“Hace falta democracia de consenso, no de mayoría”

entrevista

Félix Frieler DPA

La escalada de la violencia en Egipto conmociona al mundo, y tras el entusiasmo por la “primavera árabe” se ha instalado la decepción. El investigador especializado en procesos democráticos Wolfgang Merkel, del Centro de Estudios Científicos de Berlín, cree que la violencia forma parte de todas las revoluciones y que no ayudaría aislar políticamente a Egipto. DPA.–¿Está Egipto al borde de la guerra civil? W. Merkel.–La reciente escalada apunta al menos a una situación cercana a una guerra civil a corto plazo. Pero a largo plazo no creo que se pueda vivir en Egipto una guerra civil como en Siria, porque allí el Ejército es claramente más fuerte que los islamistas y lo deja bien claro. Y espero que las potencias occidentales no den armas a la oposición, como lo hicieron en Siria. DPA.–¿Occidente debería dejar de enviar ayuda militar? W. Merkel.–No. Creo que eso aislaría al Ejército y empeoraría el conflicto aún más. Occidente no debería. DPA.–¿Por qué se producen estos fuertes enfrentamientos dos años después del cambio de poder en Egipto? W. Merkel.–Las revoluciones no son normalmente cambios suaves, son sangrientas, incluso años después del cambio en el poder. Y no es raro que se produzca la alternancia entre fuerzas democráticas y autocráticas en el poder. Pasó con la Revolución Francesa. DPA.–¿Qué ha ido mal en Egipto desde la revolución? W. Merkel.–Los principales actores son todo menos defensores de la democracia. A un lado se sitúan el Ejército y los restos del régimen de (Hosni) Mubarak, y del otro los Hermanos Musulmanes y los salafistas. Las verdaderas fuerzas democráticas siguen sin estar organizadas hasta hoy y no juegan casi ningún papel en la política egipcia. DPA.–¿Es posible pese a ello que llegue la democracia? W. Merkel.–Es posible la democratización en Egipto, pero por el momento poco probable. El país está profundamente dividido entre un sector religioso fundamentalista y un sector secular fuerte. Egipto necesita un nuevo sistema de gobierno, una democracia de mayorías no funciona allí, no se puede gobernar un país dividido con un 50,1 por ciento de los votos. Bajo el destituido presidente Mohamed Morsi, este sistema se convirtió en una dictadura de la mayoría. Egipto necesita lo que los politólogos llaman una democracia de consenso: amplias mayorías, con la participación de todas las fuerzas sociales relevantes y la protección de los derechos de las minorías.


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