Los amores y odios de Román

El último ‘10’ ha dicho adiós y su partida generó despedidas amistosas y otras no tanto.

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Generó la idolatría que sólo pueden provocar unos pocos elegidos y que si tuvo detractores y despertó enconos, cabe cargarlo también a la cuenta de su propia grandeza.

JR Riquelme ha tomado la decisión después de haber tenido un muy buen año, como lo fue 2014: en el primer semestre fue el mejor jugador de Boca pese a la falta de resultados (el equipo creció a partir de su retorno y de su mano llegó de remontada al subcampeonato) y en el segundo semestre condujo a Argentinos Juniors de regreso a Primera.

Está claro que Román podría perfectamente seguir jugando y marcando diferencias en un fútbol carente de pensadores, donde sí abundan los corredores y los amoldados al estricto capricho del entrenador de turno.

“Riquelme marcó un hito en el fútbol argentino”, dijo Miguel Ángel Russo, DT de Vélez, quien al frente de Boca y con Román en la cancha, obtuvo la Copa Libertadores 2007. “Fue uno de los jugadores que más me deleitó ver jugar desde el banco de suplentes, uno de los mejores que dirigí”, agregó.

Según Enrique Gastañaga, periodista que siguió de cerca la carrera del mediocampista, “se va el ídolo más grande de la historia de Boca, el último gran pensador de este juego, un crack que siempre jerarquizó la pelota”. Agregó que “aunque habrá un partido de homenaje que seguro conmoverá y sacudirá corazones, Román merecía una despedida en una Bombonera desbordante”.

“Fue el último jugador al que le pedí cambiar la camiseta, cuando jugué mi último partido con el Real Madrid”, escribió Zinedine Zidane en su cuenta de Instagram.

El francés agregó al mensaje el hashtag #GraciasRomán, que ayer copó las redes.

Otro que recordó a JR fue Ronaldinho, quien escribió en Facebook: “Un gran jugador más que está dejando la cancha! Juan Román Riquelme, fue un placer jugar contigo compañero!

El último coqueteo con Cerro Porteño es demostrativo de sus propias dudas porque claro, no es fácil decirle adiós a lo que se hizo durante toda la vida y se hizo tan bien, con tanta idoneidad y tanto amor. Se puede entender que al momento de tomar la decisión, haya rechazado la idea de mudarse de nuevo al extranjero, abandonar esa vida tan suya, la que siempre pregona, la de los mates y asados con amigos en Don Torcuato.

Lástima grande que su última camiseta no haya sido la de Boca, la del club que marcó su vida. Pero la extenuante relación con una dirigencia que ya lo había determinado a irse en 2012 (si volvió después fue sólo porque el director técnico era Carlos Bianchi) no dio para más cuando llegó la hora de renovar su contrato. Su tira y afloje con el presidente Daniel Angelici, otrora ‘delfín’ de Mauricio Macri, ya no aguantó más y la cuerda se cortó.

El día de su último partido, dijo que estaba a mano con el club que lo vio nacer, Argentinos y fue verdad, le dio el ascenso que necesitaba y se fue, con una deuda saldada. No le debe nada a nadie. Se podrá tener sobre él la opinión que se quiera, pero Juan Román Riquelme siempre fue transparente, fiel a sí mismo, su manera de ser nunca la negoció.

Riquelme se fue, pero se quedará para siempre porque su grandeza siempre le impondrá condiciones al olvido.


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