El SPLIF intentará prevenir incendios intencionales de bosques

Desde enero se llevará a cabo un intenso operativo.Cuentan con más elementos y con mejores equipos.

Muchos de los incendios que se combatieron en temporadas pasadas fueron iniciados por piromaníacos.
SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- A partir de enero las autoridades iniciarán un intenso operativo para intentar detener a algunas de las personas que cada verano prenden decenas de focos que son el origen de los incendios forestales.

La apuesta, que contaría con el apoyo de la policía provincial y de otras fuerzas, comenzaría en los próximos días.

La profesionalización de los combatientes y la mejor organización y distribución de tareas, permitió que durante la última temporada hubiera menor cantidad de hectáreas afectadas, pese a que fue mayor el número de siniestros e intervención de los bomberos.

Los responsables del SPLIF reconocen que en la actualidad están más capacitados y cuentan con más elementos y mejores equipos para oponerse a la adversidad, pero entienden que la experiencia acumulada desde 1996, y especialmente la adquirida durante esa temporada, es su mayor tesoro.

«Ahora podemos hacer pronósticos con mucha anticipación y los ataques iniciales se realizan obviando cualquier problema de jurisdicción», anunció el comisario retirado Roberto Molina, coordinador del SPLIF, y destacó los trabajos complementarios realizados en líneas de control y guardia de cenizas.

Las autoridades no elaboraron todavía un informe que contenga conclusiones respecto de la producción de incendios y sus causas, y reconocen que en ese aspecto están en deuda, pero manejan indicadores y tendencias que señalan la indudable intencionalidad de los siniestros.

Desde 1996 los incendios, en su mayoría, se producen en los sectores este y sur de la ciudad y en inmediaciones de Pampa de Huenuleo, ladera sur del Cerro Otto, Cerros Carbón y Ventana, Pilar y 34 Hectáreas, los más densamente poblados y en algunos casos con problemas sociales y carencia del servicio de gas domiciliario.

En Bariloche se escuchan reiterados reclamos hacia el origen de los fuegos, ya que estos aumentan cada año y los recursos parecieran nunca alcanzar.

Algunos sostienen que con ello se busca crear «nuevas fuentes de trabajo», en alusión a que se contraten más brigadistas.

Posibilidad descartada

Molina descarta la posibilidad de que haya bomberos entre los incendiarios, «porque los contratados son muy pocos, no se paga ningún adicional por incendio, y a veces surgen focos por todos lados, que obligan a un trabajo intenso».

El experto reconoció que «en el afán de apagar el fuego se destruyen los rastros, para lo cual este año se dictó un curso para enseñar a preservar las evidencias».

Destacó que «la memoria del Catedral nos mantiene alertas», en alusión al incendio que destruyó varias viviendas y cientos de hectáreas de bosque.

Este verano Molina confía en poder instalar un campamento del SPLIF en el bosque LLao Llao, donde consideran que existe «mucho riesgo, hay mucho combustible seco, y a menudo los acampantes dejan fogones encendidos y los hacen en cualquier lado, con mucha desidia».

Finalmente el funcionario recordó que «en los últimos años el presupuesto llegó en tiempo y forma», y que tienen medios para encarar el inicio de la próxima temporada de riesgo.

Los incendios de bosques suelen afectar cientos y cientos hectáreas de bosques en las localidades cordilleranas. Muchas veces se originan por tormentas eléctricas, que se suman a la sequía de algunas temporadas.

Sin embargo, en varias oportunidades se logró detener a sujetos que iniciaron los incendios en forma intencional, destruyendo uno de los paisajes más extraordinarios de la región cordillerana, como son los bosques.

En muchos casos, el fuego destruye especies milenarias, además de poner en riesgo a viviendas y personas cuando se produce cerca de los centros poblados.

Más de tres mil casos en siete años

La cantidad de incendios y de hectáreas afectadas por el fuego ha variado año tras año, en número y tipo de especies afectadas, sin que se pueda asegurar que la situación sea ahora menos grave. Sin embargo, la experiencia acumulada desde 1995 hasta la fecha permite a las autoridades establecer interesantes aspectos estadísticos, muy útiles a la hora de delinear las políticas de prevención.

Así, los expertos lograron establecer que los martes y viernes son los días preferidos por los incendiarios, y que en la franja horaria de 18 a 20 se produce la mayor ocurrencia de siniestros, mientras que la menor sucede en el horario de 6 a 8, cuando los desalmados prefieren dormir o soñar con su próxima maldad.

En la última temporada, 2001-2002, se produjeron 900 incendios, que constituye el mayor número dentro de los siete períodos analizados. En esta ocasión los vándalos comenzaron a actuar en octubre de 2001, ocasionando 14 incendios forestales, pero el mayor nivel de actividad se registró en diciembre pasado, cuando los bomberos debieron atender 251 focos, a un promedio de más de 8 cada día.

Durante la última temporada el fuego destruyó casi 3.700 hectáreas, con un promedio de poco más de 4 hectáreas por incendio, pero alguno de ellos no afectó más que algunos metros cuadrados, mientras que otros fueron enormes y muy riesgosos.

Quizá el aspecto que más interesa de las estadísticas proporcionadas por el SPLIF esté referido al tipo de área o especies afectadas por el fuego, porque no da lo mismo un incendio de matorrales en un lugar despoblado que otro que afecte bosque nativo, o destruya vivienda, como ocurrió en el barrio Pilar I y en la Villa Catedral. Es válido destacar que de las 3.700 hectáreas arrasadas por el fuego durante el último período más de 3.500 eran de pastizales de escaso valor, y se quemaron menos de dos hectáreas de bosque nativo.

Un delito con alto grado de impunidad

Es probable que en ningún otro delito existan los porcentajes de impunidad que registran los incendios intencionales, y esa circunstancia es quizá la que alienta a los piromaníacos, pese a que se exponen a recibir una condena de hasta 20 años de prisión.

La única causa que llegó a juicio hace dos años involucra a una menor de 17 años, madre de una criatura, como autora de un incendio que se inició en la Barda del Ñireco, cerca del predio que ocupa la empresa «Algarrobal».

La chica fue acusada por otros menores que ofrecieron un testimonio creíble y contundente, y durante el juicio en que fue declarada responsable se supo que había encendido el fuego para ver trabajar a su novio, que integraba una brigada de incendios forestales.

Un experto aseguró: «cuando llegamos a los incendios casi siempre hay gente mirando y estoy seguro que uno de ellos es el incendiario, pero es necesario verlo cuando enciende el fuego».

La certidumbre del bombero encuentra una referencia histórica en Cayetano Santos Godino, llamado «el Petiso orejudo», o el último de los grandes malvados, porque gozaba con los crímenes y estragos que cometía sin esperar otro pago que su insana satisfacción. Al ser interrogado respecto de los incendios que se le imputaban, reconoció: «Lo hacía para ver trabajar a los bomberos. Siempre corría a ver los incendios y les daba una mano a los bomberos. Es lindo ver cuando caen en el fuego. ¿Qué culpa tengo yo si no puedo sujetarme?», agregó.


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