La reforma educativa chilena entra en una fase crítica

La aprobación de los primeros proyectos desató polémica y rechazos cruzados.

AP

La presidenta Bachelet denunció desde España una “campaña del terror” contra el plan.

SANTIAGO (AFP).- Padres en pie de guerra, estudiantes desilusionados, un tenso debate en el oficialismo. La reforma educacional, el programa estrella del segundo gobierno de Michelle Bachelet en Chile, atraviesa un momento crítico. Tras la aprobación en la Cámara de Diputados del fin al lucro, la selección de estudiantes y el financiamiento compartido entre padres y el Estado en colegios –los primeros proyectos de ley de la reforma–, nadie parece haber quedado conforme. “La reforma educacional ha tenido bastantes retrocesos en el Parlamento. Pareciera ser que finalmente no se quiere erradicar el mercado de la educación, sino que más bien regular algunos aspectos”, dice Melissa Sepúlveda, presidenta de la Federación de Estudiantes de la U. de Chile. “Se está terminando con la educación de nuestros hijos y afectando directamente a la clase media y vulnerable de este país”, señaló de su lado Erika Muñoz, presidenta de la Confederación de Padres y Apoderados de Colegios Subvencionados, que consideran demasiados los cambios. El rechazo en el Parlamento a encarcelar a dueños de colegios subvencionados que obtengan ganancias de capital irritó a estudiantes, que piden un cambio radical al modelo heredado de la dictadura de Augusto Pinochet. La Iglesia, la derecha opositora, asociaciones de padres y la oficialista Democracia Cristiana (DC) criticaron de su lado la prohibición aprobada para que estos colegios paguen alquileres por su infraestructura, una salida con la que se buscaba que escuelas –principalmente religiosas– pudieran seguir funcionando. Por medio del arriendo, hoy muchos dueños de colegios retiran cuantiosas utilidades. Tal como se aprobó, si quieren seguir funcionando los colegios subvencionados –a los que asiste más de 50% de la matrícula– deberán ser dueños de los inmuebles o cerrar. Con cientos de marchas, los estudiantes pusieron en los últimos años la educación al frente del debate, exigiendo que sea pública, gratuita y de calidad, en un país con un sistema segregado, sin gratuidad universitaria y donde, a nivel escolar, son cada vez menos quienes asisten a colegios públicos gratuitos. Por otro lado, padres de colegios subvencionados protagonizaron el fin de semana una multitudinaria marcha en contra de la reforma, replicando a las manifestaciones estudiantiles. Su temor es que estos colegios –unos 5.000– cierren o se conviertan en particulares pagados, elevando considerablemente sus aranceles. Muchos los eligen por tener mejor infraestructura, pese a que no logran mejores resultados de los públicos gratuitos. Para Bachelet, las aprensiones responden a una “campaña del terror” . “No queremos cerrar los colegios privados”, dijo en España.


AP

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