que el gasto en sistemas de seguridad es también muy elevado. (*) Periodista
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