La hora del balance para un torneo impredecible
A días de jugar los cuartos de final, Landeiro analiza lo que dejó el fin de la fase regular.
Torneo Federal A
Archivo/Andrés Maripe
Cuando le toca ganar o cuando la suerte elige otro camino, Diego Landeiro siempre elige ser frontal y sin dobleces. Aunque como hombre de fútbol acepta que “siempre hay que ligar un poco”, nunca deja las cosas en manos del azar. Para Coco todo pasa primero por hacer bien el trabajo, crear un grupo sólido que siga una misma idea casi como una religión y después sí, mirar para atrás para ver qué queda. Es por eso que para el entrenador de Deportivo Roca, único equipo zonal clasificado a la siguiente fase del Federal A, es hora de hacer un balance finalizada la primera parte del certamen, que tuvo sólo 14 fechas pero por la intensidad con que se vivió fue suficiente tanto como para dibujar sonrisas, como también para dejar heridas aún abiertas. “Fue fuerte todo lo que se vivió, al menos para nosotros. Logramos una clasificación que creo que fue merecida, pero que nos costó muchos lesionados y suspendidos. Pero lo importante es que estuvimos a la altura, supimos cómo resolverlo e hicimos una muy buena parte del campeonato, más de lo que muchos esperaban”, apunta el entrenador, y reafirma sus dichos. –¿Vos te esperabas llegar a esta instancia? –Uno siempre quiere, trabaja para eso. Lo que pasa es que había que ser cauto con el mensaje. Nosotros estamos en plan de progresar, de sumar experiencia… Pero uno siempre juega por lo máximo. Es cierto, no estábamos dentro de los candidatos pero con el correr del campeonato las cosas fueron cambiando para nosotros. Tuvimos momentos de aspiraciones a ascenso a casi quedarnos afuera de la clasificación. Se vivieron muchas cosas, la verdad es que fue muy intenso. La experiencia que acumulé en estas 14 fechas, no las viví en los 30 años que llevo en el fútbol. –Siempre se habla de bisagras en un torneo, y en uno tan corto como el que pasó, para Roca hubo muchos de esos quiebres ¿coincidís? –En que jugamos con Cipolletti en la Visera fue un quiebre, principalmente anímico. Ahí me di cuenta de que podíamos dar pelea en serio, que teníamos con qué. Los chicos comenzaron a convencerse de que estaban para cosas importantes y demostraron personalidad. También es verdad que ese clásico me salió carísimo. Ahí perdí a Lucas Volken, que tenía todo lo que yo espero de un delantero. Empieza la lesión rebelde en la rodilla en Juan Manuel Vázquez, queda en una pierna Fernando Fernández y el Pocho Valenzuela… Costó caro, pero no lo cambio. –¿Qué otra bisagra destacás? –Los dos partidos con Belgrano (Santa Rosa). El que jugamos acá y el de allá. El del Maiolino, porque después de ganarle a Cipolletti, perdimos con Madryn (3-0) y con Independiente en La Chacra (2-1), en un partido increíble que teníamos prácticamente ganado. Se nos venían los pampeanos y no nos sobró nada para ganarle (2-1). También me salió caro porque perdí al arquero (Facundo Crespo), con un desgarro que le duró hasta hoy. –¿El encuentro en La Pampa fue el más importante? –Sí, sin dudas. Porque el partido a ganar para asegurar la clasificación era con Independiente en el Maiolino (1-3). Ese día me fui abatido de la cancha porque creí que se había terminado todo. Teníamos casi todo el equipo titular afuera, y debíamos ganar en Santa Rosa con los pibes, en una cancha dónde sólo lo había hecho la CAI. Creo que esa noche fue la que más disfrutamos (Roca ganó 1-0). Es más, entramos a jugar obligados sabiendo que Independiente ya le había ganado a Alianza. Esas horas entre el partido de ellos y el nuestro, fue el único momento en el torneo donde no estuvimos en zona de clasificación. Estoy convencido de que si no hubiéramos tenido tantas bajas por lesiones y suspensiones, dábamos pelea hasta el final por el ascenso, teníamos las herramientas para hacerlo. Pasamos de ser la sorpresa a ser un equipo duro, respetado y con un corazón enorme. Esto último creo que es lo más importante de este grupo. El correr y meter no se negocia por nada del mundo. –Los pibes son el objetivo final del proyecto, pero hubo que hacerlos crecer de golpe… –No era la idea de largarlos a todos juntos, pero no quedó otra. Hasta ese partido vergonzoso con Cipolletti en el Maiolino, los íbamos mechando con los grandes como era la idea. Este último domingo con Brown, el único que me quedaba del equipo titular era Guillermo Aguirre. Después eran todos juveniles. Igual, para mí poner un pibe de 15 años y que tenga la personalidad de Gianfranco Lillo para jugar de central, es muy gratificante. Por eso, siempre insisto con eso, hay que poner a los mejores a trabajar en formativas. No me interesan los técnicos de inferiores que cuentan títulos, sino aquellos que cuentan cuántos pibes promovieron a primera. –¿Festejaron la clasificación en Madryn? ¿Cómo tomaste eso de perder 3-0 y no salir vacío? –La verdad es que no. Lo tomamos con tranquilidad. Pachorra (Castro) me decía: ‘¿por qué tenemos esa cara, si pasamos?’. Creo que como merecíamos la clasificación, lo tomé así. Ahora se viene San Lorenzo de Alem (Catamarca) y si me preguntás si tenía preferencias te digo que no. Me hubiera encantado que tocara Talleres por ejemplo. Jugar a cancha llena en Córdoba… hubiera sido inolvidable para el jugador local. A ese que nosotros queremos jerarquizar, darle oportunidades, que aprenda a trabajar de jugador de fútbol. Un día yo me voy a ir de Deportivo Roca, pero lo importante siempre será dejar algo que valga la pena.
walter rodríguez wrodriguez@rionegro.com.ar
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