Biblioteca de Alejandría, del mito a la realidad

En la antigüedad fue una maravilla del mundo. Hoy apunta a reunir el saber en la diversidad.

Una de las siete maravillas del mundo antiguo, la Biblioteca de Alejandría, en Egipto, ha reabierto sus puertas al inaugurarse su nuevo edificio de características tan colosales como su proyecto cultural, con lo cual bien podría transformarse en una de las maravillas del mundo del siglo XXI.

Como puente entre el pasado y el futuro, el centro que se abrió el miércoles pasado y cuyo director es el egipcio Ismail Serageldin, está dotado de las más modernas tecnologías y su arquitectura, obra del consorcio Snohetta/Hamza, es absolutamente funcional. La biblioteca es un coloso circular de 85.000 metros cuadrados, lo cual la hace ser la mayor del mundo. Está construida en cemento y cristal. En la actualidad, alberga 200.000 libros, sólo el 1% de su capacidad, pues puede almacenar hasta 20 millones, además de mapas, manuscritos, microfilmaciones, cederones, discos compactos, videos, DVD, etc.

Fue diseñado con una inclinación de 20º norte que muestra el edificio hacia el mar Mediterráneo. Además bajorrelieves con caracteres de distintas lenguas adornan su parte exterior. Su ubicación, coincide con un conjunto arquitectónico formado por un centro de conferencias y el planetario, donde se encuentran el museo de ciencia, caligráfico y el arqueológico.

No ha sido fácil aunar voluntades para hacer realidad la idea que en 1974 tuvo el entonces rector de la Universidad de Alejandría, Mamdough Lofti Diowar, de resucitar la legendaria biblioteca de su ciudad. Hasta quince años después no se convocó el concurso por el que en 1989 se concedió la construcción de la obra al grupo noruego Snohetta, que la realizó en colaboración con el arquitecto austríaco Christoph Kapeller, radicado en EEUU. El proyecto ha costado unos 200 millones de dólares, a los que hay que sumar las donaciones realizadas por el Gobierno de Egipto (suelo, centro de conferencias, etcétera) que ascienden a unos 182 millones de dólares.

La nueva construcción abre más de 1.600 años después de la destrucción de su predecesora, obra iniciada por Ptolomeo I, el mismo que ordenó levantar el Faro, que también se cuenta entre las maravillas del mundo antiguo, al lado del coloso de Rodas, los jardines colgantes de Babilonia, el coloso de Halicarnaso, el templo de Artemisa en Efeso, la estatua de Zeus en Olimpia y las pirámides de Gizhe en Egipto. El fin de aquel centro cultural supuso que, durante más de mil años, Occidente ignorara los avances logrados en Alejandría, que sólo recuperó parcialmente y mucho después a través de Constantinopla y de las culturas árabes e islámicas.

En ocasiones transcurrieron cientos de años antes de que Occidente redescubriera lo que ya vislumbraron los sabios alejandrinos. Uno de ellos, Eratóstenes, no sólo calculó con precisión el tamaño de la tierra, sino que se anticipó a Cristóbal Colón al afirmar que era posible llegar a la India desde la Península Ibérica si se viajaba hacia el Oeste. Y fue en la Biblioteca donde Aristarco de Samos llegó a la conclusión de que la tierra era un planeta que giraba alrededor del sol.

(Tomado vía Internet, ABC de España, EFE, Reuters, El Colombiano)

Su accidentada historia

Iniciada su construcción bajo Ptolomeo I, hacia el 290 antes de Cristo y finalizada en el mandato de su sucesor, Ptolomeo II, la antigua Biblioteca de la ciudad fundada por Alejandro Magno tuvo un paso brillante pero no menos accidentado por la historia.

Pasto de las llamas durante la guerra que enfrentó a Julio César y Marco Antonio en el reinado de la también mítica Cleopatra VIII, la biblioteca fue reconstruida para ser de nuevo incendiada en el 390 después de Cristo, en este caso por cristianos que la consideraban un baluarte de paganismo. El general árabe Amr ibn Al As vino a continuación a echar abajo lo que quedaba en pie en el 642, y pese a que desde entonces los restos del edificio permanecen sumergidos, posiblemente bajo el mar, frente a la moderna Alejandría, su recuerdo nunca ha abandonado la memoria.

No se conoce con seguridad el tamaño de la biblioteca de Alejandría, pero se estima que la colección principal (Museion) poseería unos 700.000 rollos, y unos 45.000 la menor (Serapeion).

En esos manuscritos que custodiaba se conservaba, ordenado y catalogado, prácticamente todo el saber de la época.

Inauguración bajo el temor del terrorismo

Bajo las más estrictas medidas de seguridad, el presidente egipcio, Hosni Mubarak, inauguró este nuevo templo cultural, inspirado en la antigua Biblioteca de Alejandría y que, como su antecesora, pretende buscar el conocimiento sin prejuicios de ningún tipo.

Anunciada en un principio para el año 2000, la inauguración fue postergada a 2001 por retrasos en el proyecto, pero los atentados del 11 de septiembre de ese último año contra Washington y Nueva York obligaron a un segundo aplazamiento.

La reina Sofía de España, la reina Silvia de Suecia, la reina Rania de Jordania y el presidente de Francia, Jacques Chirac estuvieron en la ceremonia junto a académicos, arqueólogos, estudiosos, historiadores, diplomáticos y funcionarios llegados desde todos los puntos del planeta.

Calímaco, «la sala» de lectura

La sala de lectura, la más grande del mundo, equivale a dos campos de fútbol y consiste en un inmenso anfiteatro con varios niveles donde el modernismo se mezcla con diseños y elementos de la antigüedad más clásica. Fue bautizada «Calímaco» en honor al sabio y poeta griego que inventó el método de catalogación de los textos. Además de biblioteca, el nuevo complejo cuenta con centro de conferencias, planetarium, bibliotecas para niños, jóvenes e invidentes, museo de ciencia, museo de caligrafía y laboratorio de restauración de manuscritos.


Una de las siete maravillas del mundo antiguo, la Biblioteca de Alejandría, en Egipto, ha reabierto sus puertas al inaugurarse su nuevo edificio de características tan colosales como su proyecto cultural, con lo cual bien podría transformarse en una de las maravillas del mundo del siglo XXI.

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